Analistas dicen que el viejo sistema con grandes partidos “esta moribundo”.
La conservadora alemana Angela Merkel renovó su triunfo electoral el pasado 27 de septiembre en Alemania, en unas elecciones que le permitirán, además, sustituir en el gobierno a los hasta ahora socios socialdemócratas por los más afines liberales.
De ese modo, la “gran coalición”, conformada por los grandes rivales demócratacristianos y socialistas, que gobernó en el país en los últimos cuatro años, deja paso a una alianza más natural, entre la CDU-CSU, de Merkel, y los liberales, dirigidos por Guido Westerwelle.
Con los resultados de los comicios, Merkel logró su objetivo: abandonar la coalición con los socialdemócratas, para formar gobierno con los liberales. Pero los resultados fueron evaluados de diferente manera por la prensa alemana.
«Esta victoria no tiene nada de brillante. El resultado es amargo para la CDU-CSU, y en particular para la canciller», estimó el conservador Die Welt, que destaca que los democristianos de Merkel cosecharon su peor resultado desde 1949.
«El triunfo tiene sus zonas de sombra», agregó el Frankfurter Allgemeine Zeitung, que también destacó la sangría de votos que la CDU-CSU viene sufriendo con Angela Merkel.
Hay que destacar también que la tasa de participación electoral fue la más baja desde la reunificación alemana en 1990, cercana al 29%, y muy superior al 22% de las elecciones de 2005.
SISTEMA MORIBUNDO
El resultado electoral dejó a todos satisfechos, menos a los socialdemócratas del SPD. El 23% que lograron, un 11% menos que los comicios del 2005, significa la mayor caída de votos de ningún partido alemán en unas elecciones generales.
Pese al triunfo, la coalición CDU-CSU de Merkel tampoco salió muy bien parada. La canciller alemana fue reelegida con 33,6% de los votos, por debajo del 35,2% con el que se triunfó en 2005, que había sido ya el peor resultado de la coalición desde 1953.
El CSU, facción hermana del CDU en Baviera, y aun más conservadora, atraviesa tiempos particularmente difíciles. Logró 6,4% de los votos a nivel federal y su predominio en Baviera ha venido declinando desde que perdió la mayoría absoluta en la región, el año pasado. En estas elecciones generales, el CSU logró sólo el 41% de los votos en Baviera, lo que indica que su caída no ha terminado.
Como contrapartida, los llamados partidos menores fueron los grandes ganadores. Esto llevó a algunos comentaristas a destacar que “el viejo sistema con grandes partidos está moribundo” en Alemania.
Los pobres resultados de cuatro años de gobierno de la coalición socialcristiana-socialdemócrata alimentó a las tres fuerzas de oposición en el parlamento: los liberales, los verdes y la izquierda.
El Partido Liberal (FDP) logró el mejor resultado de su historia, con un 14,6%, frente al 9,8% obtenido en 2005. Los Verdes pasaron del 8,1% al 10,5; mientras que La Izquierda obtuvo 12,1%, frente a 8,9 cuatro años atrás.
El líder liberal Guido Westerwelle estaba eufórico. “Tras once años en la oposición, este abogado de 47 años, que apostó por una campaña sin estridencias, ha logrado que su partido regrese al Gobierno”, decían los medios alemanes.
“Westerwelle es el más liberal de las últimas décadas”, decían quienes comparten las posiciones del líder del FDP, un personaje que cambió su imagen yupi por otra, más discreta, transformado ahora en opción política preferida del electorado conservador y de un empresariado, desencantado con la política de la coalición.
Westerwelle tampoco no oculta su homosexualidad y asiste junto a su pareja a actos privados y oficiales.
LA IZQUIERDA
La izquierda también tiene motivos para estar satisfecha. Formado por antiguos miembros del SPD y excomunistas de Alemania del Este, lograron un 12%, el mejor resultado desde su creación.
