Todo parecía indicar que las lluvias, los derrumbes y las protestas iban a truncar la tercera edición del Festival Internacional de Calipso “Walter Gavitt Ferguson” en Cahuita, cantón de Talamanca, Limón. Sin embargo, por tres días los cielos se aclararon, las carreteras se despejaron y el sonido lejano del quijongo comenzó a retumbar de la emoción. No había nada que le impidiera al calipso volver a sonar en las costas del Caribe costarricense.
Desde la llegada de los trabajadores afroantillanos hasta nuestros días, estas costas han visto pasar una historia de luchas y sufrimientos, pero la música no ha dejado nunca de sonar.
Los ecos del banjo, el quijongo y las congas sirvieron para dejar correr la voz en el pueblo, días para celebrar la cultura afrocaribeña. Los murmullos llegaban hasta la casa del padre costarricense del Calipso, Walter “Gavitt” Ferguson, quien a sus 97 años escuchaba el festival desde su casa, mientras cuidaba a su esposa sentado en el sillón de su hogar.
El parque de Cahuita fue el espacio de expresión para las diferentes facetas de la identidad cultural afrocaribeña, desde los bailes de square dance o baile de cuadrilla, géneros musicales tan diversos como el góspel y la socca trinitaria, hasta los deliciosos “patís” y enyucados con chile panameño que ofrecían señoras en el camino.
Por el escenario transitaron calipsonians y músicos de vieja guardia, como Cyril Silvan, Junior Emilio Álvarez y Alfonso Goulbourne, junto con las nuevas promesas del calipso como Profetas, el joven Danny de Junior and the Calipsonians, el grupo de calipso de la UCR de Limón, entre otros.
El invitado internacional del Festival, que cerró la noche del sábado 4 de julio, fue el cantante Chucky Gordon, elegido en Trinidad y Tobago por dos años consecutivos (2014-2015) como el “Monarca del calipso”.
Este festival coincidió con la celebración de los 100 años de la fundación del distrito de Cahuita, donde una personalidad como Claudio Reid Brown recordó los días cuando el expresidente Alfredo González Flores naufragó en las costas del Caribe Sur y fue ayudado por los pescadores locales.
Cahuita es casa para el calipso, hogar de sus mejores calipsonians y sede del animoso Festival Internacional de Calipso, que busca contagiar del sabor caribeño a las nuevas generaciones, dentro y fuera de Limón.
Una noche, muchos calipsos
La noche del sábado 4 de julio Cahuita tenía muchos motivos para celebrar. El parque, desde horas de la tarde, era punto de encuentro de cientos de personas locales, nacionales y extranjeros. Había gran expectativa por los conciertos de Profetas, Johnny Dixon con Kawé Calipso y el Monarca del calipso trinitario, Chucky Gordon.
Entonces, una neblina se posó sobre la costa y la lluvia apareció, como era de esperar. Sin embargo, eso no detuvo a Johnny Dixon para cantar en medio del público: “Yo estoy bajo la lluvia con ustedes”, repetía mientras cantaba “Rice and beans”.
Mientras tanto, cuando le tocó el turno al músico trinitario Chucky Gordon, la lluvia se detuvo y este puso a bailar sobre el barro a decenas de personas, junto a la banda nacional Cantoamérica. Su calipso era mucho más activo y vivaz que el calipso limonense, y se acercaba a lo que se conoce como “socca trinitaria”.
El calipso de Chucky Gordon recordó las conexiones que tiene la historia del Caribe costarricense con países como Jamaica, Trinidad y Tobago y Panamá. El Caribe nacional, al igual que estos países, es bilingüe, protestante y heredero de culturas como la africana, la china, la inglesa y la indígena.
“No conocía cuán importante era el calipso en Costa Rica. Eso para mí fue una sorpresa”, afirmó el trinitario al día siguiente de su concierto, dejando claro que el calipso es una raíz que brota y viaja de muchas maneras por el Caribe, pero que mantiene un pasado común con las grandes movilizaciones de trabajadores afroantillanos.
Chucky Gordon, monarca del calipso trinitario:“El calipsonian representa la voz de la gente, es una voz de protesta”
En el salón comunal de Cahuita, se llevó a cabo un taller dedicado a cómo y para qué se hace un calipso hoy en día, donde participaron Chucky Gordon, Danny Williams, Johnny Dixon, Manuel Monestel, entre otros.
Con un inglés fresco y cantado y una voz aguda y amigable, el joven calipsonian Chucky Roderick Gordon compartió que en Trinidad y Tobago −en época de carnavales− se desarrolla una competencia entre calipsonians jóvenes, que buscan ser “monarcas” del calipso cada año. Este concurso se realiza desde el año 1939 en tierras trinitarias.
