Bora simplemente es feliz

Conocer la filosofía de cada país que dirige y capacitar a buenos futbolistas, son la receta del éxito del entrenador Bora Milutinovic.Pentamundialista. Bora Milutinovic

Conocer la filosofía de cada país que dirige y capacitar a buenos futbolistas, son la receta del éxito del entrenador Bora Milutinovic.

Pentamundialista. Bora Milutinovic estará en su quinta copa del mundo en Corea y Japón. Sin embargo, miles lo ven en Alemania 2006. ¿Con quién?

El 10 de junio de 1990, 24 horas antes del debut de Costa Rica en Italia 90 contra Escocia, en la ciudad de Mondoví, Italia, entrevistamos al entonces director técnico de la Selección Nacional, Bora Milutinovic, quien nos enfatizó conceptos idénticos a los que hoy maneja para motivar a sus discípulos de la selección de China, que al igual que la tricolor en Italia 90, acude a su primera Copa del Mundo en Corea y Japón.

Cuando faltaban pocos minutos para que Costa Rica diera el campanazo del Mundial, hincando 1-0 a Escocia, Milutinovic se aferraba a sus viejos moldes.

-¿Satisfecho?, le preguntamos, y respondió.

-«Mucho, los jugadores han hecho un gran esfuerzo en los últimos meses que hemos aprovechado sobre todo en afianzar aspectos tácticos, técnicos, realización de conceptos de cómo se debe jugar, cómo se debe marcar, recuperación de balón, etc.


-¿Qué podría pasar?

-«Nada especial; si los jugadores aplican sobre el terreno de juego los conceptos sobre los cuales se ha trabajado, Costa Rica hará un buen papel, digno, decoroso, que lo puede llevar perfectamente a dar una sorpresa, porque en los mundiales, hay sorpresas».

-¿Qué hizo para fortalecer esos conceptos?.

-«Quitarles presión a los jugadores. Les hemos insistido en que el Mundial es una fiesta, que se deben aflojar las tensiones y hay que venir a divertirse, a entretenerse, a jugar sin complejos, como cada uno sabe y lo puede hacer, sin pensar mucho en el rival, sino en lo que cada jugador pueda dar, que ofrezca lo que tiene suyo, lo que ha dado en toda su carrera y que trate de poner en práctica lo que se vio en la parte final del proceso, desde el momento en que lo tomé a mi cargo».

-¿Qué transmite usted a sus jugadores?

-«Felicidad. Soy un hombre feliz; quiero que mis jugadores lo sean, quiero ver a los periodistas felices; aquí el que está triste es porque quiere», me expresó el entrenador de Costa Rica en aquella época y luego agregó:

-«Bora es feliz, Bora es alegre, Bora es el mejor».

Y, agregó:- «A mí la gente me quiere, me aprecia en todo el mundo; Bora cree en Bora, Bora no cree en Dios».

-¿Ateo?, le pregunto.

-«No, ortodoxo», y se alejó riéndose.

Me dije: Bora es Bora; su carisma e inteligencia, cierran cualquier flanco para el ataque.

EL HOMBRE RÉCORD

Bora es un caso único.

Tras dirigir cuatro selecciones nacionales en Copas del Mundo, ahora va a su quinta cita consecutiva.

Condujo a México en 1986 en el bien llamado «Mundial de Maradona»; después a Costa Rica en el verano italiano del 90; siguió con el anfitrión, Estados Unidos en 1994 y Nigeria en Francia 98. A todos los clasificó a la segunda ronda y ahora con los chinos, fiel a su estilo, se quita presión y dice alegremente que «China ya es campeona del mundo, con solo el hecho de haber clasificado».

Esta es la táctica del gitano Milutinovic, con estas palabras calma a 1300 millones de chinos que siguen a su selección y tranquiliza un tórrido ambiente futbolero en esa inmensa nación, donde operan 4.300.000 licencias futbolísticas.

-¿Cuál es su receta, le preguntaron?

-«Conocer la filosofía de cada país, las costumbres de su gente, los gustos, su cultura, la tradición y su historia y después voy a mi trabajo; hallar a los mejores futbolistas. Si tengo buenos jugadores y sé lo que sienten y piensan, de acuerdo con sus genes y su sangre, podré esperar de ellos, grandes cosas».

Y, ha tenido razón.

UN RETRATO

La periodista Vivian Sedmak escribió un perfil de este técnico. «Al haber dirigido en varios países, y a varias selecciones, para muchos Velibor Milutinovic, a quien todos llaman simplemente «Bora», se ha ganado el título de «entrenador mercenario».

«Bora» hace cinco mundiales que no está marginado y siempre con camiseta diferente. Dirigió, y lo reconoce, a equipos a cuyos jugadores nunca pudo darles las indicaciones en su idioma.

El yugoslavo debutó como entrenador en el conjunto mexicano en el año 86. Era entrenador del conjunto de la Universidad Autónoma de México y pasó al equipo del país. Llegó hasta los cuartos de final y, en esa oportunidad, aportó futbolistas como Hugo Sánchez, y el mismo Javier Aguirre que hoy está al frente de su seleccionado. En el encuentro de cuartos de final, México, se recuerda, terminó igualado a cero. En los lanzamientos de penalti, el equipo azteca perdió por cuatro a uno ante Alemania que era su rival.

Cuatro años más tarde, en el mundial de Italia, «Bora» llegó con el buzo de Costa Rica. En la ronda eliminatoria, dejó en el camino a Suecia y Escocia. Costa Rica era el «patito feo» del grupo. Allí el yugoslavo adquirió los calificativos de «mago», de «milagroso», de «increíble».

La actuación de Costa Rica en el mundial italiano hizo que la dirigencia del fútbol estadounidense «enamorara» a «Bora» y se lo llevara a su casa. Eran los organizadores del torneo.

Los dirigentes estadounidense acertaron con su reclutación. Despertó con su equipo interés en la afición. Lo demostró cuando un 4 de Julio, en pleno torneo, los estadounidenses se fueron a celebrar las fiestas patrias al «soccer», pues creían que, frente a Brasil lograrían algo. Bora y su equipo llegaron hasta allí no más.

Después de esa actuación regresó a México y fue tercero en la «Copa América» de Bolivia. En las eliminatorias de la CONCACAF fue triunfador y clasificó a la selección mexicana. No le bastó a los dirigentes aztecas y se quedó sin mundial. Era lo que todos decían hasta que…apareció Nigeria y el mundial de Francia tuvo, una vez más a «Bora» presente. Volvió a darle satisfacción al país que representaba. Ganó partidos a España y Bulgaria pero la indisciplina del equipo, y la derrota ante Dinamarca, mató sus propias ilusiones.

Y llega el Mundial 2002. No habrá mundial sin «Bora». Ya está instalado sobre la muralla China. Es una selección que promete. Había dicho que si no clasificaba, se «tiraba desde la Muralla China». No lo tuvo que hacer. Su equipo superó a Omán por uno a cero y ya «Bora» se mandó a hacer su kimono. Podríamos decir que desde hace 16 años, no hay mundial sin Bora Milutinovic».

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