Otra vez soplan los espantos

Dos autoras rescatan las leyendas costarricenses.La narradora Ana Victoria Garro recopiló leyendas en la producción discográfica «Un miedo maravilloso».Cada provincia cada pueblo tiene su

Dos autoras rescatan las leyendas costarricenses.


La narradora Ana Victoria Garro recopiló leyendas en la producción discográfica «Un miedo maravilloso».

Cada provincia cada pueblo tiene su propia versión de la segua o la llorona, pero todas son aleccionadoras, ya que encierran lecciones sobre la sexualidad, la religiosidad, el bien y el mal, comentó Ana Victoria Garro, narradora oral que emprendió hace un año el proyecto de rescatar las leyendas populares que subsisten en rincones de la Costa Rica del siglo XXI.

Recién grabado el disco «Un miedo maravilloso.  Leyendas de la tradición oral costarricense» recoge las versiones de las historias de la llorona, el cadejos, la carreta sin bueyes, la mano peluda y la segua.

Garro se entusiasmó con la idea luego de que en el 2003 grabara unos cortos televisivos.  «Me di cuenta que había mucho que decir todavía.  Empecé preguntando a varias personas sobre estas leyendas y me di cuenta que eran diferentes, según quién las contara, pero el mensaje era el mismo», explicó.

La investigación empezó en Guanacaste y continuó por comunidades de todas las provincias.  «Las leyendas están basadas en historias españolas que luego pasaron por el tamal y el aguadulce», ilustró la narradora.

Este sincretismo se evidencia en la leyenda de la mano peluda, que cuenta cómo Sibú se aparece como un hombre de apariencia horrorosa que fue hechizado por una bruja.  El encantamiento se rompería hasta que una mujer viera el alma del hombre más que su apariencia física.  Así sucede con otras que se relataron década tras década.

Garro añadió que estas leyendas cumplían un rol social formativo muy claro, «y los espantos hacían que la gente alejada de los púlpitos regresara a la iglesia arrepentida por sus comportamientos indebidos».

Otras, agregó, condenaban a la mujer bella al asociarla al pecado y «a los malos caminos».  La relación pecado/bondad está presente en la segua, por ejemplo, con un evidente discurso de género que relegaba a la mujer a la casa, cuando se esperaba fueran castas, devotas y buenas madres.

La dirección artística y la musicalización estuvo a cargo de Luis Porras.

OTRO MIEDO

«Antes el miedo era otra cosa.  El mito, la imaginación, la costumbre y la palabra lo construían; la oralidad le permitió cruzar los corredores del tiempo.  Seguas, cadejos, lloronas y otros seres fantásticos se entrometían con la gente, en trances muy serios a veces, otras por diversión», continuó Ana Victoria Garro.

«Esta recopilación tiene mucho sentido porque estos miedos reales nos acompañaron desde la colonia, pero han sido sustituidos.  El miedo sano nos lleva a actuar sanamente, pero los terrores de este siglo son el terrorismo, los secuestros, los asaltos callejeros, la asechanza nocturna en nuestras propias casas por parte de los delincuentes.  Los nuevos espantos hasta llegan a la Asamblea Legislativa», señaló jocosamente la compiladora.

Garro informó que inició una nueva etapa de esta investigación.  «Mi próximo disco será sobre las leyendas guaymíes».

El disco «Un miedo maravilloso.  Leyendas de la tradición oral costarricense» será presentado el próximo 16 de junio en el Centro Cultural de México y la exposición de las pinturas de Ana Victoria Garro estarán en el Museo Nacional hasta el próximo 31 de mayo.

Monstruos si, pero no asustan

Al otro lado de la acera la escritora Floria Jiménez editó bajo el sello Editorial Costa Rica la obra «Érase este monstruo», un poemario infantil que usa como materia prima las leyendas que durante mucho tiempo nos «asustaron».

La tulevieja, el coco, brujas, fantasmas, sombras y otros seres de la imaginación son vestidos con humor, burlas y otros colores muy distintos a los conocidos hasta ahora.

Ilustrado por la misma Jiménez, este libro fue el ganador del premio Carmen Lyra en el 2003 y desde este año circula en las librerías con la esperanza a aprender a reírnos de nuestros propios miedos.

Tanto tiempo ha pasado que los seres mágicos retratados en el poemario han envejecido y ya no pueden causar susto alguno, cuenta jocosamente la autora en esta obra.

Floria Jiménez es una de las autoras de literatura para niños más reconocida del país.  Con este es la segunda vez que gana este certamen.  También el Aquileo J. Echeverría en esta misma rama, entre varios reconocimientos.

Con este libro ya suma 14 obras para niños y didácticas.  «Érase este monstruo» tiene un costo de ¢1.500.

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