Fútbol vive un sueño

Saprissa y Alajuelense empataron 4-4 en la edición del clásico más emocionante de las últimas décadas. (Foto: tomada del Facebook Saprissa de Corazón)El Estadio

Saprissa y Alajuelense empataron 4-4 en la edición del clásico más emocionante de las últimas décadas. (Foto: tomada del Facebook Saprissa de Corazón)

El Estadio Nacional, ese monumento deportivo de primer mundo construido en La Sabana y edificado sobre los derrumbes del viejo coliseo, ha sido escenario con diferencia de pocos días, de dos acontecimientos futbolísticos que se registran como imperecederos en la historia de nuestro deporte favorito.

Los dos, bajo un entorno impresionante, unas graderías repletas, un fervor patrio en el primer evento y la presencia de las dos aficiones más grandes y rivales del fútbol criollo en el segundo, fueron el marco idóneo para que Costa Rica derrotara 3-1 a la selección de Estados Unidos en la eliminatoria mundialista, victoria que dejó abierta la posibilidad de lograr la clasificación en el siguiente partido en Jamaica.

Sumado a lo anterior, pocos días después quedaban las puertas abiertas para disfrutar de una nueva edición del clásico del balompié nacional, que −para beneplácito de los fanáticos de los dos equipos− se desarrollaría en uno de los mejores momentos futbolísticos del país.

Saprissa, líder del campeonato e invicto, y Alajuelense, en una racha de triunfos donde tumbaron al América de México que venía como líder del campeonato y con un largo invicto, vencieron al campeón Herediano y golearon 4-0 al Cartaginés, al que también despojaron de su cadena de juegos sin derrotas.

Con un Estadio Nacional teñido de morado, pero repleto de parches rojos y negros, Saprissa y Alajuelense se dedicaron a jugar fútbol, a meter goles y a construir el clásico más dramático y apasionante de las últimas décadas, con un marcador final inusitado: empate 4-4, resultado que por primera vez se da entre este par de contendientes, que se reparten el grueso de la afición nacional.

EMOTIVO AL TOPE

En media hora de clásico Alajuelense ganaba 2-0, gracias a una mayor determinación de sus futbolistas, que le fueron a todas, le metieron pierna al juego y le pasaron por encima a un equipo morado sorprendido y limitado.

Los goles de Kevin Sancho y Kenneth García presagiaban una tunda de parte de los erizos al Monstruo; Saprissa necesitaba de un gol para meterse en el partido.

En forma dramática y de hecho, como un suceso aritmético jamás presenciado en un clásico, los morados no solo metieron ese gol tan urgido, sino que en cuestión de seis minutos anotaron en tres ocasiones, para darle un vuelco espectacular al resultado. Dos anotaciones de Michael Barquero y otra de David Ramírez en medio de una neblina que tiñó de gris las intenciones de los manudos para reaccionar, el Saprissa se fue al receso con un marcador favorable. Los tres goles del Saprissa fueron festejados por su bravía afición, con signos de frenesí y locura, que solo se habían presenciado en el mismo escenario con el triplete de anotaciones de los ticos a los estadounidenses.

Podíamos sentir los latidos de los corazones de esos fanáticos de la Selección Nacional y del Saprissa, que en tan poco tiempo disfrutaban de goces futboleros jamás imaginados. ¡Seis goles, tres a los gringos y tres a la Liga! ¿Quién se lo podía imaginar?

El clásico se reanuda en la segunda parte y el capitán del Saprissa, Alexander Robinson, anota un autogol, acción desafortunada que da al Alajuelense el empate.

Los dos directores técnicos, Ronald González y Oscar Ramírez, titulares de Bora Milutinovic en Italia 1990, mueven sus fichas en procura del gol de la victoria.

Juega bastante mejor el Saprissa. Patrick Pemberton salva dos goles, pero anota la Liga y en el minuto 88, un error de marca, una pequeña asociación entre Venegas y Alpízar y gol del que llaman “Matador”.

Se escurre el invicto morado; se presume que Alajuelense agregará a su lista de invencibles destronados a su archirrival. Sin embargo, en el minuto 89, quien fuera uno de sus juveniles mimados, ahora vestido de morado, Diego Estrada, mundialista de Egipto, les hizo la trastada y con un golazo empató el partido.

Un cierre escalofriante, un clásico histórico, sufrido, apasionante, de emociones fuertes, positivas y negativas, vaivén de ansiedades, y ojo que si Estrada no empata, la fecha nueve del Torneo de Invierno solo tendría un invicto: la Universidad de Costa Rica.

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