El barro en su máxima expresión artística y los vestigios de una búsqueda interminable, son los elementos que reúne la exposición de cerámica de Helio Gutiérrez.
El 5 de marzo se inauguró la exposición de cerámica del artista nicaragüense Helio Gutiérrez en la Alianza Francesa, en San José.
Gutiérrez es oriundo de San Juan de Oriente, un pueblo del departamento de Masaya famoso por sus alfareros que trabajan el barro dentro de una estética tradicional que reproduce los modelos precolombinos. Sin embargo Gutiérrez ha desarrollado un nuevo concepto de la cerámica que va más allá de la artesanía.
El Taller-escuela fundado en los años 70 por la asesoría española en Nicaragua, contribuyó a su formación. Discípulo del maestro Bracamonte, se perfiló como un artista innovador desde muy joven. Tenía 22 años cuando ganó el Primer premio del Certamen Nacional de Artesanías, en Managua.
Desde entonces continuó afinando la técnica, experimentando con el espacio, introduciendo nuevos materiales, en una búsqueda que va desde lo ancestral hacia lo cotidiano.
CERAMISTA INNOVADOR
Su obra más conocida es «Hombre-pez», una vasija oscura de forma achatada y cuello estrecho que semeja la cabeza de un hombre con los ojos cerrados. Las texturas permiten identificar las orejas, el pelo y la piel de la cabeza (con rasgos indígenas acentuados) en que se convierte el utensilio.
En otros trabajos experimenta con las formas, achatándolas o intersectando espacios; en otros se privilegia la textura, de tal manera que puedan coexistir lo rudimentario primitivo con las superficies pulidas y resplandecientes de lo moderno.
Los diseños que decoran la superficie de las ollas y vasijas también varían en un amplio espectro, desde formas geométricas reiterativas hasta motivos precolombinos modificados, paisajes, animales o cosas. Esto evidencia su constante experimentación.
Para Juanita Bermúdez, directora de la «Galería de arte contemporáneo Códice en Managua», es un artista «ávido de ver, de nutrirse, de aprender, él realiza cotidianamente nuevos diseños, casi cinéticos, líneas esgafriadas generalmente blancas, nuevas formas, nuevos relieves y calados al vacío, en un afán de superación permanente».
El diario La Prensa, en su edición del 29 de noviembre pasado, lo identifica como «el primero en sobrepasar la barrera de la artesanía para convertirse en un verdadero artista de la arcilla».