“Hay muchos temas que el calipso puede abordar, pero a mí siempre me motivaron los temas sociales. Para mí, el calipsonian representa la voz de la gente, es una voz de protesta. Tiene la virtud de que puede meterse en cualquier tema, desde el último chisme en el pueblo hasta la crítica a las condiciones sociales”, aseguró Gordon.
El calipso se ha renovado en Trinidad y Tobago por medio de las “tiendas de calipso”, donde la persona encargada de una tienda de discos se dedica a ayudar a los nuevos cantantes y a darles difusión. Esta forma de transmitir el calipso ha sido la característica desde la década de los 50, y se ha mantenido vivo hasta nuestros días.
Otra forma en que el calipso se ha renovado en Trinidad y Tobago ha sido mediante la “socca”, que según Gordon es un calipso a ritmo acelerado. Para él, la “socca” se ha adaptado a un contexto más de fiesta, mientras que el calipso se mantiene como la raíz de la conciencia.
“Hoy veo la necesidad de la gente para que esa música pueda transmitir un mensaje, más allá de la pura celebración”, expresó el músico trinitario.
Cuando Danny Williams tomó el banjo y explicó que el calipso se hace al instante, todo se prestó para que se creara una canción en el mismo lugar. El limonense Johnny Dixon −cantante de la Big Band de Costa Rica− empezó a improvisar letras jocosas, mientras el monarca del calipso Chucky Gordon cantaba junto a los participantes. El salón comunal de Cahuita se volvió sede de un nuevo calipso nacido del momento, que cantaba:
“Tell me, tell me my friend,
About Calipso now and then”
“Cuéntame, cuéntame amigo
Sobre el calipso antes y ahora”.
Un ritmo que cruzó el Atlántico
Hace poco menos de 150 años, las costas del Caribe cambiaron para siempre. Las plantaciones de tabaco, algodón y el banano, así como la construcción del canal de Panamá y los ferrocarriles, aumentaron el tráfico de trabajadores africanos, jamaiquinos, chinos y europeos hacia América.
A las costas de Limón llegaron embarcaciones como el vapor “John G. Meiggs”, que en el siglo XIX transportaba esclavos provenientes de Livingstone, Omoa, Cieneguita, Nueva Orleans, Surinam, Kingston, entre otros puertos.
Según datos arrojados por el investigador y músico Manuel Monestel, para el año 1872 se registró la llegada de:
-100 irlandeses provenientes de Nueva York
-200 chinos provenientes de Belice y Honduras
-653 chinos de Macao y California
-400 africanos de Curazao
-1.470 afroantillanos
-1.437 italianos
Estas poblaciones protagonizaron acciones colectivas al exigir mejores condiciones laborales y de salud. En 1888, más de mil italianos se sublevaron; para 1890, fueron los jamaiquinos, y en 1910 más de 200 trabajadores de Saint Kitts y Nevis se levantaron en huelga.
En estas fechas, Marcus Mozaiah Garvey llegó a las costas de puerto Limón, como un trabajador más a las plantaciones bananeras. Cuando vivió las jornadas sin pago y las muertes por serpientes, comenzaron a brotar sus ideas para fundar el conocido “Black Star Line” en la calle 5 avenida 5 en Limón, sede del Movimiento Universal para el Mejoramiento Negro, en 1922.
Por la persistencia de la explotación laboral, la mala salubridad y la baja paga salarial, en 1934 se desemboca la gran huelga bananera contra la United Fruit Company (UFCo.), que paralizó al país entero. El periódico de Garvey Negro World fue prohibido por la UFCo., pues “infundía insatisfacción entre los trabajadores”.
Esta historia es la que envuelve al calipso limonense, una síntesis de ritmos musicales que a la vez evidencia la mezcla de culturas: una pizca de “mento” jamaiquino, otra de “calipso” trinitario y un fondo de historias de luchas sociales. Las migraciones han sido, y siguen siendo, un canal de encuentro e intercambio que ha enriquecido y variado el panorama cultural y político de nuestro país.
*Fuente: Ritmo, canción e identidad: El calipso limonense (1920−2000), tesis de Maestría en Artes de Manuel Monestel Ramírez.
El padre del calipso limonense
La casa de Walter “Gavitt” Ferguson está ubicada cerca de la entrada del Parque Nacional Cahuita, a unos cuantos metros del parque Alfredo González Flores.
A sus 97 años, Walter Ferguson se sienta en su sillón a escuchar el mar, ver la gente pasar y, de vez en cuando, recibir las visitas que su ceguera parcial le permita.
Aunque no pudo asistir a los conciertos del festival por razones de salud, el calipso llegó a él de muchas formas. La música que escuchaba a lo lejos lo hacía sonreír de satisfacción, pues las semillas que un día plantó este conocido calipsonian hoy rinden frutos.
Cuando algunos líderes comunales junto a Manuel Monestel lo visitaron, el padre del calipso recordó con cierta dificultad pero mucha emoción, su canción “Cabin in the water”.
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