Yadira Clavo: La voz de una mujer y de todas las mujeres

La autora continuará escribiendo sobre temas de género hasta que no haya un cambio. Yadira Calvo está comprometida con el tema de la

La autora continuará escribiendo sobre temas de género hasta que no haya un cambio.


Yadira Calvo está comprometida con el tema de la mujer: su más reciente libro, «Éxtasis y ortigas, las mujeres entre el goce y la censura» es una prueba de ello.

Recibir reconocimientos no es nada nuevo para Yadira Calvo, aunque confiesa que ser la acreedora del Premio Nacional Aquileo Echeverría de este año en la rama de ensayo es un estímulo para seguir creando.

Publica ensayos desde 1982, con la particularidad de que a través del tiempo los temas que ha tratado han tenido como foco a la mujer. Ha sido educadora y ha ganado otros premios como el UNA-Palabra en 1989 y el Aquileo J. Echeverría en 1990.

Su libro más reciente, «Éxtasis y ortigas, las mujeres entre el goce y la censura», se enfoca en el placer y la sexualidad de las mujeres y marca otro paso en el largo camino en el que se ha destacado por ser una voz femenina fuerte, con la que UNIVERSIDAD tuvo la oportunidad de conversar recientemente.

– En 1982 usted publicó un ensayo titulado «Mujer, víctima y cómplice». ¿Qué diferencias puede identificar en su enfoque de entonces y el de ahora?

– Ese fue mi primer libro en esta área. Creo, y tal vez desde afuera se vea diferente, que lo que he hecho es caminar desde lo más general a lo más particular. En mi primera obra hago un planteamiento general sobre el problema de la mujer y con el tiempo me centro en aspectos como la religión, el lenguaje y en este caso sobre las diferentes formas de placer.

-¿Qué ha cambiado en relación con la situación de la mujer costarricense del primer libro a ahora, es decir, en los últimos 23 años?

-Creo que hay más libertad sexual para ellas. El problema que tal vez siguen enfrentando ya no es el de su libertad, sino el de la concepción que hay sobre ellas.

Todo el sistema ideológico sigue siendo el mismo: se ve a la mujer como subordinada, cada vez se hacen investigaciones que intentan demostrar que tienen un cerebro anómalo o diferente al de los hombres.

-¿Por eso es que se intenta diferenciar a la mujer diciendo que es más emocional o menos racional?

-Cualquier característica que se le atribuya va a ser conceptuada como inferior. Si el día de mañana se determinara que las mujeres son más racionales, entonces la racionalidad pasaría a ser inferior. Es el referente lo que indica la inferioridad.

-Y con respecto a los roles sociales y la educación, ¿es distinta la educación que usted recibió cuando niña a la que reciben hoy los niños y las niñas?

-Yo he dado clases durante muchos años, y durante 30 años he comprobado que por parte de las mujeres estudiantes siguen surgiendo las mismas quejas. Por ejemplo, se les asignan trabajos domésticos mientras que a sus hermanos no se les obliga a hacer; eso es un síntoma de que hay algo que no ha cambiado.

Lo ideológico no ha cambiado. Nosotros actuamos bajo ciertas concepciones de lo humano y nos ajustamos a nuestros roles sin que haya un cambio verdadero.

-Si usted misma creció bajo estas concepciones, ¿cuándo comenzó a cuestionarlas?

-Desde muy niña porque en mi casa somos ocho hijos, de los que cuatro son hombres, y con frecuencia a las niñas nos hacían levantarnos de la mesa para que se sentara algún hermano. A mí eso me resultaba muy ofensivo.

Por otro lado yo tenía muchos más problemas con llegar tarde a la casa que ellos, en fin, es el tratamiento desigual el que provoca una reacción. A las mujeres nos siguen catalogando como más débiles, más vulnerables y lo que nos hace vulnerables es la sociedad en que vivimos.

-Sin embargo hoy se habla de la liberación femenina. ¿Vivimos realmente en una época de liberación?

-No. Puede que algunas mujeres se liberen individualmente de las trabas sociales, pero todas estamos expuestas al mismo tipo de percepción y de concepciones sociales. La liberación es un todo social, no tienen que liberarse las mujeres, tiene que liberarse la humanidad. Hay una gran cantidad de trabas mentales que inciden en la sociedad.

-¿Por qué cree que cuando se usa la justificación de «el sexo vende» se refiere siempre a la utilización del cuerpo y la imagen de la mujer?

-Porque a las mujeres se las ha identificado con el sexo permanentemente. Históricamente el sexo eran las mujeres. Lo que pasa es que hay un gran problema social de ocultamiento: no es que el sexo vende, es el sexo de las mujeres el que vende. Se tiende a generalizar y se cae en una falsedad.

