Pasantía de bailarines reabre discusión sobre estatus de Danza Universitaria

Los bailarines de Danza Abierta, como Laura Cruz e Izack Batista, entrenan cinco horas, cinco días a la semana. (Foto: Katya Alvarado)Dos integrantes de

Los bailarines de Danza Abierta, como Laura Cruz e Izack Batista, entrenan cinco horas, cinco días a la semana. (Foto: Katya Alvarado)

Dos integrantes de Danza Abierta −programa de formación de Danza Universitaria de la Universidad de Costa Rica (UCR)− viajarán a Dinamarca en julio, invitados por la Escuela Nacional Danesa de Artes Escénicas (Statens Scenekunstskole) como estudiantes de intercambio.

Estos bailarines realizarán su viaje sin apoyo económico universitario y de manera independiente, pues no se les considera miembros de la comunidad universitaria.

Esta situación reabre la discusión sobre el estatus de la Compañía Danza Universitaria y los alcances del proyecto Danza Abierta.

 

Las autoridades universitarias afirman que los miembros de Danza Abierta no forman parte del cuerpo universitario, pues no pertenecen al estudiantado, profesorado o personal administrativo. Sin embargo, Hazel González —directora de Danza Universitaria— afirma que aunque entiende que no son estudiantes académicos, para la agrupación sí son miembros de la comunidad universitaria.

“Desde nuestra percepción ellos son parte de Danza U y, por lo tanto, de la Universidad. Yo entiendo que la academia no lo vea así. Somos un espacio con una labor artística y formativa maravillosa, pero a nivel universitario seguimos siendo algo muy difícil de comprender”, dijo González.

UN NACIMIENTO EXTRAÑO

Danza Universitaria nació en 1978 en el seno de la Vicerrectoría de Acción Social como un proyecto liderado por Rogelio López. Es la compañía de danza más antigua del país y nació antes de que existiera cualquier escuela profesional de danza.

Tiempo después de su nacimiento, se desarrolló “Aspirantes”, un proyecto de formación y selección de los bailarines para integrarse a la compañía.

Según comentó González, “Aspirantes” cerró, pero fue replanteado y reabierto en el 2006 bajo el nombre Danza Abierta, un curso intensivo de danza con tres años de duración.

Los estudiantes asisten a lecciones o entrenamientos durante cinco horas, cinco días a la semana, pero el proyecto tiene carácter de extensión docente.

El director de Danza Abierta, Luis Piedra, explicó que si bien el programa es muy exigente, reconocido e incluso muchos jóvenes bailarines lo prefieren antes que cursar un bachillerato universitario en danza, quienes ingresan a él no son formalmente estudiantes universitarios.

El vicerrector de Acción Social, Roberto Salom, aseguró que los bailarines de Danza Abierta pertenecen a un programa de extensión, pero no a la Universidad, pues no son parte de ninguna escuela.

“Si una persona que tiene la vocación de hacer danza opta por un programa abierto como este −en lugar de la academia−, habla bien de lo que hacemos, pero no los convierte en profesionales ni en estudiantes”, dijo.

La directora de Danza U opinó que el “nacimiento extraño” de la agrupación −como parte de una vicerrectoría y las características particulares, tanto de la compañía como de su espacio formativo−, hacen que el proyecto sea difícil de comprender y adaptar a la estructura universitaria.

“A la UCR le hace falta decidir de qué manera calzamos en la institución. A nosotros también nos falta definir, perfilar y defender lo que somos y lo que queremos ser, como parte de la comunidad universitaria”, manifestó.

UN FUTURO POR DEFINIR

Para Hazel González, Danza Abierta ha crecido “a puro corazón”, por los escasos recursos con que cuenta, aunque ha excedido las expectativas y porta el germen de una escuela profesional de danza.

“Al programa le falta perfilarse y depurarse, pero si existe el germen de una escuela universitaria está justo en Danza Abierta”, aseveró.

Por su parte, Luis Piedra, indicó que a partir de la salida de la segunda generación de bailarines en julio, será necesario entrar en negociaciones con la Vicerrectoría para replantear cosas.

“Aunque se va a mantener el estatus y las características generales del grupo, eso no implica que no se hagan mejoras y que haya más apoyo por parte de la Universidad”, señaló.

