Frank Pineda: “Hay que disparar la imaginación en el cine”

“Hacer un cine que denuncie la injusticia” fue uno de los pilares de la producción audiovisual que destacó el productor y director de fotografía

Productor nicaragüense destacó el esfuerzo necesario para hacer cine en Centroamérica.

“Hacer un cine que denuncie la injusticia” fue uno de los pilares de la producción audiovisual que destacó el productor y director de fotografía nicaragüense Frank Pineda, durante una entrevista concedida a UNIVERSIDAD.

Pineda vino al país como parte del jurado de los premios del Fondo de Fomento al Audiovisual de Centroamérica y el Caribe (CINERGIA) y tiene una amplia trayectoria en el campo. Desde 1979 fundó el Instituto Nicaragüense del Cine (INCINE) y durante los años 80 se desempeñó como camarógrafo corresponsal de cadenas internacionales en la guerra que sufrió su país.
En 1990 fundó la productora independiente Camila Films, con la cual ha emprendido numerosos proyectos tanto en el campo de la ficción como en el documental, y con la que produjo La Yuma, el primer largometraje de ficción nicaragüense en 20 años. En él recoge la historia de una mujer joven, quien proviene de una comunidad de riesgo social y que recurre a la práctica del boxeo para salir adelante. El filme fue estrenado el pasado 1 de octubre en el Festival de Cine de Biarritz, en Francia.

¿Comparte la opinión de que hacer cine en el contexto centroamericano es un oficio elitista, porque implica enormes costos de producción y es muy difícil obtener réditos de la inversión?

– No lo creo, las condiciones del desarrollo del cine las da cada país, hay proyectos que se pueden hacer con bajo presupuesto y la necesidad te vuelve creativo. Hay que disparar la imaginación.  Hay países que no tienen leyes cinematográficas ni fondos de apoyo, como los centroamericanos, pero esto no significa que el cine sea una actividad elitista, sino que impulsa la necesidad de contar historias y mostrar la identidad de los países al emprender proyectos cinematográficos. El cine es un arma de denuncia, pero también es entretenimiento y expresión.

¿Que lecciones le dejó lo que fue la gestión del Instituto Nicaragüense del Cine (INCINE)?

– En la época en que fundé el INCINE, en Nicaragua el cine era un instrumento político e ideológico de la revolución. Hacer cine era un arma de defensa porque estábamos en guerra. Después empezamos a hacer un cine crítico para que el pueblo se instruyera, a tener contradicciones y en ese momento me salí para fundar una productora independiente y así ocuparme de las temáticas propias.
Con el desgaste de la guerra, se fue desmontando todo el andamiaje que cumplió una función importante, y así el INCINE dejó de ser funcional y fue mermando su presupuesto.
En Nicaragua no hay leyes ni apoyo institucional, el cine se hace por el esfuerzo de personas particulares.  Fue un aprendizaje enorme durante los primeros años, filmé miles de rollos de película durante la guerra y eso fue una gran experiencia para continuar ahora el trabajo con el apoyo de embajadas y organizaciones no gubernamentales.
Camila Films se ha caracterizado por ocuparse de temas sociales, pero también hemos emprendido proyectos experimentales, ahora con La Yuma queremos entrar al circuito de proyecciones internacionales, acabamos de hacer el estreno mundial en el Festival de Biarritz y apareció un artículo en La Jornada de México y El Nuevo Diario de Nicaragua, que habla sobre las dificultades que enfrenta la juventud en Nicaragua y que generó una amplia discusión, significa que la película aún no ha sido vista y ya genera debate.
Creo que esta película va a funcionar con el público latinoamericano y centroamericano que es más cercano.

¿No les preocupó el hecho de que el argumento de la joven que lucha por salir adelante a través del boxeo, incluso contra perjuicios de género, ya ha sido tratado en películas como Girlfight, del 2000, y Million Dollar Baby, del 2004?

– Le voy a contar algo risible. El guion de La Yuma se escribió antes de que Clint Eastwood hiciera Million Dollar Baby, lo que pasa es que no teníamos el millón de dólares para hacer la película. Si hubiéramos tenido el presupuesto, la película habría salido antes, pero nos tomó siete años de trabajo después de escrito el guión.
En el caso de La Yuma, es la historia de una mujer inmersa en un medio adverso de pandillas y drogas y su forma de luchar contra esas adversidades es poniendo sus energías en el boxeo. Así olvida los problemas del barrio,  y conduce su vida de una manera positiva para salir adelante a través del deporte.

En 1988 usted participó en la filmación de Walker, una película de Universal Pictures y protagonizada por Ed Harris. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar en una producción de uno de los grandes estudios cinematográficos, con gran presupuesto?

