Crítica de Cine: El Óscar derriba estereotipos

Quiero ser optimista y creer que la 84 entrega de los premios de la academia de cine estadounidense fue un avance en el replanteamiento

Quiero ser optimista y creer que la 84 entrega de los premios de la academia de cine estadounidense fue un avance en el replanteamiento de lo considerado normal, es decir, en la afirmación de la diversidad. Con esa perspectiva subrayo algunos criterios y hechos entre los filmes que vi, incluida la ceremonia de premiación.

Conviene aclarar, asimismo, que todas las nominadas son ganadoras, y hasta donde sé, valiosas. Es necio descalificar lo que no alcanza el primer puesto (el desprecio a la calidad para privilegio del éxito). Por cierto, en la inquietante “Miss Bala”, un labioso presentador le pregunta a la reina de belleza secuestrada si prefiere la fama o la riqueza y ella, azorada, grita en silencio: prefiero vivir.

DELEITES Y DIVERSIDADES

“El artista” es memoria histórica –de la que tanto se carece- y merecido homenaje al cine de antaño, que en buena hora caló entre los votantes. Una esmerada recreación que burla la torpeza con que se desecha lo antiguo y lo diferente; hermoso y simpático relato sobre el azar y la necesidad, sobre las paradojas del triunfo y la derrota, donde lo que cuenta es el amor y la generosidad, no el vano estrellato; una auténtica delicia.  Que su director (Michel Hazanavicius), músico (Ludovic Bource) y protagonista (Jean Dejardin) sean franceses habla bien del profesionalismo de Hollywood en el contexto de la xenofobia que recrudece en los mismos Estados Unidos.

De haber sido por la trayectoria el mérito le corresponde a Martin Scorsese, cuyo arrogante “La invención de Hugo Cabret” (en 3D) es, pese a sus virtudes, el filme que menos me atrae de su formidable filmografía (“Taxi Driver” et al). Pecó de superficial con un relato lento y anodino. Mas se le reconoce la técnica y el homenaje al mago Mélies, encarnado por el magnífico Ben Kingsley. Por cierto, en 1986 gocé en México, con su nieta, de la primera exposición en suelo americano de sus audaces cortos y maquetas y diseños. Él y Chaplin han de ser los creadores emblemáticos del sétimo arte; por cierto, uno fue olvidado y el otro perseguido (y luego recobrados para la posteridad -“business as usual”-).

De haber un premio especial este sería para el portentoso Terrence Malick, autor de “El árbol de la vida”. Una historia tan asombrosa como bella, desconcertante e irregular. Hay que agradecérsela y sumergirse en ese océano primigenio… Es una lástima que al mejicano Emmanuel Lubezki no le premiaran esa fotografía sorprendente, esa luz única. Prefirieron la destreza de “Hugo”, tan pomposa y ligera. Por cierto, que bien actúa Brad Pitt en “El árbol de la vida” y en “El juego de la fortuna”, una biografía atractiva y emprendedora.

Me anima que la presumible ausencia del magistral  Woody Allen a la gala no impidió que se le premiara gracias a “Medianoche en París”, un guión original más que original, lleno de picardía y buen gusto, con un giro autobiográfico exultante. Cine irrepetible, un homenaje a grandes artistas y un amable paseo por la ciudad que me deslumbró y cuyo encanto inefable Woody Allen logra saborear.

Entre tanta comedia dramática chabacana y mediocre que maquila la maquinaria Hollywoodense, qué interesante y valiente y qué bien escrito como guión adaptado es “Los descendientes” (Alexander Payne/Faxon/ Rush). George Clooney se luce (esperaba que le otorgaran el premio) en el papel de un hombre normal atenazado por circunstancias familiares. Lo hace sin excesos, con energía y sutileza; es creíble y está muy bien acompañado por el elenco. Me recuerda a Richard Burton. Además, el filme entreteje varios temas con propiedad y sentido crítico.

