Luis Theon, dramaturgo

El discurso de Kafka es, desgraciadamente, tan vigente

El Teatro Universitario se une a las celebraciones de los 75 años de la Universidad de Costa Rica con el montaje de El proceso

La Universidad de Costa Rica (UCR) conmemora por partida doble: su fundación hace 75 años y la creación del Teatro Universitario (TU) hace 65. Lo celebra a lo grande con el montaje de una adaptación de la novela El proceso, del checoslovaco Franz Kafka (1883-1925), obra que se estrena el 20 de agosto en el Teatro de la Aduana.

A cien años de la muerte del escritor, Manuel Ruiz, director de la Escuela de Artes Dramáticas de la UCR y del TU, invitó al argentino-canadiense Luis Thenon, para hacerse cargo de la puesta en escena.

El director, dramaturgo y escenógrafo, es el fundador y director del Laboratorio de Nuevas Tecnologías de la Imagen, el Sonido y la Escena, en la Universidad Laval, en Quebec, Canadá.

Con Costa Rica tiene una estrecha vinculación, pues montó en el 2006 El sétimo círculo, del escritor nacional Daniel Gallegos, e Historia de un soldado, del ruso Igor Stravinsky, en el 2004.

Con dramaturgia del también argentino Alejandro Finzi, Thenon tiene varios meses de trabajar en el proceso creativo de la versión teatral kafkiana, coproducida con la Compañía Nacional de Teatro del Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ).

De acuerdo con Ruiz, este aporte es la forma con que el TU hace patente su papel fundamental en la institucionalidad universitaria, en donde ha abierto un espacio basado en la diversidad y la investigación teatral; un laboratorio para estudiantes, directores y demás creadores del hecho escénico.

UNIVERSIDAD conversó sobre el universo kafkiano, el proceso creativo y la tesitura del montaje, con Thenon, Ruiz y Pablo Morales (actor protagónico de El proceso). A continuación, un extracto.

¿Cuál es la relevancia de este proyecto en el marco del 75 aniversario de la Universidad de Costa Rica?

−Kafka es un autor avanzado, estéticamente, para su época. Su discurso está, desgraciadamente, vigente al hablar de los sistemas que terminan comiéndose a la sociedad y al ser humano. Aceptar esta puesta era decirle a la Universidad, desde el Teatro Universitario, “queremos asumir la dimensión cultural, artística y social que el arte tiene y más aún el arte universitario”; el TU debe asumir un mandato particular, del gran repertorio de darle un lugar a los dramaturgos nacionales, a las nuevas estéticas, a los inicios profesionales.

Durante el ensayo mencionó que el estilo del montaje es pre y pos expresionista contemporáneo. ¿Cómo se materializa escénicamente?

−Es una conjunción de lenguajes. Por ejemplo, le pedí al diseñador de luces, Gabrio Zapelli, que no me haga una iluminación completa, que haya calles de luz −que es muy expresionista−, que haya contrastes, que haya una iluminación cenital o semicenital, que sea en penumbras; o el lenguaje sonoro a partir de la atonalidad de compositores como (Arnold) Schönberg y (Benjamin) Britten, contemporáneos de Kafka que comparten una visión estética. Esa atonalidad está en la interpretación de los personajes.

¿Cómo se trabaja este estilo con los actores?
−A partir de una disociación con el texto, para que el actor construya el personaje no mediante una intelectualidad textual, sino con un esquema de sonoridad de palabras que le produzcan sensaciones corporales, en un gran caos que lo llevan al movimiento. Hicimos ensayos sin texto, con un trabajo fuertemente corporal y pensamientos contradictorios que crean estados anímicos.

¿Josef K. es Kafka? 
−Kafka va tomando de su vida pequeños trozos y con esto construye una novela totalmente fragmentaria, en la que hay una transversalidad autobiográfica.

Kafka propone personajes femeninos vulnerabilizados, “objetos” del sistema machista que, sin embargo, para Josef K. son la posibilidad de ayuda, de salir de ese mundo.

−El universo de lo femenino de Kafka es muy ambiguo. Ana es el único personaje implicado en la posible salvación de Josef K. Si hay un personaje positivo en esta novela es ella. La visión de la mujer en esta puesta era un desafío para no caer en estereotipos reductores, ideológicamente contrarios a lo que la sociedad, en su avance, va buscando. Ana es la única que trata de abrirle una puerta, que le dice “no entre, váyase”.

