Doce cortometrajes que reflexionan sobre las prácticas culturales que ocurren en cuatro espacios públicos populares, forman parte del más reciente trabajo de la realizadora Gabriela Hernández.
Los cortos se estrenarán durante el mes de abril en el Centro Cultural Español (El Farolito). Posteriormente, en coordinación con la Sección de Extensión Cultural de la Vicerrectoría de Acción Social (UCR), el ciclo se promocionará en comunidades como Liberia, Santa Cruz, Heredia, San José y Limón.
Según la directora, este ciclo es una continuación de la experiencia con el documental Se prohíbe bailar suin, pues al igual que pasa con el baile, “una serie de experiencias culturales se están perdiendo al perderse los espacios, porque los espacios son articuladores de estas expresiones, de ritos, de tradiciones y dinámicas culturales que en algún momento tuvieron gran importancia”.
El proyecto se planteó como una serie de cortometrajes y obtuvo financiamiento de un fondo de CINERGIA.
Se eligieron cuatro lugares emblemáticos que permitieran reflexionar sobre la pérdida o amenaza de prácticas culturales: el matiné y las salas de cine en la ciudad de Limón, el balneario público de Ojo de Agua, los paseos a la playa en Guanacaste y los salones de baile en San José.
Los doce cortos están divididos en cuatro bloques que hacen referencia a estos lugares. Vamos al Matiné incluye los cortos Tertulia y Anoche soñé que fuimos al matiné. Vamos a Bailar se compone de los cortos La Dueña del Mundo, Los Tres Mosqueteros y En el Meylin . El tercer bloque Vamos a la Playa engloba los audiovisuales Huevos Duros, Chepita y el mar y Champarro (22’). El cuarto, Los gemelos, Los clavadistas, Soy feliz en esa agua y Sábado Santo conforman el grupo Vamos a Ojo de Agua.
Hernández dijo que el objetivo es alertar a la población sobre la desaparición de espacios y expresiones culturales, “porque tiene que ver con quien somos nosotros, y al perderse un espacio, desaparece una cultura”.
“No es tan inocente ni inofensivo que se tumbe un salón de baile, se cierre un cine o que Ojo de Agua sea cedido a una empresa privada. Eso es parte de una tendencia de globalización, modernización y desarrollo, y cabe preguntarse hasta qué punto la gente de las comunidades afectadas lo entiende y está de acuerdo con estos cambios”, dijo.
Asimismo, explicó que espera que las proyecciones generen un debate nacional y en las comunidades donde se pueda llevar, “ya que estamos hablando de la sobrevivencia de nuestra cultura”.
La directora informó que obtuvo una Beca-Taller de la Dirección General de Cultura, lo que facilitó la investigación. Posteriormente, ganó un fondo de CINERGIA que impulsó la producción.
También consiguió apoyo de la UCR para la producción y edición de los cortos y luego, obtuvo ayuda del Centro Cultural Español y del Centro de Cine.