Feria del Libro rinde homenaje a Felipe Granados

En el marco de la FILCR, Ediciones Perro Azul retorna al redil literario con El libro de los malos tiempos, poemario póstumo de Felipe Granados.

Una semana antes de iniciada la 16.° Feria Internacional del Libro 2015, el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) saldó una deuda con el fallecido poeta cartago Felipe Granados (1976-2009).

Así lo expresó su entrañable amigo y también poeta Alfredo Trejos, el viernes 18 de setiembre por la mañana, luego de la inauguración en el Teatro de la Aduana de la mayor fiesta literaria del país.

Trejos lo externó en una mesa junto a sus otros entrañables amigos Carlos Aguilar, editor de Perro Azul, y Paola Valverde y Dennis Ávila, poetas y gestores culturales.

Una vez más, Felipe convocó a su gente querida para hablar –esta vez en una entrevista periodística− sobre poesía y afecto, sobre su legado literario y amoroso, para rememorar que Felipe es todo a la vez: “el ying y el yang” –según expuso Valverde−, la ternura y el desgarramiento.

Granados es uno de los tres escritores honrados en el marco de la FILCR, junto al nicaragüense Ernesto Cardenal y nuestra Carmen Lyra.

Pero el verdadero homenaje es el que cada día le rinde su familia nuclear y extensa, como ese que le hace Aguilar con el retorno de Ediciones Perro Azul y la publicación de El libro de los malos tiempos.

UNIVERSIDAD conversó con sus cuatro amigos y colegas, en un ritual en el que Granados se hizo presente con su poesía y amores contundentes.

Vuelve Ediciones Perro Azul con el poemario de Felipe Granados, ¿por qué?

Carlos Aguilar: En principio, porque Felipe es autor de Perro Azul. Habíamos publicado Soundtrack en primera instancia; después, cuando Felipe estuvo en sus últimos meses de vida, estuvimos conversando de su libro Pop, que estaba por publicarse y que cuando lo íbamos a hacer se puso mal y no tuvimos ni tiempo ni ganas ni el ánimo de editarlo. Después cuando murió nos quedamos en luto y hasta ahora nos pareció oportuno con Dennis y Paola, con el regreso de la editorial −con lo que llamamos el segundo tiempo−; pues, aparte de ser un entrañable amigo, es un poeta al que queríamos, en el que confiábamos, admirábamos y respetábamos su trabajo. Felipe fue un poeta que estuvo en el centro de una generación muy valiosa, no tanto en producción, sino en discusión. Fue un tipo muy generoso, que siempre estuvo ahí para hablar y compartir los libros, su trabajo; para nosotros, es como un estandarte.

¿Cuáles son las características de la poesía de Felipe?

Carlos Aguilar: Felipe se enmarca dentro de una estética del descontento, pues nunca estuvo conforme con lo que se le dio, con lo que existía en el país, en el sistema. Fue un poeta de encuentro –más que de ruptura–, de muchas generaciones, de muchas estéticas, muy disconforme pero muy interesado; investigador, inquieto y de ahí nace una estética del desarraigo, de la cual es de los máximos exponentes, pero llevada al entorno de San José nocturno, un poco marginal, aunque muy erudito en sus apreciaciones, como lector, con una propuesta muy pensada; cuando hablamos de descontento no era un tipo que escupía en los poemas, de malas palabras.

Paola Valverde: Trabajando este libro, podemos ver que sus poemarios eran estructurados, tenían una línea, era un constructor de libros, poemas, en donde se ven los rasgos de mucha ternura y tristeza, ácido cuando tenía que serlo. Definitivamente fue un referente muy importante para la generación nuestra. Sabía muy bien lo quería y dónde estaba parado. Buscaba la honestidad y la autenticidad; huía de las cosas maquilladas, le gustaba lo puro, lo crudo.

¿Qué quería Felipe?

