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El misterioso sanatorio que se niega a morir

Una investigación de Sonia Gómez, historiadora del Centro de Patrimonio Cultural, confirmó que en el Sanatorio Durán, en Potrero Cerrado de Cartago

Una investigación de Sonia Gómez, historiadora del Centro de Patrimonio Cultural, confirmó que en el Sanatorio Durán, en Potrero Cerrado de Cartago, en Oreamuno, tenían su propia moneda, lo cual certifica la autosuficiencia de la comunidad en la que se combatía la tuberculosis, y cuyo primer edificio cumplirá 100 años en el 2016, por lo que el Estado costarricense se propone rescatarlo.

La iniciativa comenzó en el 2014, con la declaratoria de Patrimonio Histórico al conjunto de edificios levantado por el ingeniero mecánico Lucas Fernández, explicó Ileana Vives, directora del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural.

La intervención de ese primer edificio, que decidieron cerrar por el mal estado en que se encuentra, todavía no dispone de un presupuesto asignado y se desconoce el monto del que dispondrán, indicó Vives; pero ese será el primer paso si el país pretende rescatar el conjunto que impulsó el doctor Carlos Durán, inspirado, en parte, porque una de sus hijas padecía de tuberculosis.

Fernández se destacó en su momento al crear la iglesia de Grecia, el Parque Simón Bolívar y la Escuela Metálica, detalló la arquitecta.

Para Vives, la recuperación del Sanatorio Durán −en donde las condiciones climáticas cumplían una función trascendental, dado que la tuberculosis se veía como una enfermedad si no incurable, sí de difícil tratamiento−, es un reto para conservar un conjunto de edificios de gran significación para el país.

“El Sanatorio Durán es un testimonio social de la época. Se construyó durante la Primera Guerra Mundial y evidencia una conciencia sobre la importancia de la salud”, dijo.

“El doctor Durán curó a su hija Elena de tuberculosis en Estados Unidos y se preocupó por aquellos que, como él, no tenían los recursos para atender dicha enfermedad. Fue entonces cuando concibió el centro que impulsó con tanta pasión”, recordó.

La forma en que fue ideado el centro médico evidencia una visión de avanzada para la época, y de ahí la importancia de que el Sanatorio se pueda recuperar.

Para el 2016 solo se dispondrá de dinero para el primer edificio, el cual, justamente, cumplirá un siglo de construido.

“En otras circunstancias el Sanatorio Durán ya hubiese sido demolido, pero Costa Rica se niega a hacerlo. Lo menos que podemos hacer en el Centro de Patrimonio es velar por ese sentimiento de conservación”, comentó Vives.

LA CLAVE DE LA RECUPERACIÓN

Una vez que se superen los escollos de la financiación para recuperar todo el conjunto de edificios −ubicados en un terreno a 2.080 metros sobre el nivel del mar, lo que era un valor agregado por las brisas frescas que favorecían la salud de los enfermos−, es imprescindible determinar su uso.

Para Vives, como lo expuso en una amplia entrevista publicada en UNIVERSIDAD el año pasado, recuperar una edificación sin saber su próxima utilidad no tiene sentido.

La arquitecta es partidaria de que los edificios patrimoniales tengan un uso permanente, porque de lo contrario eso lleva al deterioro de los inmuebles.

Por esta razón, se debe definir en qué se utilizará ese primer edificio administrativo del antiguo sanatorio, que se construyó entre 1916 y 1918. Hay que recordar que en el levantamiento del conjunto de edificaciones se tardaron cerca de tres décadas.

“La única fórmula para que un edificio no se deteriore en el tiempo es que tenga una utilidad bien definida y que desde luego se le dé el mantenimiento necesario”, acotó.

En esa primera edificación podría abrirse una cafetería o alguna otra actividad. El próximo año, antes de que comiencen los respectivos trabajos, deberá tenerse clara la función de ese primer edificio, porque con base en ello se hará la reconstrucción, explicó.

Actualmente, solo la Unión de Productores Agropecuarios (UPAS) emplea uno de los edificios.

