La región se une en una nueva organización que se enfrenta a la desconfianza de los grupos más conservadores de la región.
“América Latina y el Caribe no pueden permanecer desunidos, no podemos abordar el futuro con éxito sobre la base de nuestras diferencias”, advirtió el presidente mexicano, Felipe Calderón, anfitrión de la cumbre de Cancún, en la que presidentes y representantes de 31 países de la región decidieron, la semana pasada, avanzar en la creación de un nuevo organismo regional, la Organización de Estados Latinoamericanos y del Caribe.
Se trata de unificar otras dos, que venían funcionando de forma paralela: El Grupo de Río y la Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo, “dos mecanismos poderosos”, que en opinión de Calderón se transformarán en “una sola voz que se alce por América Latina y el Caribe”.
La idea, avalada por la mayoría de los países participantes, encontró en el presidente brasileño, Luis Inácio Lula da Silva un apoyo entusiasta. Lula calificó de “excepcional” el momento político que vive actualmente América Latina, el cual da pie para la creación de una nueva organización latinoamericana y caribeña, sin la presencia de Estados Unidos y Canadá.
El Gobierno brasileño aspira a que esta organización sirva de contrapeso a la OEA, pero sin buscar la confrontación con el norte, afirmaron observadores cercanos a la cumbre.
El presidente boliviano, Evo Morales, estimó, por su parte, que la creación de una nueva institución latinoamericana es una excelente propuesta y sería “un instrumento para que Latinoamérica se libere del imperialismo norteamericano”, señaló.
BLOQUE CONSERVADOR
Pero la idea no gustó a todos. El presiente peruano, Alan García, prefirió no asistir. Su ministro de Relaciones Exteriores, José García Belaunde, señaló que “estas cosas se necesitan trabajar, reflexionar y debatir, y no ha habido ni reflexión ni debate sobre el tema”.
El presidente Óscar Arias dio declaraciones en México, en vísperas de la cumbre, donde expresó que “No vamos a obtener nada porque estamos divididos entre nosotros. Muchos gobiernos no creen en el libre comercio y por lo contrario quieren proteger su economía. Hay muchos países que no quieren beneficiarse de una mayor inversión extranjera directa en nuestros países, como es el caso de México”.
Y agregó: “Una buena manifestación de que no estamos muy unidos es que no se invite a Honduras a esta cumbre. Mi experiencia es que estas reuniones sirven nada más para cambiar impresiones”.
En su discurso ante la cumbre, Arias justificó el armamentismo del gobierno colombiano, del que es aliado político: “Hay países que sufren conflictos internos que pueden justificar un aumento en sus gastos de defensa nacional”, dijo el mandatario costarricense. Él también lamentó la ausencia de Honduras en la cita, suspendida de la participación de organismos regionales como consecuencia del golpe de Estado contra el gobierno de Manuel Zelaya, el año pasado.
A ese grupo hay que añadir también el presidente panameño, pero, sobre todo, al futuro presidente de Chile, Sebastián Piñera, quien asume el cargo el próximo 11 de marzo.
Su papel será muy importante, porque Chile asumió la presidencia del Grupo de Río precisamente en la reunión de México.
Piñera asistió a la cita en Cancún, donde afirmó que trabajará «infatigablemente para dar fiel y oportuno cumplimiento a los acuerdos y mandatos» surgidos de la cumbre.
Pero el próximo presidente chileno adelantó algunas de sus prioridades en política exterior poco antes de salir de Chile. En declaraciones a medios locales, expresó su interés en “modernizar la OEA”, adelantándose a un debate que ya ha sido planteado por los sectores conservadores de Estados Unidos, muy críticos de la gestión del actual Secretario General, el también chileno José Miguel Insulza, quien deberá renovar su mandato el mes próximo, si logra el apoyo mayoritario de los países miembros.
Miembro del Partido Socialista, derrotado por Piñera en las pasadas elecciones, había duda sobre la posición del nuevo gobierno respecto de su reelección. Piñera ya despejó la duda, reiterando su apoyo a la candidatura de Insulza, pero, en un comunicado oficial, anunció que uno de sus objetivos será “perfeccionar la Carta Democrática” aprobada en el 2001 por esa organización, para que «cumpla mejor su rol de proteger y fortalecer las democracias».
De lo que se trata es de crear un mecanismo que permitan a la OEA declarar “no democrático” el ejercicio de aquellos gobernantes que, aunque hayan sido elegidos en elecciones consideradas democráticas, pretendan realizar reformas que estos sectores estimen “no democráticas”.
No parece, sin embargo, haber condiciones actualmente en la OEA para una reforma de ese tipo. En todo caso, el planteamiento deja ver ya donde estará el escenario de la confrontación política en la región, en torno a la propuesta de creación de la Organización de Estados Latinoamericanos y del Caribe, y quienes serán los propulsores de estas propuestas.
Otros representantes de estos grupos conservadores ya reaccionaron. En Brasil, el exalcalde de Río de Janeiro y candidato a Senador, César Maia, dirigente del Partido Demócrata, arremetió contra la creación del nuevo organismo, señalando que es una decisión que “desautoriza al presidente Barack Obama”, en sus esfuerzos por establecer una relación más horizontal con la región. “Es un gesto extravagante que lleva a Estados Unidos a acentuar sus relaciones bilaterales en el continente y a reforzar sus relaciones orgánicas con el bloque asiático. Un desastre diplomático colectivo que solo se puede entender como si la reunión hubiese estado dirigida por Jim Jones”, afirmó, en referencia al rapero norteamericano.
OTROS TEMAS
La reunión sirvió también para poner sobre la mesa otros temas, entre ellos el apoyo a la reconstrucción de Haití, un importante desafío para la región, ya que Brasil encabeza la misión militar de Naciones Unidas en ese país, que Lula visitó después de la cumbre. Pero la presidente chilena. Michelle Bachelet, también visitó Haití, donde pasará a desempeñar el papel de delegada de la ONU para las mujeres, una vez que deje la presidencia de su país.
Pero, además del caso haitiano, Argentina llevó a la cumbre el diferendo con Inglaterra, en torno a la explotación de los recursos petroleros de la isla, cuya soberanía fue motivo de una guerra entre los dos países en 1982.
La cumbre respaldó la reivindicación argentina, una situación que dio pie para que el presidente brasileño se preguntara: “¿Cuál es la explicación para que Inglaterra esté en Malvinas y por qué razón las Naciones Unidas no tomó una actitud concreta por el incumplimiento británico de sus resoluciones sobre el conflicto? «¿Será porque Gran Bretaña está en el Consejo de Seguridad y puede todo, mientras los demás no podemos nada?», agregó.
Lula criticó a la organización mundial, afirmando que se trata de «unas Naciones Unidas desprestigiadas y frágiles, sin capacidad de resolver conflictos internacionales. Finalmente, quien los resuelve es Estados Unidos».
Brasil ha reivindicado una reforma del Consejo de Seguridad, actualmente controlado por cinco países con poder de veto, una estructura surgida de la Segunda Guerra Mundial que otorgó ese poder a las potencias nucleares, pero que ya no refleja la realidad internacional. Brasil quiera ampliar el Consejo de Seguridad, donde aspira a tener una plaza permanente. La nueva organización regional, anunciada en México, podría desempeñar un papel en esa discusión.