Hernán Jiménez: “El teatro es mi primer amor”

Pasados dos meses de haber presentado su primer largometraje A Ojos Cerrados, el director Hernán Jiménez ya está grabando su segunda producción: El Regreso.Jiménez

Su primer largometraje se estrenó el pasado 18 de junio y se estima que lo han visto más de 40.000 personas.

Pasados dos meses de haber presentado su primer largometraje A Ojos Cerrados, el director Hernán Jiménez ya está grabando su segunda producción: El Regreso.

Jiménez –de 30 años de edad– además actuó, escribió y dirigió dos monólogos, dirigió la serie Los Justicieros, el documental Doble Llave y Cadena y ha realizado múltiples funciones de “stand-up comedy”.
El joven director conversó con UNIVERSIDAD sobre sus experiencias en el cine y el escenario y sus expectativas para el futuro. A continuación un extracto de esta entrevista.


¿Cuáles fue tu primer contacto con el arte?

– Mi primer contacto fueron mi hermano -que es pintor- y mi papá -que es arquitecto-. Más que todo a través de mi papá tuve esos estímulos, que talvez de otro modo no tendría. Ya con las artes escénicas, mi primer contacto fue en el colegio, cuando estaba en sétimo vi una obra de teatro de Molière y me di cuenta de que me moría de las ganas de estar ahí. Entonces empecé a hacer contactos y a integrarme a cuestiones de teatro.

Partiendo de ahí, ¿cómo fue el camino que lo llevó a estudiar actuación y luego al mundo del cine?

-Participé en dos producciones en el colegio y a los 16 apliqué para una beca para terminar el colegio en Vancouver (Canadá) y parte de las razones por las que quise aplicar a ese programa (Bachillerato Internacional) fue porque me permitía elegir un énfasis en lo que realmente me interesaba. Eso, para un niño de 16 años, es una maravilla, es justo lo que nunca tenés. Ese colegio ofrecía en esos últimos dos años una gama de opciones en el arte: escultura, artes plásticas y también las artes escénicas.
Después me fui a vivir a Nueva Zelanda un año, donde trabajé como extra en un programa de televisión. Estando ahí, que es el trabajo más frustrante del mundo, decidí formalmente estudiar actuación. Me vine para Costa Rica y empecé a buscar opciones. Entonces me fui a Nueva York y estuve ahí en un programa de un año. Como yo quería algo como un conservatorio, apliqué a la Escuela Nacional de Teatro de Canadá, en Montreal, y me aceptaron, de modo que pude hacer el programa completo.

¿Cual fue tu experiencia en el teatro?

-Nunca trabajé en teatro.  Lo intenté pero nunca surgió la posibilidad. Cuando llegue aquí empecé a trabajar como productor, y en esos tiempos me animé a hacer mi primer documental (Doble Llave y Cadena), que fue sobre la inseguridad ciudadana. Lo hice solo y muy rápido.  Despues lo mandé a la Muestra y le fue muy bien. Esto cambió mi destino, porque a partir de ahí encontré una alternativa a esa angustia perenne de actor, de esperar que te ofrezcan trabajo. Tuve la posibilidad de ser proactivo en mi trabajo artístico y desde entonces, sólo hice audiovisual.

Pero sí se presentó en escenarios con sus monólogos y las funciones de “stand-up comedy”…

-Sí, ya llevaba dos años o más de sólo hacer cortos y tenía muchas ganas de hacer teatro. Eso me demostró y me sigue demostrando que el teatro es lo mío; fue mi primer amor y siempre quiero retornar a él. Empecé trabajar en el monólogo. Eran textos que había escrito cuando estaba estudiando; los traduje, los adapté y desarrollé la obra y fue hermosísimo. Luego, el stand-up que surgió a partir del monólogo era precisamente uno de los seis personajes. Como siempre me había parecido una de las cosas más difíciles de hacer y nunca lo había visto hecho en español, lo escribí y me dije: lo único que queda es mandarse. Lo hice y funcionó.

De todas estas experiencias, ¿con que se queda?

