Raphael Lustchevski : La Orquesta Sinfónica Nacional tiene un buen nivel internacional.
El pianista polaco Raphael Lustchevski se presentó con la Orquesta Sinfónica Nacional el pasado 19 y 21 de marzo.
Lustchevski inició su carrera profesional a los 15 años de edad, cuando grabó su primer disco en Japón, habla seis idiomas y su repertorio es de 24 obras.
El próximo domingo 28 dará un recital en el Teatro Nacional a las 5 p.m., en el que interpretará cuatro grandes obras de Liszt, Scriabin, Frank y Chopin.
El músico conversó con UNIVERSIDAD sobre su concepto del arte y la formación artística en el sistema educativo.¿Cómo evalúa el nivel de los integrantes de la Orquesta Sinfónica Nacional?
– No puedo evaluar el nivel, ya que no los conozco desde antes como para saber si éste ha bajado o subido. Lo que puedo decir es que la orquesta es de calidad mundial, se puede comparar con cualquiera de las orquestas de Europa, salvo las de culto como la Filarmónica de Viena, por ejemplo.
En Costa Rica se ha diagnosticado un analfabetismo artístico de la población, debido a deficiencias en la enseñanza del arte en escuelas y colegios, incluso algunos creen que el arte es la materia menos importante…
– En mi país natal también se cree eso, pero en cambio hay una formación artística más desarrollada, uno de los mejores sistemas de educación de toda Europa. Por eso los músicos tienen una formación integral, maduran no sólo al aprender la ejecución de un instrumento, sino en historia del arte, filosofía, psicología, además de teoría de la música.
Eso es lo que falta en Costa Rica, una educación completa desde los primeros pasos de la enseñanza artística. Creo que faltan profesores, pero hay que tener paciencia y esperar a que se formen. He escuchado jóvenes pianistas que pueden ser en el futuro la base para una educación más completa.
¿Cómo se convence a la gente de que el arte debe tener más importancia en el sistema educativo?
– Voy a decir algo impopular. No creo que el arte sea para todos, es algo muy especial, y por eso los teatros, por ejemplo, no tienen la capacidad de un estadio. La demanda y la necesidad de tener la cultura y el contacto con actividades artísticas es un sentimiento que sólo tiene una parte de la sociedad. El arte no es para todos y no debe ser para todos y ojalá que no sea para todos.
¿Por qué no?
– Porque debe ser algo especial, para el público seleccionado que sabe valorar. La gente escoge lo que le interesa. Unos van al estadio, otros a la playa, otros al teatro. No hay que pensar que tenemos que llevarlos a todos al teatro. ¿Para qué?
Entonces, ¿estamos ante una concepción elitista del arte?
– Es asunto de elegir las cosas que nos gustan. A unos les gusta manejar muy rápido, a otros asistir a una obra de teatro o un concierto. Tenemos que respetar los gustos de la gente.
¿El arte por definición es para unos cuantos?
-Por definición, sí. No es para todos.
¿Cuáles son los parámetros que definen a este pequeño grupo?
– De lo que se trata es que este grupo pequeño no lo sea tanto. Debemos llegar con la información y la educación musical a más gente, para que adquieran el derecho de seleccionar.
Entonces, ¿ese derecho depende de la formación que la gente haya tenido?
– Depende de la educación general. Hablamos de que en escuelas y colegios hay muy poca formación musical, tenemos que llegar con más información, clases de música semanales y para los chiquillos desde los primeros años, para que tengan derecho de elegir.
¿Si el arte se dirige a una élite, qué es lo que la define? ¿Es una élite socioeconómica?
– No, no creo que tenga que ver con cuestiones económicas, sino de el Estado promueva la educación artística, porque no se trata sólo de música erudita, se trata también de otras manifestaciones artísticas.
El hecho de que el arte se dirija a unas pocas personas, ¿es un problema en sí?
– No, no lo veo como ningún problema. Es normal, así es así es el mundo.
¿Hay un nivel de compromiso que se pueda esperar de un artista respecto a lo que pasa a su alrededor, de situaciones como el terrorismo y la violencia?
– Hablando de terrorismo y violencia, creo que el arte es una puerta de escape a un mundo fino, sin violencia, un refugio para quienes están cansados de huir de las cosas feas tristes. El compromiso es ofrecer esa puerta de escape.
Pero si lo que se tiene que ofrecer es un mundo sin violencia, Hamlet, por ejemplo, no se podría representar.
– Sí, tal vez. Creo que la música tiene un gran impacto en las personas y la hace más amable y respetuosa hacia los demás. Por eso creo en el valor didáctico y humano, el arte hace a las personas mejores, las hace sentir más.