Carlos Aguilar: Felipe tenía claro que era escritor, más que poeta. Es difícil encajonar a alguien en un estilo, pero sí creo que su poesía era muy cotidiana, de las cosas inmediatas, del alma. Era un buscador de emociones, de sensaciones, coherente con lo que pensaba y hacía; nunca se separó de la poesía. Era como un poemario suelto, dando vueltas por San José.

Dennis Ávila: En Felipe, escritor y obra no pueden separarse, por eso no se puede separar al amigo del poeta. Me resulta placentero ver que su poesía, incluso en sus últimos alientos, siguió siendo esa imagen de San José en el mundo; era tanto un gota de agua como el mar entero, estaba satisfecho por lo que absorbía a cada momento y siento que por eso se volcaba de una manera tan intensa al vivir, en las cosas buenas y en las cosas malas.

Se le conoce por su único poemario Soundtrack, y se convirtió en una especie de leyenda, ¿un mito?

Dennis Ávila: Es un libro preciso, cada uno de los poemas tiene una personalidad rotunda. Es difícil encontrar libros que no tengan poemas de relleno y Soundtrack no los tiene y eso lo vuelve algo imprescindible. Eso lo logra porque fue un poeta de mucho oficio, siempre estaba trabajando, era un autodidacta de primer nivel, sabía a dónde tenía que llegar y eso se ve en cada uno de sus poemas.

¿Cómo llegan a esta edición de su segundo libro?

Carlos Aguilar: Era como un encargo, porque tengo sus textos. Cuando hablás de que se convirtió en una leyenda es porque estaba presente en todo lado hablando de poesía, pero su producción era relativamente pequeña y muy trabajada, porque era obsesivo. Estuvo trabajando 15, 20 años y tenía dos libros prácticamente terminados. Es casi impensable que alguien con esa energía, con ese amor y esa pasión por la poesía escribiera tan poco. Llegamos a El libro de los malos tiempos porque teníamos el compromiso de que saliera un libro muy depurado.

Hay mucha gente que no conoce a Felipe, ¿es una deuda con estas generaciones?

Carlos Aguilar: Más que una deuda, tenía un compromiso fuerte; no solo con él, sino con la gente que quedó. Perro Azul estuvo afuera cuatro años, porque parte del silencio de Felipe es el silencio de Perro Azul. Cuando muere, dos años después cierro la editorial. Ahora es volver con un amigo entrañable que siempre va a estar halando cajas.

El homenaje que se le rinde en el marco de la Feria, ¿es parte de la “socialización” de Felipe, de su legado?

Paola Valverde: Cuando se dieron cuenta en el Ministerio de Cultura que estábamos editando este libro y que se le iba a hacer un homenaje en la presentación, nos llamaron y dijeron que querían rendirle un homenaje junto a Ernesto Cardenal y Carmen Lyra. Esto pasó hace una semana, y me parece supermerecido; ellos sabían que era algo muy importante y no lo podían dejar pasar.

Carlos Aguilar: Es un momento oportuno para socializarlo, como decís, porque ha habido mucho silencio alrededor de él y eso lo convirtió en un mito.

 

<em>El libro de los malos tiempos</em>

Alfredo Trejos, poeta: “La primera reacción: despliego el libro y empiezo a meterme en una máquina grande, densa, compleja, porque es escucharlo hablar. Es una poesía tan sencilla, tan abordable, tan de uno y tan de él. Es compartir los momentos más importantes de la creatividad de Felipe, de su vida y su ausencia; vivió su propia ausencia mucho antes de morir y ahí lo empezó a verter, a desgranar. Hay poemas mínimos, los más comprimidos en donde repele al mundo por el bien de los demás, es un aislamiento para morir. Y llegué a odiarlo por ‘güevón’. Hubo un trámite muy denso entre él y yo por puro amor, porque uno quisiera tenerlo acá y revisar este material que es fascinante; de ahí el valor de que un cúmulo de iniciativas hayan desembocado en este libro, que nunca estuvo perdido, sino cesante y vuelve”.

 


 

 

Poesía mínima

Escucho

Ruido de caballos

Que huyen de la lluvia

Me iré con ellos

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