Alemania va a las urnas con sueldos bajos y poco desempleo

La Canciller alemana, Angela Merkel obtendría 40 % de los votos, pero su aliado para formar Gobierno, el Partido Liberal, apenas obtendría un 6

La Canciller alemana, Angela Merkel obtendría 40 % de los votos, pero su aliado para formar Gobierno, el Partido Liberal, apenas obtendría un 6 %. Mientras tanto, los opositores sumarían el 45 %.

Alemania acude a las urnas el 22 de setiembre con la actual coalición conservadora encabezada por la Unión Democracia Cristiana (CDU, por sus siglas en alemán) como favorita, pero sin que nadie se atreva a predecir una victoria segura.

Ni siquiera el triunfo de la Unión Social Cristiana (CSU, por sus siglas en alemán) en Baviera, partido hermano del nacional CDU, parece asegurar a la actual jefa del gobierno, Angela Merkel, la continuidad en su cargo.

Si bien los socialcristianos bávaros recuperaron en los comicios locales del 15 de setiembre la mayoría absoluta que habían perdido en 2008, los liberales, aliados de Merkel, desaparecieron del parlamento regional al no lograr el 5 % mínimo de votos que exige la legislación electoral. Si este resultado se repitiera a nivel nacional el 22 de setiembre, podría ser que los demócratas cristianos no logren mayoría suficiente para formar gobierno en Berlín.

Las últimas encuestas señalaban que Merkel obtendría 40 % de los votos. El Partido Liberal, que gobierna en coalición con Merkel, aparece con 6 %, casi en el límite mínimo para ingresar al parlamento. El Partido Socialdemócrata de Alemania, La Izquierda (“Die Link”) y Los Verdes llegarían juntos al 45 %. Estos tres no conforman, sin embargo, una coalición; ni los socialdemócratas ni los verdes quieren gobernar con La Izquierda, según declararon sus líderes.

¿VIENTOS FAVORABLES?

Merkel llega a estos comicios aparentemente con vientos favorables. El Gobierno puede presentar resultados económicos que dan envidia a sus vecinos europeos: un superávit de 8,5 mil millones de euros en el primer semestre del año, un nivel de empleo record de 42 millones de trabajadores y el paro juvenil más bajo de Europa.

Su promesa es que Alemania tendrá un presupuesto “estructuralmente equilibrado” el año próximo y que, en el 2015, el país ya no necesitará emitir nueva deuda. Por el contrario, empezaría a pagar la que ahora tiene. Un 75 % de los alemanes dice estar satisfecho o muy satisfecho con su situación económica actual, según medios cercanos al CDU.

Pero esas cifras favorables no resumen todo el escenario de la economía alemana. Hay otros aspectos que destacar, con un tono más crítico que el optimista escenario presentado por los partidarios de la canciller Merkel. Su éxito, como lo señalan diversos analistas, está basado en las políticas de su antecesor, el excanciller Gerhardt Schröeder.

Fueron sus políticas, la “Agenda 2010”, aplicadas hace una década, las que desregularon el mercado laboral alemán, creando los miniempleos (minijobs) y un esquema de bajos salarios a los que se atribuye ese éxito. A él le costó la derrota electoral ante Merkel en 2005. Ella cosechó, a más largo plazo, los resultados actuales.

POLÉMICA

¿Son positivos estos resultados? Las respuestas pueden variar mucho, dependiendo de a quién se consulte.

Ante un desempleo récord de 5 millones de personas a principios del siglo, el Gobierno de coalición entre el SPD y los verdes optó entonces por “facilitar la creación de trabajos más baratos, más flexibles y con menos protección legal y social, los famosos miniempleos. Desde entonces, el paro ha caído por debajo de los tres millones de personas, una tasa del 6,8 % que es la envidia de Europa”, dijo el analista Thilo Schäfer, en un artículo titulado “Merkel quiere salarios dignos… en Alemania”.

El resultado es que “uno de cada cuatro alemanes trabaja hoy por un minisalario que, en algunos casos, puede ser de tan solo uno o dos euros la hora. Los trabajos a tiempo parcial, conocidos como minijobs, han crecido más que los trabajos a jornada completa y ya ocupan a casi 7,5 millones de personas. Hay 1,3 millones de trabajadores que reciben también el paquete que combina subsidios sociales y de paro, conocido popularmente como “Hartz IV”. De esta forma, el Estado, efectivamente, subvenciona a trabajadores baratos para las empresas”, señala Schäfer.

