El club de esgrima de la Universidad de Costa Rica es el pilar que sostiene a un deporte casi desconocido en el país.
Mauricio Segura, Michael Artavia, Gustavo Carrera, Mónica Hernández y Armando Rojas son parte del equipo de la UCR.
El deporte practicado por condes, príncipes y guerreros, lucha por desarrollarse y reunir las condiciones necesarias para destacar en el ambiente nacional e internacional.
«En Costa Rica estamos en pañales», así valora la situación nacional el instructor del Club de esgrima de la Universidad de Costa Rica, Luis Cruz, quien a pesar de las dificultades que sufre esta disciplina para participar en torneos internacionales, se muestra optimista del potencial de nuestros atletas.
Para Cruz, el principal inconveniente es que no cuenta con una sala de armas que permita el adecuado entrenamiento y reúna las condiciones necesarias para la organización de torneos, según los requisitos de la Federación Internacional de Esgrima.Este deporte consta de tres modalidades de armas que registran puntos mediante marcadores electrónicos y de sonido colocados en la punta, como es el caso del la espada y el florete, y con los lados del arma en el sable.
Para evitar que los puntos que tocan el suelo se registren como válidos, este deporte se practica sobre una pista o pedana metálica, la cual impide también al atleta deslizarse sobre la pista.
Estos implementos son parte del equipo de una sala de armas , sin lo cual es muy difícil organizar torneos internacionales, como el Centroamericano de Esgrima realizado el año pasado en nuestro país, donde la delegación salvadoreña prestó la pista metálica y parte del equipo.
A pesar de estas limitaciones y de ser el único país del área centroamericana sin sala de armas, los atletas costarricenses han obtenido buenos resultados en el ámbito regional, como por ejemplo Ciani Vega, quien obtuvo el cetro en sable el año pasado y Esteban Mullins quien se alzó con la corona centroamericana en los juegos de San Pedro Sula en 1997.
SOPORTE UNIVERSITARIO
El Club de Esgrima de la UCR es desde sus inicios en la década de los 80, el semillero y sustento de esta disciplina, pues algunas personas que han salido del equipo celeste, continuaron luego como instructoras.
Existen dos grupos que nacieron con gente proveniente de la UCR, el de La Sabana y el recién formado equipo de la Universidad Nacional Autónoma (UNA).
El de la UCR se conforma mediante una base de 14 personas, número que varía según las ocupaciones de cada esgrimista. Por tratarse de un club autofinanciado, los miembros pagan una cuota mensual de ¢5000 (¢4500 los estudiantes).
En el grupo los atletas de menor edad son los de mayor experiencia, como es el caso de Alberto Cruz, quien a sus 15 años y proveniente del proceso infantil de la UCR, lleva 3 años en la práctica de la esgrima; actualmente se coloca en segundo lugar en la clasificación nacional de espada.
Para Luis Cruz la expectativa es que con este proceso de jóvenes figuras, la esgrima nacional supere sus limitaciones y al menos se ponga a nivel con el resto del área.