Las pioneras del fútbol fueron ticas

Que las mujeres jugaran al fútbol en 1949 era asunto de extraterrestres. No fue sino hasta finales del siglo XX cuando el fútbol femenino

El Deportivo Femenino Costa Rica cumplió este año 60 primaveras.

Que las mujeres jugaran al fútbol en 1949 era asunto de extraterrestres. No fue sino hasta finales del siglo XX cuando el fútbol femenino empezó a tomar auge, amparado en diversos factores.

La transnacional Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), encontró muy fácil “democratizar” aún más la práctica de una disciplina deportiva que mueve pasiones: a sus burócratas les servía ampliar el espectro de las votaciones para reelegirse en funciones que dan alta calidad de vida y generosos viáticos.  Las federaciones de fútbol en varios países empezaron a tomar en cuenta el fútbol de mujeres como un apéndice a sus organigramas y una potencia económica como los Estados Unidos, metió la práctica del fútbol femenino en sus colegios y universidades hasta convertirse en campeonas del mundo.

Sin creer para nada en el éxito que las podían alcanzar jugando competitivamente al fútbol, los dos últimos jerarcas de FIFA, Joao Havelange y Joseph Blatter han hablado bellezas del fútbol femenino y hoy organizan Copas del Mundo, autonombrándose promotores e impulsores de esta disciplina, sin conocer que fueron los hermanos Manuel Emilio y Fernando Bonilla, quienes hace 60 años fundaron – con un grupo de entusiastas, atrevidas, rebeldes y muy valientes jóvenes costarricenses –, el primer equipo de fútbol femenino en el mundo: el Deportivo Femenino Costa Rica F.C.

Los hermanos Bonilla, también grandes futbolistas de la primera división del fútbol costarricense, se reunieron en La Paulina de San Pedro de Montes de Oca con un grupo de muchachas con la idea de fundar un equipo de fútbol.

Un sector de la finca “Las Delicias”, en San Ramón de Tres Ríos se convirtió en terreno de prácticas y entrenamientos. “Mamilo” y Fernando conducen a las jóvenes en los aspectos teóricos, tácticos y físicos del fútbol.  Tras enseñarlas a trotar, correr; darles fuerza, músculo y mucha orientación, rápidamente la cosecha da buenos frutos.

El 19 de marzo de 1949, 32 futbolistas fundaron el equipo y el 26 de marzo de 1950, prácticamente un año después, el Deportivo Costa Rica debutaba en el Estadio Nacional, en un partido donde se le daba un homenaje al entonces Presidente de La República, Otilio Ulate.

“Este fue el primer partido de fútbol femenino en Costa Rica”, afirmó Fernando Bonilla, precursor de esta disciplina en nuestro país y visionario de lo que sería el fútbol de mujeres medio siglo después.

“Havelange nunca creyó en el fútbol femenino y hoy Brasil, su país, organiza campeonatos mundiales”, dijo Bonilla al Semanario, quien delante de sus pupilas, hoy damas de entre 60 y 70 primaveras, respaldan las profecías de su maestro.

“Hace 60 años, le decía a mis jugadoras que el fútbol femenino se practicaría en todo el planeta; que se organizarían campeonatos mundiales y copas internacionales y que millones de mujeres lo practicarían, incluso profesionalmente. No me equivoqué, el tiempo nos dio la razón a mi hermano y a mí.

“Es más, no tengo la mínima duda de que el fútbol femenino en el nivel mundial se fundó en Costa Rica. Nos quieren hacer creer que fue en Inglaterra en 1921 donde se empezó a practicar, pero no hay una sola prueba o evidencia de ese suceso.
“Lo que sucede es que en Costa Rica somos muy mezquinos y al no reconocer oficialmente la fundación y  el debut del Deportivo Costa Rica, que incluso hizo varias giras al exterior, promoviendo esta disciplina en Cuba, Panamá, Colombia y México, ahora otro país nos roba el mandado”, agregó Fernando.

A sus discípulas les cuesta comprender por qué el equipo como tal no pertenece al Salón  de la Fama del deporte nacional y reclaman con todo derecho la presencia de Fernando Bonilla en la Galería de los Inmortales.

CITA CON LA HISTORIA

A Vera Violeta Padilla le encantaba ir al Estadio Nacional desde que tenía 9 años.

“Mi hermano Jorge Eladio jugaba en primera división y lo veía desde las gradas. Desde entonces me preguntaba ‘¿Por qué las mujeres no pueden jugar al fútbol?’

“Años más tarde, en mis clases de ballet con Olga Franco, una compañera de baile, Marielena Valverde, me dijo que se estaba formando un equipo de fútbol de mujeres y que si quería entrar. Guardé silencio en ese momento.