«Hoy hemos vivido un resultado histórico», dijo su líder en el parlamento, Gregor Gysi. «Por primera vez una fuerza a la izquierda del SPD logra un resultado de dos cifras» en la Cámara Baja, añadió. Analizando los resultados electorales, Gysi dijo que los socialdemócratas necesitan ahora una rebelión en sus filas, si no quieren seguir perdiendo apoyo.
Otro líder de “La Izquierda”, Oskar Lafontaine, un dirigente histórico del SPD, exministro de Finanzas con Gerhard Schroeder, estimó que lo ocurrido al SPD supone su «decadencia», y opinó que su partido será el que se ocupe, a partir de ahora, «de la restauración del estado social» en Alemania.
Comentaristas liberales, de tendencia conservadora, como José Carlos Rodríguez, miembro del español Instituto Juan de Mariana, sin embargo, celebran lo que estiman como “división de la izquierda”. «No menos importante que el giro liberal del gobierno es la crisis en que se sume la izquierda alemana. Los verdes mantienen un apoyo importante y la izquierda neocomunista obtiene un apoyo muy notable. Juntas casi alcanzan la fuerza electoral de los socialdemócratas. En consecuencia, el voto a la izquierda queda muy dividido”, afirmó Rodríguez.
Habrá que ver, en todo caso, si esa izquierda logra sintonizar con el electorado y seguir creciendo para ofrecer una salida a la crisis económica y social por la que atraviesa el país.
La izquierda enfrenta un desafío en toda Europa, donde la derechización y el desencanto político han venido de la mano.
“En toda Europa occidental, Alemania incluida, la izquierda está en crisis desde hace 30 años, en parte por haber asumido tareas de la derecha. Lo específico de la situación de Alemania es la magnitud del trompazo sufrido por el SPD y la aparición de una fuerza política ascendente a su izquierda”, destacaron los analistas.
DESAFÍOS DE LA NUEVA COALICIÓN
El nuevo gobierno alemán tendrá que enfrentar las consecuencias de la crisis económica, para la cual el CDU-CSU no tienen exactamente las mismas propuestas.
“Los electores han votado por una coalición de derecha conformada por un partido conservador socialdemocratizado, precisamente, por la crisis financiera, hasta tal punto que, durante la campaña electoral, Merkel defendió la llamada economía social de mercado y pidió controles para los flujos de capitales internacionales. El FDP es ultraliberal, ha dejado sus viejas premisas de la defensa de los derechos ciudadanos por una defensa a ultranza de la libertad del mercado”, destacó un comentarista alemán.
Merkel dice que no se dejará llevar por las tendencias ultraliberales de sus nuevos socios, pero habrá que ver hasta dónde puede resistir.
En todo caso, en Alemania seguirá imponiéndose la tendencia a la liberalización del mercado de trabajo y, como consecuencia, la precarización del sector laboral.
El desempleo afectaba en agosto a 3,5 millones de personas, según el registro de la Agencia Federal del Trabajo, lo que supone un 8,3%, ligeramente por debajo de la media europea, que es de 9%.
No obstante, dicen los analistas, “hay que tomarse con mucha precaución esos datos, bastante maquillados por diversas iniciativas adoptadas para paliar el desempleo”.
Un estudio de la Organización de Cooperación Económica y Desarrollo (OCDE), revela también que, entre 1985 y 2005, la desigualdad en los ingresos aumentó en Alemania dos veces más que en la media europea. Entre 2000 y 2005 los ricos se hicieron más ricos y los pobres, más pobres. Eso ocurrió cuando el Partido Socialdemócrata (SPD) gobernó junto con los Verdes. La pobreza se concentra en los estados federales de la exRepública Democrática Alemana (RDA) donde se mueve entre el 18 y el 24%.
Polos opuestos se consolidan
Partido: Porcentaje 2009 (diferencia respecto a 2005). N de diputados
CDU: 33,8% (-1,4%) 239 diputados
SPD: 23% (-11,2%) 146 diputados
FDP: 14,6% (+4,8%) 93 diputados
Die Linke (La Izquierda): 11,9% (+3,2%) 76 diputados
Los Verdes: 10,7% (+2,6%) 68 diputados