Rónald González metió a Costa Rica en la gran vitrina del fútbol mundial.
Hay equipos que exceden sus propias conquistas; que existen más allá de su máximo logro. Nadie los olvida nunca, son muchachos locos de fútbol… dibujantes en la cancha de cosas imposibles.
En 1989 nacieron los “Carasucias” costarricenses, bautizados así por este periodista, tras la brillante participación en el Pre-Mundial Juvenil celebrado en Guatemala, donde en la final golearon 3-0 a México y clasificaron a Costa Rica al Mundial en Arabia Saudita, una selección que tenía como capitán a Rónald González, el técnico que hoy se consagra en Egipto al frente de la Sub 20.
Ahora esta última está clasificada a semifinales al cierre de edición. González fue el primer futbolista juvenil en anotar un gol en un Mundial; se lo hizo al colombiano Óscar Córdoba, quien, años después, llegó a ser el portero estrella del Boca Júnior argentino.
Chicos jóvenes que enamoran a los aficionados por su desparpajo, atrevimiento, valentía…
Rebeldes y desgarbados.
Generación despierta que todavía tiene acné en la cara; toreros que llaman al toro; niños humildes que jugaron en sus barriadas con la cara sucia; pícaros y desenfadados.
Fútbol hecho amague, pisada, toque claro, pique corto, freno y cambio de dirección.
Esteban Alvarado; Cristian Gamboa, José Mena, Roy Smith, Bryan Oviedo, Carlos Hernández, David Guzmán, Diego Estrada, Marco Ureña, Diego Madrigal, Josué Martínez, hoy.
Paúl Mayorga, Oscar Valverde, Orlando Sibaja, Rónald González, Austin Berry, Maximilian Peynado, Eusebio Montero, Rónald Chávez, Alexander Víquez, Juan Carlos Arguedas, Danilo Brenes, ayer.
¡Carasucias!
ASÍ LOS CALIFICARON
En febrero de 1957, el legendario entrenador argentino Guillermo Stábile, que sumaba 15 años en la dirección técnica de la selección mayor de su país, convocó a los 22 jugadores que irían al Sudamericano de Lima.
Rogelio Domínguez, portero; Pedro Dellacha y Federico Vairo, defensores; Juan Carlos Jiménez, Néstor Raúl Rossi y Héctor Guidi, mediocampistas.
Pero acababan de vender a Ernesto Grillo, Norberto Conde, Ernesto Cucchiaroni, Antonio Garabal y Dante Lugo al fútbol europeo y Argentina se quedó sin delantera.
Stábile se apuntó entonces a los mocosos que venían repuntando en sus respectivos clubes y así incorporó para el Sudamericano, a los “pibes” que la venían rompiendo en sus equipos: Omar Orestes Corbatta y Humberto Maschio ambos de Rácing; Antonio Valentín Angelillo de Boca y Enrique Omar Sívori, crack de River; además, el punta izquierdo, Osvaldo Cruz.
Se programó un amistoso en el estadio de Huracán y cuando Argentina ganaba 11-0 se suspendió el partido. Ahí nacieron los “Carasucias”, que hicieron loco en Lima. Argentina volvió al fútbol que lo hizo grande en los 40, el público peruano se rindió a sus pies y los idolatró; derrotaron 8-2 a Colombia; 3-0 a Ecuador; 6-2 a Chile; 4-0 a Uruguay y 3-0 a Brasil. De ahí que cuando en la primavera del 2002, le preguntaron a Sívori (quien falleció tres años después)…cuál fue el mejor equipo de la historia, respondió:
“La Argentina del Sudamericano de Lima 57; qué lástima que no nos vieron jugar en nuestro país”.
Esto porque los “scouts” presentes en el Sudamericano, ficharon de inmediato a estos cuatro prodigiosos atacantes que se fueron a jugar a Italia, donde fueron rebautizados como “los ángeles con la cara de cerdo”, es decir, los “Carasucias”.
Corbatta con Atalanta, Maschio en Bologna; Angelillo en el Inter y Sívori con la Juventus, fueron estrellas del calcio; incluso los tres últimos fueron nacionalizados y defendieron los colores de la selección italiana.
Estos “Carasucias”, tuvieron un par de generaciones sucesoras, los famosos “Carasucias” del San Lorenzo de Almagro, con la delantera inolvidable que formaron en 1964 el “Loco” Doval; el “Nano” Areán; el “Manco” Casa y el “Bambino” Veira, y luego los “Carasucias” del Defensor Sporting de Lima en los años 73-74, entrenados por la leyenda uruguaya, Roque Gastón Máspoli.
Costa Rica entonces, también tiene sus “Carasucias”; la generación de Juan José Gámez como técnico y Rónald González de capitán. Y ahora, esta que caminó más largo, con González como técnico y José Mena de capitán.
SIN CALIFICATIVOS
Ninguno llena; ninguno calza.
¡Increíble; admirable; histórico; impresionante; inolvidable!
Costa Rica se clasificó a las semifinales de un Mundial de Fútbol; mínimo, será el cuarto mejor equipo del planeta; cuando los lectores del Semanario repasen este comentario ya se sabrá el resultado de la semifinal entre nuestro país y Brasil; el antecedente es terrorífico: 5-0 ganaron los brasileños a los ticos en el arranque de esta misma competencia.
Sin embargo, el entorno varió; victorias de la Selección Nacional contra Egipto en octavos de final y ante Emiratos Árabes en cuartos de final, ubicaron a la tricolor en una tarima distinta, aunque contra el mismo rival que los escondió en el juego inaugural.
Resultado aparte ante los favoritos brasileños, cuatro veces monarcas mundiales en esta categoría, lo hecho por Rónald González y sus discípulos, trascendió y se hace difícil hallar un apelativo que amarre con justicia la hazaña.
Le preguntaron a González, luego de la dramática victoria lograda ante los Emiratos, si este grupo de jugadores que escriben historia, son un reflejo de la personalidad de su técnico y el “Carasucia”, respondió que sí.
“Entre los jugadores y el cuerpo técnico se ha dado buena química; han ido de la mano lo que predico y lo que hacen; eso nos facilita las cosas”.
Recuerdo cuando estuve en Guatemala, que desde que arrancó el Pre-Mundial Juvenil, los “Carasucias” deseaban enfrentar a México; querían tener cara a cara al máximo favorito, para aniquilarlo. Y lo lograron.
Hoy, el grande es Brasil.
El rival por vencer era Brasil.
Con estos muchachos, rebeldes y locos por jugar al fútbol, capaces de cualquier cosa, todo pudo suceder.
Desparpajo, atrevimiento, valentía…