El nuevo Ministro de Cultura y Juventud señala que nutrirá a esa institución con su experiencia como artista independiente.
Tras una polémica generada por su participación política en la pasada campaña electoral, el pianista Manuel Obregón asumió con optimismo uno de los ministerios con más raquítico presupuesto del país.
Obregón, quien entre otras cosas es fundador de la disquera Papaya Music y gestor de la Orquesta del Río Infinito, informó que de acuerdo con la Procuraduría General de la República, a pesar de ser funcionario público, como músico podría tocar mientras no lo haga con fines de lucro, lo cual significa que podrá promocionar su reciente disco Simbiosis, con sonidos del bosque tropical seco.
¿Qué ha encontrado en el Ministerio?
– Es un Ministerio muy fragmentado, conformado por una serie de pequeños feudos, instituciones muy trabadas por juntas directivas que actúan de forma independiente. No existe la unidad que lógicamente deberían existir, por ejemplo entre el Taller Nacional de Danza y la Compañía, lo mismo con el Taller Nacional de Teatro y la Compañía Nacional de Teatro.
Por otro lado hay una serie de fundaciones que manejan instituciones como el Museo de los Niños. Estamos en la fase de reconocer y de formar un equipo de trabajo en parte con gente con la que he laborado en el sector independiente, como Iván Rodríguez, para iniciar la gestión con un equipo de confianza. He pedido la renuncia de todas las juntas directivas, pues deben ser renovadas.
Durante la administración Arias se deterioró la relación del Ministerio con el sector cultural. Hace cuatro años se dio una movilización para que el entonces mandatario no le arrebatara el CENAC. También fueron notables casos como el del Moderno Teatro de Muñecos y la inconformidad por el gasto exagerado en el Festival Internacional de las Artes. ¿Cómo proyecta mejorar esa relación?
– Utilizando la experiencia de artista independiente. Hay aportes que podemos generar, pues en todo el equipo entrante hemos tenido experiencias exitosas desde el quehacer independiente que creo que se pueden aplicar facilitando la movilidad y comunicación interna entre las instituciones del MCJ y con la realidad nacional. Indudablemtne ese divorcio sigue existiendo, pero como artistas vigentes y con cierto reconocimiento, podemos aportar hacia una reconciliación.
¿Cuál es su visión de lo que debe ser el Ministerio, a qué tipo de tareas debe abocarse la institución?
– Tenemos un enfrentamiento con los sectores más conservadores, que tienen una concepción del arte más elitista. Así la mayoría de los presupuestos se gastaban en actividades que llegaban a un sector muy reducido de la población.
Creo que se deben realizar actividades de mayor aprovechamiento, no para que el arte se vea como una actividad suntuaria, sino para incorporarlo a la vida cotidiana de los costarricenses de a pie. Hay muchas políticas para los sectores desfavorecidos, y la clase alta tiene solucionada su relación con el arte. Por otro lado, la clase media se ha abandonado, como también el sector juventud, lo cual es irónico en un país que tiene un ministerio de cultura y juventud.
Se debe realizar una reforma bastante profunda del Ministerio para agilizarlo, para lo cual nos basamos en estudios previos. Por ejemplo, en la parte de artes escénicas el proceso es dirigido por Giancarlo Protti.
Una de nuestras prioridades es la identidad nacional pues tenemos un país en el que cada vez nos conocemos menos. Existe una brecha social enorme que ha generado más confusión alrededor de cómo nos proyectamos como país.
Ese afán de rescate de la identidad fue muy notorio en la ceremonia de traspaso de poder, ¿cómo se determina cuáles son los rasgos que la definen, pues en ese acto abundó la imaginería católica?
– Ahí mismo se demuestra la confusión cultural. En ese acto el referente que se vio fue el único que tangiblemente tenemos, que es nostálgico e inactual. No deja de ser una muestra de un ideario en la memoria de la población costarricense, de una Costa Rica en que hasta los años 80 o 90 se mantuvo una realidad de identidad que ha ido desapareciendo. Es hasta peligroso socialmente que no exista para nada un referente de una cultura propia. Tampoco estoy de acuerdo en que lo que se vio en la toma de posesión sea lo más parecido a la vida diaria costarricense, pero es el último referente que tenemos.
El artista al crear está en una constante y sana ruptura de esquemas, pero el trabajo de Ministro de Estado más bien consiste en ver que se cumplan con religiosidad institucional. ¿Cómo va a conciliar al artista con el ministro?
– Yo creía lo mismo, pero más bien se trata de canalizar la creatividad de otra forma. Éste es un país diseñado por abogados, con muchas trabas legales. Al igual que este Ministerio está diseñado por administradores y abogados. Creo que los artistas podemos aportar mucho en la solución de problemas y conflictos.
Su designación generó variadas reacciones, aunque desde antes su participación en la campaña política fue polémica. ¿Qué lecciones derivó de su papel en la campaña y tocar, por ejemplo, al lado de Tapón?