Adoro a Meryl Streep (creo que se sabe). Parece que somos legión. Más allá de su estupenda interpretación de la (Margaret) Thatcher, satisface que se premiara –por tercera vez– a una verdadera actriz, una intérprete perfeccionista que se da el lujo de no figurar en la farándula. Y ella, muy especial, reconoció a su marido por encima de todo; el talento y la decencia de la mano. “La dama de hierro” es una película interesante; arroja certezas y siembra dudas, pero su mezcla de drama pausado con recortes documentales no cuaja; sin embargo, Meryl y sus maquillistas la engalanaron con dos Óscar. Aún así me entristeció que la magnífica Viola Davis (“Historias cruzadas”, penosa traducción del significativo título “The Help”) no lo recibiese, como tampoco por su breve y crucial papel en la excelente “La duda” (2009). Mas si lo obtuvo la electrizante Octavia Spencer, que al recibir la estatuilla vertió lágrimas con gusto, gracias a ese melodrama ingenioso sobre un racismo tan cercano (de hace apenas medio siglo) como vigente de forma soterrada. El argumento parece exagerado, tampoco es una tesis, pero lo verosímil es el retrato social que pinta y el conflicto humano que revela. Afrodescendiente, y además gordita. ¡Qué bueno! Por cierto, también fue nominada la obesa Melissa McCarthy merced a la comedia dramática “Bridesmaids”, a la que le encontré mucho más aciertos que fallas.

Christopher Plummer hace un trabajo memorable como un viudo que se asume gay a sus 75 años en “The Beginners”, un estupendo filme sin estridencias que brinda una sabiduría optimista maravillosa (así como Ewan Mc Gregor y Mélanie Laurent, cuya química es admirable).

El chiste en una ingeniosa filmación introductoria al evento, con un beso entre Cloony y el siempre hábil animador Billy Cristal, fue otra bofetada puntual de Hollywood a la homofobia que todavía chilla y destruye vidas alrededor del mundo. Como la xenofobia que a su vez denuncia “Una vida mejor”, con un Demián Bichir  que sacude con su sobria dignidad.

Me envolvió con su interesante intriga “La chica del dragón tatuado”, realizada con la destreza y complejidad típica de David Fincher (“Se7en”). Ganó Mejor Edición (Baxter/Wall). Tanto la nominada Rooney Mara como Daniel Craig guían la narración con vigor y carisma. Ella humaniza un personaje inverosímil y él me hizo identificarme con su serena convicción y entrega. Además, tiene un digno final.

En La Habana había admirado “A propósito de Eli”, por lo que el galardón al iraní Asghar Farhadi por “Una separación” no me sorprendió, mas sí que lo obtuviese pese al miedo que predomina (y que él señaló con valor). Sus dramas familiares son el tipo de cine que prefiero y que aquí no traen, como tampoco los muy interesantes documentales y cortos cuyos avances exhibieron.

“Rango” (Gore Verbinski) me asombró por su extraordinaria riqueza formal y conceptual. Repleto de humor sagaz, de guiños cinéfilos, de críticas demoledoras, de irreverencia oportuna. Deseaba que ganara, temía que fuese demasiado controversial, mas lo consiguió. El camaleón tiene algo de Cantinflas, algo de Forrest Gump y algo del ignorado Clint Eastwood (qué bárbaros, su “J. Edgar” es fabulosa, literalmente; pero comprendo que su visión del mañoso anticomunista fundador del FBI, su pareja gay –enclosetados, claro- y su madre homofóbica, pese al recato y prudencia del filme, no lo soportó el patrioterismo machista gringo).

Mi mayor decepción fue “Tan fuerte y tan cerca”, azúcar indigesto con un carajillo egocéntrico insoportable que hasta abusa del pobre abuelo (el legendario y, sí, notable Max von Sydow). Parece un deplorable plagio de “La terminal”, con Torres Gemelas de oportunidad. ¿Qué le pasó al Stephen Daldry” de “Billy Elliot” y “El lector”?

Se quedaron sin premios la hermosa y humanista “Caballo de guerra”, del bueno de Steven Spielberg, la que mucho aprecio; la notable “Drive” (no solo tiene buen sonido, también una narración eficaz y un héroe ambiguo, como “El samurái”), la esmerada “Jane Eyrie” de Cary Fukuyama, el genio de “Sin nombre” (no solo el vestuario, toda la producción es impecable), la notable “El planeta de los simios IV” y la pausada “Margin Call”, que desnuda a Wall Street, así como el sobrio actor Gary Oldman en la intriga de espionaje “El topo”.

Ah, y fue maravilloso el despliegue del Circo del Sol, que también adoro desde que lo disfruté en vivo (Zummanity, Los Beatles LOVE), así como notable todo el espectáculo de premiación, con los obituarios de Elizabeth Taylor et al incluidos.

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