Walter Ferguson: Sólo soy yo y mi guitarra

Luego de 80 años de hacer música, Walter Ferguson finalmente recibió la oportunidad de grabar un disco compacto con algunas de sus más emblemáticas

Luego de 80 años de hacer música, Walter Ferguson finalmente recibió la oportunidad de grabar un disco compacto con algunas de sus más emblemáticas creaciones.

«Me senté frente al equipo y toqué las canciones que me vinieron a la mente», dijo Walter Ferguson cuando se le preguntó si había escogido las piezas del disco Babylon.

Desde su casa en Cahuita, Walter Ferguson atendió por teléfono a este redactor. Con modestia respondió las preguntas durante una hora, en la cual habló de sus orígenes como músico y las canciones del disco Babylon.

Para Ferguson, el calypso es una música de rima. «Empecé a cantar a los 3 o 4 años. Luego aprendí a tocar uquelele, después banjo y guitarra, pero nadie me enseñó nada».

El artista recordó que su madre una vez lo mandó a tocar órgano, pero como no le gustaban las notas, se rehusó.

«Con mi tía en Limón, a los años comencé a aprender piano. Pero desde el comienzo siempre ha sido el calypso. También le gusta mucho el clarinete, pues tuvo un conjunto donde tocó ese instrumento.

 

 

De seguido un resumen de la entrevista.

¿Es cierto que le llaman Segundo?

-Una vez trabajé en un lugar llamado Manila, donde un muchacho de Siquirres llegó con una guitarra. Él tocaba mucho, pero pensaba que yo lo hacía mejor. Una noche me invitó a tocar con él en una fiesta, quería que yo lo hiciera primero y luego él. Le propuse que hiciéramos al revés. Como no sabía mi nombre me llamó Segundo y hasta este día toda la gente me llama así.

¿Cómo ha sido el desarrollo del calypso en Costa Rica?

– Los limonenses están desarrollando mucho el calypso, aunque muchos músicos han muerto. Ahora lo están tratando de revivir. El sonido más conocido es el de las islas caribeñas, en el cual predomina el uso del Steel Drum. El calypso se compone de banjo, guitarra, tumba. El timbal es bueno, pero no estamos acostumbrados a usarlo en Costa Rica, sólo clarinete e instrumentos por el estilo.

¿Es cierto que ha compuesto alrededor de 100 canciones?

-Pueden ser más, pero no están grabadas y  no las recuerdo. Algunas son de antes de tener la grabadora, así que muchas no las canto ahora.

Todas las compongo por inspiración, pues no tengo preparación escrita. Sólo vienen a mi mente, pongo mi grabadora, y así las grabo. A veces tengo que borrar, pero es muy raro que cometa algún error.

En el disco Babylon llama la atención que casi todas las piezas son muy narrativas. ¿Es esa una característica propia del calypso?

-Siempre el calypso recoge cuentos de lo que pasa alrededor, como Monilia, que narra la historia de una enfermedad que atacó los cultivos de cacao.

El disco lo grabamos en el potrero mío, quizá no era muy práctico, pero no había otro lugar.

¿Se pudo haber hecho una mejor grabación en San José?

-Es que no quiero salir de Cahuita porque soy viejo, ya no canto como antes. Los casetes míos de antes son diferentes, porque la voz era diferente. Siempre he tocado aquí en el vecindario, en la costa, pero salir a San José nunca. Una vez fui a Estados Unidos por un tiempo, donde toqué calypso también. Me gustó mucho y la gente me trató muy bien; tengo familia allá.

¿Por qué  nunca quiso venir a San José?

-En la época en que me llamaron a San José, el calypso no era tan apreciado como hoy, sólo en el Atlántico, por eso yo no quería ir a allá .

Si no fuera por Manuel Monestel, aquí nadie conocería su música…

-Es cierto. Tengo un profundo afecto para Monestel. No soy orgulloso,  no puedo tocar ni la cuarta parte de lo que él toca. Sin embargo, la forma como yo toco la guitarra para el calypso a él le gusta mucho.

Además Monestel arregla mis calypsos porque él tiene una banda; yo sólo soy yo y mi guitarra.

¿Fue una decisión suya la selección de las canciones en el disco?

-Sí. Me senté frente al equipo y toqué las canciones que me vinieron a la mente. Debí detenerme a pensar mucho, pues son muchas y algunas me gustan más. Tuve libertad para tocar las que quise. Babylon y otras son un poco más nuevas, entonces las canto más; pero Monilia y muchas más me gustan mucho todavía, como Calaloo y las que canta Monestel.

De las 13 canciones, ¿Babylon es la última que escribió?

-Sí, la compuse hace como dos años. Soldier no es real, es mi imaginación. Usted sabe como es la vida de un soldado, él no anda con bromas. Un soldado «con el rifle en la mano». Por eso hice ese calypso.

River Bank es un juego de güilas en la escuela, lo cantan cuando salen a recreo. Yo no le gustaba a mi maestro mucho, pues siempre andaba cantando el River Bank.

Carnaval Day es una creación mía. Pero Buda la tocó en San José. Me llamaron de allá para preguntarme si era Buda el autor de ese calypso. Les dije que no, pero que se lo dieran, pues era un muchacho con  buena fama para la música. No me dejaron.

Otra canción suya muy famosa es Cabin in the Wata…

-Trata de un muchacho que vivía en un terreno del Parque Nacional antes de que fuera declarado parque, cuando lo expropiaron. El dijo, voy a hacer un botecito, si no puedo vivir en la tierra tengo que vivir en algún lugar, y se hizo algo en el agua, por eso lo llamé Cabin in the Wata.

Calaloo es una planta comestible y disfrutamos de ella con bacalao. Es un alimento, una hierba. La canción de ese nombre es muy antigua.

Sobre Serenade, la hice por inspiración. Cuando joven siempre andaba dando serenatas en Cahuita, en época de Navidad.

Las letras de las canciones en el disco están en inglés, sin embargo usted siempre canta en «patuá»…

-Nosotros llamamos a lo que yo canto «patuá». En el calypso no usamos palabras gramaticalmente, tenemos una manera de llamar las cosas y eso es el patuá. Mucha gente piensa que el patuá es francés, pero es el mismo inglés. La manera como pronunciamos las palabras es patuá.

La canción Everybody Laughing… recoge una historia sobre la monilia también. Cuando tenía mi finquita de cacao yo era como un patrón, pero luego de la monilia todo el mundo se reía de mí, porque no tenía nada de qué vivir.

¿ Le gustaría emprender el proyecto de un segundo disco?

-No. Ahora no canto. Estoy enfermo y la vista también me molesta. Me siento un poco desanimado. Cuando uno llega a los 83 años, ya pierde ese valor de cantar, porque la voz no suena bien, ni toco la guitarra como antes.

¿Le gusta que otros artistas nacionales toquen sus canciones?

-Sí, me siento orgulloso. Por eso le dije a Manuel Monestel que no lo puedo criticar, porque las toca mejor que yo. Bueno, hay una ley. Los que las tocan normalmente siempre me reconocen como compositor.

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