– En toda mi vida, difícilmente alguien me había dicho cosas desagradables en la calle. Ante una coyuntura como la de un gobierno como el de Óscar Arias, tal vez muchas personas me identificaban con un tipo de activismo ecológico más relacionado con otros partidos, pero más que ser parte de un partido, me comprometí mucho con Laura Chinchilla.
Fue interesante observar tanto gente que me atacaba como otra que me defendía, creo que al final el balance fue positivo sobre las personas que entendieron mi compromiso. Por otro lado, algunas personas ven a Tapón de una forma peyorativa, pero para mí fue una experiencia enorme conocerlo en su calidad personal y de compromiso. Me siento igual de orgulloso de tocar con él y con León Gieco.
En el 2008 mediante un decreto, en el que participó el MCJ, se buscó reducir el área protegida en la Isla San Lucas, que es muy importante desde el punto de vista patrimonial, con el fin de desarrollar un “turismo sostenible”. Como Ministro, ¿qué apoyo dará a esa iniciativa?
– He hablado sobre el tema con Carlos Ricardo Benavides (Ministro de Turismo) y hay una posición muy firme, no creo que nada se lleve a cabo si no se trata de un proyecto armonioso tanto con el ambiente como con la parte patrimonial.
Es muy importante poder abrirla a una visitación nacional, pues está en condición de abandono. No conozco el proyecto turístico, pero sé que aún no hay autorización para llevarlo a cabo.
¿Él lo buscó a usted para hablar de ese tema?
– Hablamos de esto, sí, y de otros temas que tienen que ver con los derechos de los músicos y derechos de autor y conexos.
¿Qué tan factible ve el desarrollo artístico a través de la edición de trabajos no bajo la forma tradicional de reservar todos los derechos, sino bajo licencias de Creative Commons? ¿No ha sido un error de parte de los músicos hacer coincidir sus intereses con los de grandes disqueras a las que poco interesan los mismos artistas?
– El estado en que están los derechos de autor es sumamente frágil. Aquí acaban de eliminar los derechos conexos para los productores, intérpretes o ejecutantes.
Nos hemos distanciado un poco de esa primera política de tener como aliados naturales a los productores fonográficos, pues nos une una ley muy antigua. Sin embargo, hay gran diversidad de criterios, son diferentes los derechos que defienden las grandes disqueras y los que defendemos compañías más pequeñas, que también pertenecemos a FONOTICA.
Cada vez más las figuras de compositor, ejecutante y productor fonográfico caen en la misma persona, quien puede distribuir su música por Internet o incluso regalarla.
En el caso de las disqueras grandes, creo que se trata de la crónica de una muerte anunciada. Apoyo y entiendo muy bien a los músicos que buscan una vía más libre de distribuir su música, lo que ha sucedido en los últimos 80 o 90 años fue algo nunca antes visto: quitarle la música a la gente, pero parece que volverá a ser de la gente y eso es positivo para los artistas.
El MCJ se percibe como estrictamente facilitador de proyectos, ¿cree que debe ser más proactivo, más productor en el sentido de impulsar grabación de discos o edición de libros?
– El Ministerio facilitador es un gran logro, pues en una época fue todo lo contrario. Antes de pensar en la producción propia, hay una lucha que se debe dar sobre el presupuesto. El posicionamiento de la cultura en el quehacer nacional no puede continuar con el 0,4% o el 0,5% del Presupuesto Nacional. Hay una relación enorme entre el desarrollo real y el dinero que se destina a cultura, es algo que no está dentro de la conciencia de los ciudadanos ni de los políticos. En Alemania se le destina el 15%, países como Brasil o México dedican el 4% y tienen resultados obvios. En nuestro caso, el 80% de nuestros recursos se va en salarios.
Hace cuatro años se dijo que se iba a destinar el 1%, ahora la idea de un aumento para este sector es algo que por lo menos a Laura Chinchilla no se le ha escuchado. ¿Hay clima para que dentro de cuatro años se haya duplicado el presupuesto cultura, que aún así estaría apenas arriba del 1%?
– Creo que sí. Si no se llega a un 4% al menos podremos acercarnos si logramos una alianza con otros ministerios. No se trata sólo de convencer de que el arte puede ser parte básica de la educación y la cultura y de un cambio a mediano y largo plazo, sino de restarle a alguien, porque indudablemente si se aumenta el presupuesto de uno, se le resta a otro.
Creo que en cuatro años se logrará un incremento no sólo en los fondos, también se puede recurrir a la cooperación internacional, lo cual requiere un gran esfuerzo que no se ha trabajado tanto. Hay otra serie de funcionamientos que considero ilógicos. No termino de entender que los teatros y las funciones del Ministerio sean gratuitos para la gente, no tienen que pagar nada. Si quieren utilizar la Aduana o cualquier sala de aquí no hay ningún ingreso para el Ministerio, y sin embargo sí lo hay para empresas privadas que los utilizan.