Cultura para el que puede pagar

¿Qué es la cultura en 2003?» Esta fue una de las interrogantes con las que arrancó la conferencia «Políticas culturales: qué podemos hacer dentro

¿Qué es la cultura en 2003?» Esta fue una de las interrogantes con las que arrancó la conferencia «Políticas culturales: qué podemos hacer dentro de la nación y  como latinoamericanos» impartida por el antropólogo e investigador Ernesto García Canclini quien inauguró la Cátedra Costarricense de Cultura  y Desarrollo, el 4 de agosto en el Teatro Nacional.

García Canclini, quien  funge como Director del Programa de Estudios sobre Cultura Urbana de la Universidad Autónoma Metropolitana de México, expuso con gran criticidad, muchas preguntas y con ejemplos concretos una serie de reflexiones en torno a la globalización y los cambios que sufre América Latina sobre manejo de las industrias culturales.

Por la multiplicidad de usos y estudios realizados sobre este tema a veces es difícil «arbitrar en medio de tantas definiciones». Empero García Canclini hizo una aproximación «sociosemiótica de la cultura», y la definió como «el conjunto de prácticas de producción, circulación y recepción de los significados o de la significación en la vida social.»

Aclaró que éstas nos dan una tranquilidad etimológica pero existen una serie de transformaciones sociales que  plantean nuevas interrogantes para redefinir nuestra manera de pensar la cultura.

Entre estas prácticas habló del predominio industrial y la circulación masiva  sobre lo local, la disminución de la inversión estatal y la  retracción de las políticas gubernamentales hacia los campos culturales de bajo costo y el crecimiento de la acción privada a cargo de oligopolios.

El experto reflexionó sobre las fusiones que se dan entre las industrias comunicacionales y las empresas de entretenimiento y puso como ejemplos el caso de American On Line, Telmex y el diario Clarín de Argentina, empresas que se dedican a servicios de telefonía e Internet y a financiar espectáculos masivos. De esta manera estas industrias ahora no piensan en espectadores, sino en clientes.

Criticó el manejo de la información cultural que hacen  los medios de comunicación, cuando tienden a reducir más los espacios dedicados a las secciones informativas para dar paso a los suplementos publicitarios.

En este sentido puso el ejemplo del periódico El Clarín de Argentina, que ha reducido en un 50% las páginas del suplemento cultural, además de que ahora se venderá por separado. «La cultura como un bien opcional para el que puede pagar», sentenció García Canclini.

LOS PELIGROS

En este sentido si bien es cierto la globalización plantea una serie de afinidades regionales, también tiene efectos desintegradores que hacen necesario «una reinterpretación crítica para ver cómo la globalización convierte a mayorías en minorías», dijo el investigador argentino.

García Canclini en forma esclarecedora expuso que unas cuantas empresas u oligopolios se apoderan de la producción artística en América Latina y el mundo y de esta forma determinan que lo que se distribuye. Estas empresas seleccionan a los artistas y rediseñan sus productos de acuerdo con el mercado.

Según García Canclini esto sucede con la llamada «literatura internacional», el World Music y el cine, cuando estas organizaciones corporativas le quitan el micrófono a las mayorías.

«Es el caso de las grandes editoriales españolas que han comprado a las más pequeñas, dejando sin opción de publicar a algunos escritores latinoamericanos porque no pueden asegurar una venta mínima de 3000 ejemplares,» manifestó.

También recordó el caso de la música en Brasil, donde grandes casas discográficas se han apropiado de los derechos para explotar comercialmente canciones de cantautores locales y habló de la distribución del cine mexicano en los Estados Unidos, que no alcanza el 1%.

Para el especialista estos grupos empresariales han centralizado la cultura en forma estratégica para atraer más inversiones y así prestigiar a ciertas empresas económicas.

Sin embargo todavía sigue siendo algo que no sólo se mueve en la lógica del mercado. Al respecto refirió que hay grupos y artistas que realizan «acciones imaginativas» que intervienen en la lógica del poder y el capital.

Ejemplificó esto con una de las intervenciones más provocativas en la Bienal de Arte de Venecia, por parte del artista Santiago Sierra, quien exige pasaporte español para entrar a ver su instalación en la que -los que pueden entrar- observan las ruinas de las bienales anteriores. También recordó cómo en la Plaza Mayor de Lima la gente salía a lavar la bandera, actividad que se extendió a otras 20 comunidades de Perú como una forma de exigir mayor transparencia al gobierno.

Por otro lado, señaló que grandes empresarios se aprovechan de una nueva retórica nacional y populista mediante la simulación de una agenda social que hace referencia a la necesidad de solventar la crisis de los países latinoamericanos.

Además, a la forma en que ciertas transformaciones de la sociedad modifican las condiciones para aplicar las políticas culturales.

Señaló como una dificultad el hecho de que la mayoría de la sociedad vive en el «presentismo», al ser la moda y la inmediatez lo que prevalece en las culturas.

«¿Cómo reconstruir a partir de esto un sentido de proyección a futuro?» fue una de las preguntas de García Canclini.

Es necesario realizar más diagnósticos culturales y aprovechar los recursos disponibles; también se carece de una agenda cultural y hace falta evaluar el patrimonio editorial y cultural, así como establecer políticas culturales para reivindicar lo público como un bien social compartido que integre a los diferentes actores de la sociedad .

«En este sentido parece que entramos a una etapa en la que la comprensión de lo social y las oportunidades de acción cultural no se acaban en las etiquetas,» manifestó.

Agregó que «es necesario reconstruir un latinoamericanismo crítico que nos permita tener una visión diferente de la cultura, pero que no se agote en las teorías sociales y antropológicas ni en las prácticas de los gobiernos y el mercado, para lo cual hay una pregunta con la que podemos concluir ¿ Qué podemos hacer para que los políticos y los economistas nos hagan caso? «

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