Luego de varios años de negociación, el Museo Juan Santamaría ocupará la totalidad del inmueble.
El edificio deberá enfrentar un extensivo proceso de restauración y remodelación.
El Museo Histórico Cultural Juan Santamaría finalmente podrá utilizar las instalaciones del Cuartel de Alajuela, luego de recibir el 4 de febrero las llaves del inmueble por parte del Centro de Investigación y Perfeccionamiento para la Educación Técnica (CIPET).
A pesar que desde 1999 la Ley 7895 estableció que todo el antiguo Cuartel debía albergar al Museo, el CIPET logró mantenerse en el lugar por diversas razones, como no tener una opción de traslado. Mientras tanto el Museo ha ocupado la sede de lo que fue la cárcel del cuartel, un local calificado como «mínimo» por Guido Sáenz, Ministro de Cultura, Juventud y Deportes (MCJD).
Raúl Aguilar, Director del Museo, manifestó que «ahora el primer paso es la propuesta preliminar para la distribución funcional del espacio, luego la reestructuración de recursos humanos y el tercer paso es el inicio de gestiones ante la autoridad presupuestaria sobre el nuevo presupuesto que requerirá el museo».
Por su parte, Sáenz reconoció con pesar que el proceso de desalojo asumido por la actual administración generó «algún grado de malestar entre la dirección del CIPET y este mismo despacho, además de la Viceministra de Cultura, Amalia Chaverri».
En ese sentido, Sáenz alabó el intenso trabajo de Aguilar y Chaverri para lograr que el Museo Juan Santamaría se hiciera del edificio.
Aguilar aclaró que mientras se impulsa el nuevo proyecto, el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría seguirá funcionando en el espacio actual.
PASO A PASO
El edificio del antiguo Cuartel de Alajuela fue construido en la década de los 1870 y se le realizó una remodelación en los años 40.
Durante algún tiempo luego de la abolición del ejército, albergó a la Fuerza Pública y fue testigo y protagonista de diversos acontecimientos históricos, como cuando en 1969 un comando sandinista realizó un asalto para liberar al líder guerrillero Carlos Fonseca Amador, detenido en el Cuartel.
En criterio de Aguilar la ocupación del Cuartel por parte del Museo se ha dado en tres etapas.
La primera fue cuando se debió buscar el apoyo en la Asamblea Legislativa para promulgar la ley que le otorga el inmueble a la institución. A partir del 2000 comenzó la segunda, definida como «un proceso silencioso pero intenso de negociación y presión por lograr la salida del CIPET».
La tercera fase consiste en la readecuación del inmueble para su nuevo propósito. El funcionario explicó que este paso se inició el año pasado, cuando se dio «un proceso de capacitación del personal con funcionarios de la Coordinación Nacional del Museos del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH), con lo cual la parte conceptual de la reorganización museográfica está muy adelantada».
De manera paralela, el museo enfrentará ahora el replanteamiento de su visión y su misión, al tiempo que se deberá estructurar un nuevo organigrama y solicitar mayor apoyo presupuestario.
Entre las necesidades que ahora enfrenta la institución ante la significativa ampliación del museo, figura la contratación de un arquitecto o ingeniero. «Contamos con una propuesta preliminar de remodelación, pero apenas es un borrador, el edificio requiere modificaciones importantes y es necesario contratar un profesional experto responsable de las obras y que coordine con la oficina de Patrimonio Histórico», manifestó Aguilar.
Entre las principales modificaciones que requiere el edificio, figura la corrección de intervenciones arquitectónicas realizadas por el CIPET, como la instalación de servicios sanitarios en los torreones, detalló Aguilar.
Desde que asumió el MCJD, Sáenz hizo pública su intención de que el nuevo Museo fuera inaugurado en el 2006, pues el último año de la actual administración coincide con los 150 años de la Campaña Nacional.
Sin embargo, Aguilar subrayó que esa apertura únicamente será posible por etapas: «sólo si hay priorización del proyecto por parte del gobierno, podremos inaugurar una primera sala el año entrante».
En ese sentido, Sáenz especificó que la consecución de ese objetivo se vio afectada porque «el CIPET nos birló y salió del lugar muy tardíamente, pero lo importante es que puede ser un museo muy instructivo y mi intención es que no sea un museo regional, sino nacional».
Sáenz fue claro al subrayar que el proceso de traslado apenas empieza: «Si no tenía el edificio, no podía pedir el dinero pues no sabía cuándo sería desalojado».
El Ministro sentenció que su interés es que el Museo «no sólo esté dedicado al soldado Juan, sino a toda la Campaña Nacional, pues me parece importante que el público tenga acceso de forma óptima y abierta a estos acontecimientos, que deben ser celebrados con dignidad».
En opinión de Aguilar el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría «tiene que ser más que un simple depositario de objetos históricos en desuso, debe tener una función social y educativa».