-Pero el uso de modelos o imágenes de mujeres es un recurso común en la publicidad y la prensa costarricenses. ¿Es posible que se supere esto próximamente?

-No lo creo, pero sí se debe superar. Debe haber formas creativas que no atenten contra la dignidad de ellas o cualquier otro grupo social. Lamentablemente en una sociedad fundamentalmente patriarcal, no hay ningún interés en que esto cambie.

-¿Está de acuerdo con la legislación que apoya la mujer? ¿Considera que este tipo de leyes deberían ser inclusivas de los dos géneros?

-Volvemos al ocultamiento: cuando se habla de violencia de género, obviamente es violencia contra la mujer. Lo que sucede es que hay un grupo muy reaccionario en la Asamblea Legislativa, para el cual la conquista o esfuerzo en beneficio de las mujeres le parece que es en perjuicio de los hombres. No se puede tener esa concepción polarizada, los sexos no son opuestos y lo que está a favor de un grupo no está necesariamente en contra de otro.

Me parece una barbaridad que en cinco años no se haya podido aprobar una ley sobre la violencia doméstica. Las mujeres siguen muriendo por esta causa, y en el mundo mueren más por violencia de su pareja que por cáncer o cualquier otra cosa.

-¿Es ese el problema más importante de las mujeres en este momento?

-Ese y el de la desigualdad de acceso al trabajo. Cabe recordar que en general las leyes que tratan de proteger a los grupos más vulnerables de la sociedad, se vuelven contra ellos.

-¿Y sin embargo considera prioritario la aprobación de la Ley de penalización de la violencia contra la mujer?

-Si, es absolutamente indispensable que se hagan leyes que regulen a la sociedad para que no haya grupos que sufran las consecuencias de la opresión en ningún aspecto. Creo que no habla bien del país el hecho de que no se haya legislado en ese sentido.

-Los diputados han planteado la «guerra de sexos» como el principal motivo para no apoyar la iniciativa de elegir un directorio femenino en la Asamblea el próximo 1 de mayo. En su ensayo usted menciona al miedo como uno de los factores que provocan la desvalorización de la mujer, ¿tendrá que ver en este caso?

-Sí, todo responde a esa costumbre a asociar el poder con la virilidad que hace extraordinario que las mujeres tomen el poder. De hecho, considero que eso no va a cuajar porque las mujeres están presionadas por sus fracciones políticas.

El miedo está en el fondo de toda la actitud negativa de la mentalidad dominante del hombre sobre la mujer.

-Las noticias con respecto a la elección del directorio de la Asamblea han ridiculizado la situación. ¿Qué papel ha jugado la prensa en la construcción y destrucción de estereotipos sobre la mujer?

-Desgraciadamente la infravaloración de las mujeres está generalizada y al compararlas con un «té de canastilla» o decir que están «al borde de un ataque de nervios» es una manera de rebajar el nivel de lo que ellas pueden hacer. Parece mentira, pero los viejos patrones siguen rigiendo y cualquier asociación o grupo conformado solo por mujeres inmediatamente es articulado con argumentos desvalorizantes.

Antes se decía de las mujeres intelectuales que solo les faltaban las barbas y eso era una manera de rebajarlas.

-Pero aunque las rebajen es imposible ignorar que en el *rea de literatura e historia fueron cuatro mujeres quienes ganaron los Premios Nacionales de Cultura…

-Los mitos en este sentido siguen vigentes a pesar de que la realidad desmienta su sentido. Para las mujeres este tipo de logros representa que podemos trabajar y desarrollarnos en un mundo intelectual o artístico, a pesar de que no se cuenta con el apoyo de una sociedad o una cultura que valore su capacidad creativa o su inteligencia.

-¿Continuará siendo este tema la su preocupación primordial?

-Mientras las cosas no cambien será mi preocupación y la de una gran parte de la sociedad. El feminismo es solo una reacción a la desvalorización de la mujer. De hecho, una manera en la que se ha desvalorizado el feminismo es etiquetando a las feministas de lesbianas o de «traga machos». Igual, la práctica demuestra que no es así, pero el mito sigue vigente.

-Y el mito las tacha de resentidas sociales…

-Claro, el estigma existe. Si se es feminista es porque una no se pudo casar. Estoy segura de que como en todos los grupos, hay de todo, pero vivimos con muchos prejuicios. Hay una gran parte de la sociedad establecida que intenta que las cosas no cambien y esa parte goza de una gran autoridad porque está en los púlpitos, en las universidades, en los laboratorios y en los grandes centros del poder intelectual. La lucha debe venir de las mujeres que nos vemos afectadas, y además de los hombres sensibles que se dan cuenta de esto. El feminismo no es solo para mujeres.

 

 

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