-Yo diría que con la actuación. Hay una relación más profunda que con cualquier otra cosa. Para mi está enmarcada dentro de las amistades más importantes de mi vida, los años formativos más hermosos… Hay demasiado valor sentimental ligado a la actuación y además creo que es el campo en el que soy más competente, talvez simplemente por la confianza que me da haber tenido una formación académica.
El stand-up comedy es lo que más disfruto hacer, es terapéutico, hay reacción inmediata del público, la paso increíblemente bien y me da muchísima felicidad.
El cine es lo que más me cuesta, es lo más difícil, lo más caro y ni se diga escribir para cine. Quizá ha sido más como un reto, como la terquedad de querer dominarlo, aprenderlo. Ha sido un proceso menos orgánico que el resto.

Ahora, pasada la experiencia completa de presentar su primer largometraje ¿qué sabor le queda?

– Justamente, así como lo decís vos, la experiencia completa me parece lo más importante. Ahora que estoy viviendo en Santa Ana durante el rodaje, ya tenía medido dónde estaban los dos o tres mupis de la película y el otro día -saliendo de la grabación como a media noche- pasé y vi una de estas cuadrillas bajando el anuncio y fue muy impactante. Esa sensación de percibir esta experiencia completa es lo que termina de envolver el proceso, pues lo que más rescato de todo es lo efímero que es. Después de un esfuerzo tan grande, luego lo presentás y te das cuenta que todo cumple un ciclo, que dará paso a cosas nuevas y que se acabó. El proceso tenía que tener un final; quizá por eso me tiene muy impactado la imagen de ver cuando bajaban el mupi, como una cosa física de que ¡ya! Eso me inyecta con una dosis de humildad para seguir adelante con nuevos proyectos y verlos en su dimensión.

En una entrevista anterior usted dijo que A Ojos Cerrados era un esfuerzo consciente  por entender qué era lo que estaba haciendo. ¿Lo entendió?

-No, no, qué va! Me falta montones. Las cosas que sí he entendido son muy básicas, muy importantes, pero es un proceso para toda la vida. Es una forma muy bonita, creo yo, de plantearte tus retos profesionales, de entender no sólo qué estás haciendo a nivel cinematográfico, sino con tu vida.

Recién estrenada A Ojos Cerrados, ya está trabajando en otra película ¿Por qué tan rápido?

-(Entre risas) Porque no tengo nada más que hacer. No sé, es mi trabajo.
Si no fuera por lo que toma económicamente y humanamente hacer esto, haría una cada seis meses.

Pero usted dijo antes que hacer cine es carísimo… entonces, ¿de dónde sale la plata, Hernán?

-Bueno, A Ojos Cerrados se financió con aportes del Centro Cultural de España, la Fundación Teor/Ética, tarjetas de crédito que aún estoy pagando y, principalmente, con el stand-up comedy, que es la cosa más lucrativa que he hecho en mi vida. Los monólogos financiaron un segmento enorme de la producción.  Pude haber llevado una vida más extravagante durante un par de años, pero no lo hice porque todo, absolutamente todo, lo invertí en la producción. Ahora… no es que hayamos generado mucha ganancia, pero con A Ojos Cerrados hemos salido tablas, suficientemente como para reinvertir lo que quedó en esta nueva producción. No la está cubriendo al 100%, pero estoy pensando reanudar lo del stand-up comedy o las funciones de Hablando se entiende la gente, para pagar la postproducción.


 

Hernán Jiménez prepara El Regreso


El director de A Ojos Cerrados ya está grabando su próxima película: El Regreso.
En esta ocasión, Jiménez dirigirá el filme a la vez que encarnará al protagonista del mismo: Antonio, un joven que ha vivido muchos años en el extranjero y vuelve a Costa Rica a reencontrarse con una familia, un país y su gente que ya no reconoce.
Es la historia de su retorno al subdesarrollo, a una familia que está “patas arriba”, a los amigos que ya no reconoce, a las calles que ya no siente suyas. Es el regreso a eso y eventualmente, el reencuentro.
El elenco de El Regreso lo completan Luis Fernando Gómez, Daniel Ross, Bárbara Jiménez, Monserrat Montero y Andre Boxwill, de siete años. La filmación comenzó hace tres semanas y el realizador espera completar este proceso al finalizar agosto.

 


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