En su criterio, “la discusión sobre si conviene que la UCR tenga una escuela de danza, y el tipo de escuela de danza que se quiere, no está resuelta ni clara”.

González y Piedra sostuvieron que primeramente hay que fortalecer ambos grupos en materia presupuestaria, administrativa y en infraestructura, para que puedan crecer.

 “Eso sí, todo lo que suceda, será porque ocurra orgánicamente y en acuerdo con el espíritu del grupo, no por imposiciones. Además, siempre defenderemos que aunque en algún momento surja una escuela, Danza U siga existiendo como compañía”, expresó González. 

Por su parte, el vicerrector considera que para hablar de una escuela de danza, habría que hablar de Danza Universitaria y no de Danza Abierta, pero que la decisión tendría que venir de los integrantes de la compañía y no de las autoridades.


 

Apostando a la solidaridad

Laura Cruz e Izack Batista fueron invitados a participar, como estudiantes de intercambio, en los cursos de la Escuela Nacional Danesa de Artes Escénicas (Statens Scenekunstskole).

Esta invitación fue una iniciativa de los dos jóvenes, que se gestó en una visita del director de dicha entidad, Jeremy Nelson, a Costa Rica.

Los dos bailarines buscaron entonces opciones para ayudar a costear los gastos del viaje, pues aunque la invitación incluye el costo de los estudios y ayuda para conseguir trabajo, no incluye pasajes de avión, hospedaje o alimentación.

Según relató Batista, guiados por el director de Danza Abierta hicieron gestiones a lo interno y a lo externo de la Universidad, pero ninguna fructificó, ya que no se les considera miembros del cuerpo universitario.

Ahora, los dos jóvenes apuestan a la solidaridad, para poder conseguir los $ 5000 que aún les faltan.

Han creado un evento en Facebook, titulado “Bailarines ticos viajando a Dinamarca”, en el que se brindan detalles sobre cómo apoyarles a recolectar ese dinero.

Adicionalmente, les fue donada una función de la obra «Lo propio y lo ajeno», de Milena Rodríguez, de la que recibirán la totalidad de la taquilla. Esta se realizará el 22 de junio a las 8 p.m. en el Teatro Montes de Oca, UCR.


Roberto Salom:

“Danza Abierta no es parte del cuerpo universitario”

A raíz de la pasantía que realizarán en Dinamarca dos bailarines de Danza Abierta y para la que no contarán con recursos universitarios, el Vicerrector de Acción Social Roberto Salom conversó con UNIVERSIDAD sobre el estatus del programa.

Tenemos entendido que los bailarines que viajarán a Dinamarca solicitaron apoyo en la VAS y no lo obtuvieron.

-No solicitaron nada con nosotros y no les corresponde, pues Danza Abierta no es propiamente una instancia universitaria, es como los cursos libres.

Si no es una instancia universitaria, ¿qué estatus tienen dentro del cuerpo universitario los estudiantes de este programa?

-Ellos no pertenecen al cuerpo universitario. No son parte de la comunidad universitaria. Son formas de extensión docente y cultural, nada más.

Pero este grupo ha representado a la UCR en festivales e incluso, en este caso específico, la pasantía pudo haberse dado en el marco de un convenio.

-No. Para representar a la Universidad hay que ser investido. Ellos no.

Al ser Danza Abierta un programa tan reconocido, que a veces jóvenes bailarines eligen el programa sobre una carrera académica en danza, por ejemplo en la Universidad Nacional (UNA), ¿qué opinión le merece?

-El parangón con la escuela de la UNA no es Danza Abierta, es Danza Universitaria. Danza Abierta es un programa abierto fuera de la U, es vínculo externo.

En buena hora que la gente canalice su vocación, pero no les da ningún título, porque no es una escuela. Ellos reciben sus certificados y punto, no son profesionales en nada.

¿Cree usted que el proyecto tiene potencial para convertirse en una carrera?

-Primero aclaremos que, en ese caso, hablamos de Danza Universitaria, no de Danza Abierta.

No podría darle criterio. Yo no soy bailarín, yo soy sociólogo y soy el vicerrector de Acción Social. Serán ellos, cuando quieran, los que decidirán qué hacer con ese proyecto, si se convierten en escuela o si siguen haciendo lo mismo.


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