Partido Costa Rica contra EE. UU.: Venganza es mala consejera

Es urgente que los integrantes de la Selección Nacional se dediquen a jugar fútbol y archiven los deseos de revancha, sin escuchar el pedido

Es urgente que los integrantes de la Selección Nacional se dediquen a jugar fútbol y archiven los deseos de revancha, sin escuchar el pedido de sangre que vendrá de las graderías. (Foto: http://fedefutbolcr.com)

Llegó la hora de recibir a la selección de Estados Unidos. Han transcurrido más de 160 días para que se presentara la oportunidad de la revancha.

Fue el 22 de marzo de este año que Estados Unidos derrotó 1-0 a Costa Rica en Denver, Colorado, bajo una tormenta de nieve. El partido no fue suspendido por la FIFA, se jugó en condiciones inhumanas, los anfitriones presionaron para que el juego no se cancelara, sobre todo cuando lo iban ganando 1-0 y los delegados costarricenses prácticamente fueron burlados en el propio escenario, al hacer intentos para que el juego se suspendiera.

Las autoridades deportivas estadounidenses no tuvieron alguna consideración para la delegación costarricense en ningún momento de la visita a ese país y todo esto creó un clima de venganza y de revancha que se quiere saldar el viernes 6 de setiembre, a partir de las 8 p.m. en el Estadio Nacional.

Lo que sucede es que el pueblo futbolero costarricense quiere circo, desea sangre, está lastimado, herido, humillado por el oso del norte, lo que ha obligado a pronunciarse sobre lo que se debe hacer ante la visita de la selección de las barras y las estrellas, a personajes ajenos al mundillo del fútbol, desde la presidenta de la República −Laura Chinchilla−, miembros de los tres poderes de esta nación, federativos, el propio director técnico Jorge Luis Pinto, jugadores y −desde luego− quienes más atizan el escenario: la prensa deportiva, tan caliente como irracional.

Doña Laura exigió un trato recíproco. Algo así como “lo que nos hicieron allá, se lo hacemos aquí”.

Cero privilegios en el aeropuerto; trámites normales en migración; hacer las filas como cualquier turista; un solo motorizado de tránsito sin vía libre en carreteras; padecer presas y semáforos; cero atenciones en el hotel; y limitaciones de tipo nivel “diplomático”.

Atizados por periodistas que viven con la cabeza caliente, el pueblo desea tomar revancha por sus propias manos y, lamentablemente, se hablan temas desagradables, como un recibimiento hostil en el aeropuerto, obstaculizar las vías de tránsito del bus de la delegación visitante, lanzamiento de huevos y otros desechos al bus, escándalos en el hotel, en fin, hacerles la vida imposible a los seleccionados visitantes.

Con lo único que no se puede corresponderles es con la presencia de la nieve, la gran invitada a la noche aciaga de Denver. Este es el marco previo al partido.

Para darle otro empujón al suceso, el técnico de Costa Rica, Pinto, afirma que el fútbol costarricense fue irrespetado en Denver y que personalmente vivió aquella noche el momento más grotesco de toda su carrera deportiva.

Jurgen Klinsmann y sus discípulos se van a meter en la caldera del diablo. ¿Qué podrán hacer para no salir quemados?

Ahora, ¿valdrá la pena que los miles de asistentes al juego ingresen a las gradas con cuchillos y puñales, y los jugadores de la Tricolor pisen la grama armados con AK-47 entre pecho y espalda?

 

CABEZA FRÍA

 

No es conveniente que los once titulares de Costa Rica entren al partido con “sangre en el ojo”; el deseo de revancha los puede nublar y equivocar el tránsito del partido, que se les puede ir por ruta equivocada.

Si físicamente será imposible desprenderse del entorno, que será infernal en contra del equipo visitante, mal haría el cuerpo técnico de la Tricolor en meter en la mente de los jugadores otra cosa que no sea jugar bien al fútbol.

Los profesionales en psicología, los motivadores del seleccionado, la dirigencia y el cuerpo técnico deben separar de tajo y de forma fulminante, el entorno caliente del escenario, con el partido de fútbol.

Costa Rica necesita sacar puntos de este partido; en un análisis anterior en estas mismas páginas, se planteó que incluso empatarle a “los gringos” es un buen resultado, siempre que se le gane a Jamaica el sábado 10 de este mes.

Si Costa Rica amarra de cuatro a seis puntos en este par de partidos, se le abre las puertas del Mundial  en Brasil, de ahí la urgencia de que haya plena y absoluta concentración de los jugadores en un único tema: el fútbol, y dejar que la afición sacie sus afanes de revancha por los conductos que crea convenientes, siempre que sean racionales.

Estados Unidos es un equipo muy poderoso; viene con toda su artillería; su línea de metralla con Landon Donovan, Chris Dempsey, Jozy Altidore y Michael Bradley es de primer nivel.

No hay que creer que el seleccionado de Klinsmann se desconcentrará por los cantos de “sirena” que vendrán de las gradas. Van a meterse en el partido con tapones dobles en sus orejas, en procura de un buen resultado. Nunca han ganado en Costa Rica en juegos eliminatorios. Saben que pisarán terreno minado, pero no hay bombas enterradas en el césped del coloso de La Sabana, donde podrán moverse al ritmo que les imponga el rival.

De ahí la urgencia y tremenda necesidad de que los integrantes de la Selección Nacional, igual se metan desde el primer minuto en el partido y pongan oídos sordos al pedido de cabezas y sangre que vendrá de los graderíos.

Si existe un partido trascendental para las aspiraciones de Costa Rica de ir al cuarto mundial en su historia −donde no cabe ni es conveniente la ley del talión−, es paradójicamente este frente a Estados Unidos. Hay mucho en juego y no caben distracciones emocionales.

Hay que dejarle la revancha a los fanáticos y a la prensa deportiva emotiva e irracional, y que sigan ellos con los tambores de guerra. La Selección Nacional lo único que tiene que hacer es jugar bien al fútbol.

Es de esperar un partido cerrado, al mejor estilo de Pinto; una retaguardia poblada, firme, coordinada, alargando un 0-0 que se pueda romper en un ataque fulminante de la Tricolor, en una acción a balón detenido o jugando como le gusta al colombiano, al error del adversario. Empezarán los mismos de siempre: Navas; Gamboa, González, Umaña, Oviedo (Díaz), Tejeda, Borges, Bolaños, Ruiz, Campbell y Saborío. No alimenten sorpresas.

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