A la vuelta de casi un siglo, aquel viejo edificio −que en su oportunidad fue construido con cedro y pochote, dos maderas finas y de gran resistencia− empezará a ser restaurado, con el fin de que esa etapa sirva de punta de lanza para el resto.

Lleno de un misterio que lo acompaña desde su fundación, el centro, que ha sido fuente de leyendas, podría recuperar al cabo de unos años ese esplendor que lo distinguió en Costa Rica y Centroamérica como un proyecto único y de avanzada.

Si se mira con detalle la historia, el centro tenía carnicería, farmacia, capilla y hasta un cementerio, es decir, el ciclo completo de vida y muerte convivían en sus predios, por lo que el rescate del conjunto es un reto para la historia, la medicina y la arquitectura del país.

Museo+UCR conmemora en exhibición al Sanatorio Durán

Francella Chaves

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Desde el pasado 7 de mayo, el Museo de la Universidad de Costa Rica (Museo+UCR) inició a la exposición Sanatorio Dr. Carlos Durán Cartín: “Una comunidad entre las montañas”.

La exhibición, de entrada gratuita, se mantendrá hasta el 3 de junio en la Sala Multiusos de la Escuela de Estudios Generales, de lunes a viernes de 10 a.m. a 6 p.m.

Esta iniciativa surgió el año pasado, como parte de una lucha para convertir en patrimonio el complejo de edificios que integran el sanatorio.

Dentro de estas intenciones por rescatar el complejo, cabe mencionar también una tesis de licenciatura presentada por estudiantes de la Facultad de Antropología de la Universidad de Costa Rica (UCR) en el 2011.

Ana Cecilia Arias Quirós, Pablo Barquero Morice, Faridy Mena Bustamante y Monserrat Rojas Madrigal propusieron un proyecto para hacer una excavación arqueológica y la recuperación de la cultura asociada al sanatorio.

“Se busca familiarizar a la gente con una historia objetiva del sanatorio, eliminando ciertas cargas míticas y ficticias que rodean el lugar −que no le han favorecido de ninguna manera−, lo cual ha promovido que los muebles se hayan ido deteriorando de forma vertiginosa en los últimos 30 años”, aseguró Laura Raabe, curadora de artes visuales y unas de las encargadas del proyecto.

El Sanatorio Durán

Localizado entre Tierra Blanca de Cartago y Potrero Cerrado de Oreamuno, fue en 1915 que se promulgó la ley de instauración del Sanatorio Dr. Carlos Durán Cartín para tratar a enfermos con tuberculosis; aunque no fue sino hasta 1918 que sus puertas fueron abiertas.

Según Raabe, “por ser la tuberculosis una enfermedad con una carga social tremenda y para evitar que la población sana se contaminara por enferma, lo más lógico era aislarlos de los centros urbanos y colocarlos en un centro en que tuvieran el menor contacto posible con la población sana y, así, cortar la cadena de contagio”.

Todavía hoy, el sitio es conocido popularmente por los costarricenses como un lugar “embrujado”, pero en su etapa de inicio y hasta su cierre en el año 1973 fue distinguido por su “tecnología” medicinal de punta, clasificada como de primer mundo. Contaba con laboratorios, salas de rayos X, laringología y una sala de cirugía.

Por localizarse en una región alejada, se desarrollaron mecanismos de autoabastecimiento en donde los mismos funcionarios del centro eran los que trabajaban.

Métodos como el cultivo y cuido de hortalizas y la crianza de ganado se convirtieron en uno de los principales sustentos económicos para el sanatorio. Gracias a esto, pudieron construir más adelante una pulpería y una panadería.

La cura sanatorial, que era el método con el que se trataba de mejorar el estado de los enfermos, se basaba en la búsqueda de métodos que le subieran las defensas; los principales eran reposos prolongados, alimentación abundante y la helioterapia, que consistía en ubicar los pacientes por rangos de horas a recibir sol. Esta técnica se complementaba con la respiración de aire puro.

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