Los partidarios de las medidas adoptadas por Schröeder esgrimen las bajas cifras de desempleo y arguyen que el mantenerse activo en el mercado de trabajo, aunque sea a tiempo parcial y con bajos salarios, facilita reincorporarse a trabajos mejor remunerados. Esto tampoco cuenta con criterio unánime.

La Federación Alemana de Sindicatos (DGB, por sus siglas en alemán) asegura que hay 2 millones de trabajadores que no logran salir nunca del esquema precario de trabajo. Eso incluye a muchos jubilados, que descubren demasiado tarde que sus pensiones no les alcanzarán para vivir.

Actualmente, la mitad de los jubilados alemanes reciben una pensión inferior a 700 euros, al nivel de pobreza. Pero hay que agregar que la mayoría tiene otros ingresos, que les permite mejorar su nivel de vida. En todo caso, la conclusión de Schäfer es que, en Alemania, “la desigualdad aumenta sin parar”.

A esto se suman otros mecanismos de precarización del empleo, como los contratos por obra, que “permiten a las empresas subcontratar servicios sin asumir responsabilidad alguna por el personal que emplea la subcontrata. Así, por ejemplo, algunas cadenas de supermercados externalizan el reabastecimiento de sus almacenes. Las empresas subcontratadas mandan trabajadores a llenar las estanterías por salarios miserables”.

La campaña electoral socialdemócrata propone un salario mínimo de 8,5 euros la hora, lucha que la propia Merkel adoptó como reivindicación propia durante la campaña.

Como contrapartida, su principal rival, el candidato del SPD, Peer Steinbrück, carga con el peso de haber apoyado las reformas de Schröeder, que hoy le dan buenos resultados electorales a su rival.

PRECARIEDAD

Uno de los más agudos analistas de la realidad alemana, Rafael Poch, corresponsal del diario catalán La Vanguardia en Alemania, define la situación económica y social en el país como de “poco paro” y “mucha precariedad”.

Pero, sobretodo, cuestiona la idea de que el “éxito” alemán tenga que ver con la “flexibilización” del mercado laboral. “Se trabaja lo mismo que hace diez años, pero ese trabajo se reparte entre más gente, peor pagada”, afirma.

Lo más exitoso del modelo es el desempeño de pequeñas y medianas empresas dedicadas a la exportación, muchas de ellas de carácter familiar y enfocadas a segmentos muy concretos del mercado, como tornillería o ventiladores, cita Poch.

Un segundo mercado laboral, agrega, “es el del sector de salario bajos y minijobs, los trabajos no contributivos con sueldos máximos de 450 euros. Favorecido por la inexistencia de salario mínimo, ahora un debate nacional, este sector precario es la otra cara de la moneda”.

450 euros representan poco menos de $ 600, una cifra que no alcanza probablemente para vivir una semana en Europa o en Alemania, en particular.

Poch recuerda que, en 1995 el sector precario implicaba el 15 % de los trabajadores. Hoy implica un 25 %, lo que significa 8 millones de trabajadores.

Poch concluye que “la institucionalización de la precarización fue el gran resultado de la reforma socio laboral del año 2003 del canciller Gerhardt Schröder, la Agenda 2010, que seguía la tendencia marcada por la ‘Estrategia de Lisboa’ de la Unión Europea del año 2000”, uno de los giros más conservadores de la integración europea, que ha producido el desencanto con este proceso de integración.

Una política que seguía el modelo muy anterior de “neoliberalismo anglosajón de la época de Reagan y Thatcher: recortar el gasto social, bajar impuestos a ricos y empresas, privatizar y flexibilizar el mercado laboral”.

Pero, para Poch, el “éxito” alemán, más que a la flexibilización del salario, se debe a que “Alemania es la economía más industrial entre los países desarrollados. Sin contar la construcción, un 20 % de su población activa aún está empleada en la industria, mucho más que en cualquier otro país europeo”.

Lo otro que destaca es que, en Alemania, existe por doquier “un tupido tejido de cámaras de comercio, asociaciones industriales, sindicatos, educación y administración, estrechamente vinculado e integrado. No hay en Europa un país mejor preparado para afirmar una ventaja competitiva sobre sus socios y para formular estrategias económicas. En el mundo solo países asiáticos como China la superan en capacidad de planificación estratégica”.

Todo esto, concluye, “no tiene nada o muy poco que ver con la “flexibilización del mercado laboral”, la involución que tiende a volatizar el derecho laboral”.

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