En medio de la crisis económica mundial, el sector cultural se debilita y reclama más apoyo del Estado para poder enfrentar la situación. Así lo manifiestan representantes del teatro y la danza costarricense.
La disminución de patrocinios por parte de la empresa privada, el recorte presupuestario al Ministerio de Cultura y Juventud producto de la aplicación del Plan Escudo y la amenaza de desalojo del Moderno Teatro de Muñecos y el Teatro de la Aduana son algunas de las situaciones que afectan al sector.
La crisis en la economía mundial ha producido una baja en los recursos de las empresas, por lo que han disminuido los montos destinados a publicidad y patrocinios. Por esta razón, los proyectos artísticos que funcionaban gracias a estos aportes han quedado a la deriva o han buscado otras formas de financiamiento.
La actriz, directora teatral y profesora de la Escuela de Artes Dramáticas de la Universidad de Costa Rica, María Bonilla, considera que, dada la coyuntura mundial, hay más reticencia por parte de la empresa privada para financiar proyectos.
Roxana Ávila, del grupo de teatro independiente Abya Yala, indicó que el sector se ha visto afectado en distintas maneras, entre las que citó el debilitamiento de los programas culturales que dependen del comercio, y coincidió en que se da un recorte de los gastos personales e institucionales dedicados a la recreación y al ocio, que es como se percibe la cultura.
Asimismo señaló que ha descendido el nivel de apoyo internacional y que las iniciativas que dependían de la empresa privada están prácticamente cerradas.
Resaltó que los proyectos que “trabajan con las uñas” no han tenido tanto impacto, pues siempre ha habido pocos recursos. “Hemos aprendido a hacer milagros con nada y por eso la crisis no se siente mucho”, dijo.
RECORTES DE FONDOS
Según los artistas, los problemas en el sector se acentúan debido a la aplicación del Plan Escudo, que presentó el gobierno a inicios del año y que pretende mitigar los efectos de la crisis económica.
Una de las medidas aplicadas con este plan fue exigir a los ministerios el recorte del 20% de su presupuesto, lo que afecta las instituciones adscritas a cultura.
María Bonilla afirmó que el debilitamiento del sector se debe principalmente a que las crisis afectan primeramente al área de la cultura, la educación y la salud porque el modelo de Estado considera -erradamente – que son tres aspectos en los que pueden hacer reducciones.
La actriz afirmó que los proyectos culturales son atacados por la crisis, pero también son víctimas “de las políticas erradas o ausentes del Estado en relación con la cultura, de las concepciones prejuiciadas e ignorantes de los medios de comunicación colectiva, de la falta de organización gremial los altos costos de la publicidad, así como la falta de subvenciones y de leyes que apoyen la inversión de la empresa privada en cultura”.
Bonilla considera que si bien el Gobierno ha tenido iniciativas para financiar proyectos (como el de ProArtes), hay cuestiones concretas en que no ha intervenido como “el de los anuncios publicitarios, los costos de las salas y los costos de los derechos de autor manejados por agencias literarias, que son ayudas concretas del orden de la política de un Estado”.
Rubén Pagura, actor y director de teatro, explicó que la crisis no es más que el desenlace de un proceso iniciado desde la década de los 80 con la imposición del modelo económico, “donde se concentra el dinero en pocas manos”.
A su parecer, el debilitamiento del sector cultural se inició desde hace 30 años porque “a este modelo no le interesa la cultura real, contestataria, históricamente cuestionadora, inteligente, crítica y polémica”.
Explicó que en 1982 empezaron los recortes de presupuesto para cultura. “La Compañía Nacional de Teatro cerró todos los programas de promoción cultural y extensión a comunidades y ahora hay una ausencia clara de políticas culturales”.
Pagura relató que la gravedad de la situación llega al punto de que el recorte de presupuesto en el MCJ obligó a la Compañía Nacional de Teatro a suspender toda la programación, pues solo cuenta con recursos para pagarle a su personal y no para montar espectáculos, por lo que se está dando espacio grupos independientes que hacen su propia producción en los espacios de la CNT.
DESALOJOS ALERTAN
Pagura añadió que además de no recibir apoyo estatal, los artistas se sienten atacados. Citó como ejemplo el reciente anuncio de desalojo de los teatros ubicados en la antigua Aduana (el Teatro de la Aduana y el Teatro de Cámara) así como el desalojo de la sede del Moderno Teatro de Muñecos.
Coincide en este punto un comunicado de la Asociación de Grupos Independientes de Teatro Profesional (AGITEP) que exige a las autoridades respuestas razonables ante ello, advirtiendo que si no las obtiene “asumirá una posición contraria a los intentos de desalojo de ambas instituciones y convocará a otras organizaciones culturales a unirse a esta causa, en defensa del patrimonio cultural del país y contra los planes del gobierno en esta área. De por sí, estos planes se han elaborado sin consultar a las organizaciones del sector teatral activo, a quienes este tipo de decisiones afecta directamente”.
Pagura señaló que el presupuesto para el proyecto de La Aduana es de ¢1800 millones, dinero con el que se podrían mejorar las instalaciones de la Compañía y el Taller Nacional de Teatro, al igual que el trabajo en las provincias.
“Esa plata, que es del pueblo y no del Gobierno, se está usando arbitrariamente y sin consultar a los sectores si están de acuerdo con los proyectos”, dijo.
Como posibles soluciones, los artistas consultados mencionaron la urgencia de planificación estatal de gastos y necesidades especificas, la unión entre artistas, gestores y productores, tanto para facilitar el acceso a recursos como para plantear denuncias y exigencias, la diversificación de la oferta teatral y la utilización de espacios alternativos.
Roxana Ávila advirtió que debe haber un cambio estructural, pues “el arte debe ser visto por los gobernantes como una mejor manera de entender el mundo, y la realidad de lo que ha sido la ciencia, la lógica y la razón pura”.
Explicó que de mantenerse la equivalencia entre el arte y el entretenimiento, no es posible mejorar las condiciones actuales. “Si no cambiamos la manera de mirarnos y de mirar el arte, no tendremos cómo defender lo imprescindible”, insistió.