Desde el punto de vista de la actuación, ¿Ana tiene una actitud hierática, que permite tomar distancia y objetivar su situación?
−Tiene que ser así, porque de otra manera, como director corro el riesgo de poner en el escenario algo que sea totalmente contrario a mi propia ideología, porque tampoco se trata de un melodrama, se trata de una tragedia. Si hacemos hoy Kafka es porque creemos que sus textos son de una gran actualidad, entonces no podemos escapar a la discusión del lugar de la mujer en la sociedad.

¿No hay una salida para Josef K.?
−No la hay, y K. la asume, más que los propios asesinos. Hay un sacrificio de redención social. En el momento en que a K. se lo llevan los dos detectives para asesinarlo, el conjunto del personaje coral, que también es protagónico en la novela, va a juntarse en un lugar del escenario dándole la espalda y escondiendo la mirada. Pero hay un personaje que atraviesa la escena en ese momento, que es Ana. La única manera de balancear el personaje femenino es sacarla de esa masificación, en la que también están las otras dos mujeres. Si alguien no se esconde y deja en su mirada una última imagen de la vida, es Ana.

Con Pablo Morales: sonorizando a Josef K.

Pablo, ¿cómo fue tu proceso creativo a partir la sonoridad planteada por Thenon?
−Creo que el hecho de estar en el Teatro Universitario implica un proceso de investigación artística, de laboratorio y búsqueda que pocas veces uno puede hacer en otros tipos de procesos.

¿Qué te provoca desde el punto de vista sensible y cómo lo ponés en escena?
−En esas estoy. El trabajo corporal, con otros actores, el contacto físico, con el texto desestructurado, me dio claves para entender el personaje desde la sensorialidad y la complejidad de lo que Luis nos ha marcado como territorio: lo atonal, lo asimétrico, la disociación, la no lógica de ciertas cosas expresada en la no lógica de los espacios.

 ¿Y la mujer en El proceso?

−Josef K. busca en ellas consuelo, ayuda, lo erótico. Estas relaciones con las mujeres son momentos de paz, una isla, un puerto donde para, en el que no puede quedarse.

Una frase de la novela dice: “Las manos femeninas producen milagros en silencio”; para Josef K., la mujer es una salvación. Pero la novela también plantea que todos somos víctimas de una cosa que hemos creado, que nos consume. Kafka era una víctima de su propia historia, de su propia psique, de sus propios traumas, y él escribe desde ese dolor.

 

Inmersión kafkiana

Qué: El proceso, de Franz Kafka.

Dirección: Luis Thenon.

Elenco: Pablo Morales Rodríguez. Amadeo Cordero Hidalgo, Pablo González Guzmán, Ana Ulate Sancho, Natalia Regidor Castro, Juan Carlos Calderón Gómez, Jean Martén Araya, Carlos Miranda Bonilla, María Orozco Sobalvarro, Manuel Ruiz García, Alex Molina Acevedo, Alvaro Marenco Marrocchi, Vinicio Rojas Arias, José Gustavo Castro Chacón, José Montero Peña, Rubén González Ureña, Pablo Molina Cortés.

Equipo técnico: Allan Hernández Ugarte (banda sonora), Gabrio Zapelli Cerri (diseño de iluminación), Luis Thenon (diseño de escenografía y ambientación sonora), Rolando Trejos (diseñador de vestuario), Compañía Nacional de Teatro (construcción de escenografía),

Fernando Castro (pátina de escenografía), Manuel Zumbado (diseño gráfico), Zoraya Mañalich (productora de campo), José Montero (coordinador de producción), Angie Cervantes (asistente de dirección).

Producción: Teatro Universitario de la Universidad de Costa Rica.

Coproducción: Compañía Nacional de Teatro.

Dónde: Teatro de la Aduana “Alberto Cañas”.

Cuándo: jueves 20 de agosto a domingo 13 de setiembre.

Precio de la entrada: ¢5.000 general y ¢4.000 ciudadanos de oro y estudiantes con carné

Facebook: teatrouniversitario.ucr

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