– Esa película tuvo un presupuesto de $9 millones, el director tenía el mejor elenco de actores de Nueva York y todo el equipo necesario, como dos camiones de luces. Realicé mi trabajo en la segunda unidad de fotografía, porque fue un proyecto de más de 300 actores.  Así me gustaría trabajar con todos los recursos, buena iluminación, vestuario y buen director.
Es un gran contraste el trabajo en una película así y en La Yuma, en la que teníamos lo mínimo necesario. Pero como dije, la necesidad te vuelve creativo. Nos hicimos de un equipo liviano y práctico y organizamos en un solo barrio los diferentes locaciones, así ahorramos gasolina y tiempo que es fundamental, porque perder un día significa perder $10.000. Hicimos en 32 días lo presupuestado para 35.

  Usted fue corresponsal de guerra para cadenas internacionales en su propio país, entre el gobierno sandinista y la contrarrevolución. Con todo el dolor que eso implicó, ¿cómo logró tomar la necesaria distancia de los acontecimientos para hacer un buen trabajo?

– Cuando filmé la guerra, me fui del lado del ejército y observé la dureza y la irresponsabilidad de la falta de diálogo entre las partes en conflicto.  Uno se da cuenta de que quienes murieron en ambos bandos fueron nicaragüenses manipulados. Miré miles de campesinos uniformados, miraba sus rostros y los filmaba, pues me decía que no los volvería a ver vivos, tal vez en una camilla camino al hospital, como en efecto sucedió.
    El primer día filmé 21 soldados que pasaron frente a la cámara, regresaron dos. Luego filmé los muertos, empecé con un paisaje precioso y conforme bajó la cámara apareció un campo lleno de cadáveres de ambos bandos. Eso te golpea, pero cuando se tiene una formación sólida de lo que son la justicia y la injusticia, uno logra ponerse siempre del lado de la razón. Me dolió mucho ver a esos pobres muchachos que iban a la muerte sin saber por qué.
Todo lo que filmé es patrimonio de la nación, miles de pies de película. Traté de ser lo más imparcial posible,  filmé del lado del enemigo ideológico, porque también eran los mismos nicas muertos.

¿Dónde recibió esa formación sobre la justicia?

– Eso me lo inculcó mi madre. “Usted –me decía– en cualquier parte del mundo en que esté, tiene que denunciar los actos de injusticia y ponerse del lado de la justicia”. De ahí viene todo y fue lo que hice, denunciar todo lo que consideraba que era injusto.

Como ciudadano y comunicador, ¿qué balance hace del recorrido de Nicaragua en las últimas tres décadas que hoy encuentran de nuevo a Daniel Ortega y al Frente Sandinista de Liberación Nacional  en el poder?

– Siento que lo que ocurrió de los años 80 a hoy es un remedo de lo que pudo haber sido la revolución, que fue traicionada. Soy sandinista, pero no me siento representado por ningún partido. 
Una vez en un canal de televisión me preguntaron si hacía un cine del Partido Liberal o del Frente Sandinista, pero nosotros hacemos uno de denuncia social que va más allá de tendencias políticas y partidarias, donde lo que importa es la visión del autor y lo que queremos decir de nuestra sociedad, de la manera más neutral posible,  porque no nos queremos politizar. No me interesa hacer un cine ideológicamente cargado, sino donde haya denuncia de la injusticia.
Hoy en Nicaragua, el Gobierno ha emprendido programas de carácter social  que tienen su valor, pero no es la revolución que yo quería, es una aproximación a una “revolución” entre comillas. La población entiende que lo que sucede hoy en Nicaragua es muy diferente a la revolución que queríamos. No soy un sandinista resentido, hablo de un sentimiento que aflora en la población.

¿Qué tan optimista se siente sobre el desarrollo en el futuro cercano del cine centroamericano?

– Como cineastas tenemos que cambiar la visión del cine latinoamericano, siempre tratamos de dar una imagen de nuestro continente desde la pobreza, la violencia, el acoso sexual. ¿Por qué no cambiamos esa óptica cuando tenemos muchas cosas que decir y dar una imagen más positiva de la realidad?
Siento que hay potencial, depende de nosotros mismos hacer el cambio, tenemos imaginación e historia para desarrollar temáticas desde otra óptica. Hay inquietudes en la gente y está disparando su imaginación. Se debe confiar en las preocupaciones de los jóvenes y de los cineastas depende que CINERGIA se desarrolle, entre más calidad tengan los proyectos, más recursos conseguirá nuestro fondo de producción.


Premios de CINERGIA

Este año, el jurado de CINERGIA, del cual Pineda formó parte, premió proyectos de Cuba, Costa Rica, Guatemala y Nicaragua. Se trata de seis propuestas de ficción y dos documentales que ahora reciben apoyo económico para ser producidas. Además se otorgaron dos becas de estudio en la Universidad Véritas.
La categoría de Producción de Cortometraje otorgó a la nicaragüense Laura Baumeister $4 mil, al igual que al guatemalteco Jairo Bustamante, los cubanos Juan Carlos Sáenz y Alina Rodríguez recibieron $2 mil y $3 mil, respectivamente.


 

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