Días después, hubo una reunión en la casa de los hermanos Bonilla y me hice acompañar de mi mamá, María Solano.  En ese momento tenía 13 años. Tras escuchar a los entrenadores, mamá me dio permiso de entrenar y de 14 años debuté en el equipo como delantera”, narró la ex-futbolista, a quien su técnico bautizó como “la Fello Meza” del femenino, por su potente remate con las dos piernas.

A María Eugenia (Maruja) Páez, la portera del equipo, su amiga Nelly Castro tuvo que engañarla para que la mamá de María Eugenia, Lilia Arias, le diera permiso de ir a jugar baloncesto a Tres Ríos.

Nelly ya estaba en el grupo que practicaba fútbol, por eso, al llegar a Las Delicias, Maruja exclamó: ¿“Dónde está la cancha de básquet”?, y ahí fue cuando Fernando le aclaró: “No es baloncesto, es fútbol”.

–“A mí el fútbol no me gusta” dijo Páez.

–“Quédese y haga ejercicios”, respondió Bonilla.

“Entonces, como me gustaba jugar al baloncesto, voleibol y nadaba muy bien, me puse a trotar siguiendo las instrucciones de los dos hermanos y al rato casi me asfixio. Fernando detuvo la práctica, se dirigió hacia mí y me dijo: ‘Vos me servís para portera’.  Así jugué cuatro años, hasta 1953 que me casé”, narró Maruja.

La historia de Ana Cecilia “Yiya” Herrán es distinta: ella empezó a asistir a los entrenamientos para acompañar a su hermana por parte de madre, Gladys, ésta última, hija del inmortal Macho Madrigal, gloria del fútbol costarricense.
“Siempre he sido futbolera, mal de familia. De tanto ir a las prácticas, las muchachas empezaron a carbonearme para que jugara y un día me vi uniformada en el equipo. Era una “güila” de 14 años, por lo que recibí mucha ayuda de las jugadoras mayores”.

Gladys Madrigal llegó a entrenar recomendada por Carlos Herrán, gran amigo de Fernando Bonilla.

“Carlos me dijo que si quería jugar fútbol y le respondí que sí. Entrené fuerte, jugué en el debut e hice la gira a Panamá.  Sin embargo, después entré a trabajar a la Pagaduría Nacional y tuve que escoger entre trabajo y deporte, ya que no daban permiso para entrenar.  Así dejé de jugar”, indicó Gladis, quien tuvo mucha resistencia de parte de su madre, muy estricta, y de su esposo, Eugenio Corrales, quien no quería saber nada de fútbol.

La historia de Miriam Artavia Valerio es curiosa. Siempre quiso jugar al fútbol; fanática del Orión y después del Saprissa, estudiaba contabilidad cuando a los 16 años leyó una portada del Diario La Hora, donde venía la fotografía de tres jugadoras del Deportivo Costa Rica.

Comentó esto con su amiga Zulia Loaiza, esposa de René Muñoz, portero del Orión y ella la conectó con el árbitro Alvar Macís, quien a la vez habló con los Bonilla y esta extraordinaria mediocampista solo entrenó tres meses antes del juego del debut.
“Ese día no me alinearon y no paré de llorar en el Estadio Nacional, pero después debuté en el Estadio Revolución de Panamá y ya nadie me sacó luego”.

Esta futbolista tuvo el honor de defender los colores de dos selecciones nacionales: la de Costa Rica y la de Cuba, como refuerzo.

También llegó a la conversación con UNIVERSIDAD, la “cumiche” del grupo, Ana Emilia Morales, quien pertenece a la segunda generación del Costa Rica.

“Fernando Bonilla era compañero de equipo en la Gimnástica de mi papá, Fernando Morales y así llegué al equipo femenino en 1959, en medio de un paréntesis del club, ya que el 80% de las fundadoras se habían casado.

Al Deportivo Costa Rica se le cayó una gira mundial, que organizaba Max Gold, cuando fue asesinado en Ecuador. Así se cambiaron los planes por una gira terrestre a Centroamérica y México en 1963.

“Mi papá me dio permiso de viajar, fue una gira extensa de febrero a agosto: solo en México jugamos 16 partidos, pero por razones de trabajo (laboraba en el Banco Nacional), regresé de Guatemala”, manifestó Ana Emilia.

El viaje a México marcó la etapa final del equipo. Un trato injusto y discriminatorio del dirigente mexicano Guillermo Cañedo, alto funcionario de FIFA hacia la delegación costarricense, frustró esta maravillosa aventura iniciada por los hermanos Bonilla, quienes perdieron la ilusión y pusieron punto final a tan histórico suceso.

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