Elecciones presidenciales

Argentinos se pronuncian sobre la alternativa política al neoliberalismo

Los candidatos Mauricio Macri y Daniel Scioli irán a una segunda ronda el próximo 22 de noviembre.

El debate está servido y esta semana fue la ocasión para los argentinos de pronunciarse. Se trata del destino de los llamados “modelos posneoliberales”, surgidos después de por lo menos una década de políticas caracterizadas por privatizaciones y la apertura de la economía bajo el esquema de las trasnacionales.

Argentina fue un caso emblemático. Durante una década, bajo los gobiernos de Carlos Menem (1989-1999), aplicó de forma radical el modelo, anclado en una paridad del peso con el dólar, que terminó en la crisis del “corralito” en diciembre del 2001. Durante un año, el acceso de los titulares a sus fondos depositados en los bancos quedó severamente restringido.

Luego, en el 2005, el gobierno de Néstor Kirchner anunció una aceptación mayoritaria (76% de los acreedores) de una propuesta de renegociación de la deuda externa argentina, que representó una quita del 75% con acreedores privados. Esto generó un pleito con los llamados “fondos buitres”, que hasta hoy intentan cobrar el total de los valores originalmente adeudados y que pueden ver su posición reforzada si Mauricio Macri, el candidato de Cambiemos, confirma en el segundo turno del 22 de noviembre su triunfo del pasado domingo 25.

Diez años después, los problemas no son, naturalmente, los mismos que enfrentó el gobierno de Néstor Kirchner, pero es imposible desvincular el proceso político de hoy de sus orígenes –hace ya más de una década– cuando Argentina, Brasil y otros países de la región trataban de recuperarse de las consecuencias del modelo neoliberal.

¿Fin del modelo?

El uruguayo Eduardo Gudynas pone énfasis en la matriz extractivista de los gobiernos posneoliberales, incluyendo el argentino, y se refiere a debates recientes que “señalan una crisis, un final o un agotamiento del progresismo, mientras otros rechazan cualquier debilidad o retroceso”.

“En cuanto a sus ideas sobre el desarrollo, cuando se analiza lo que dicen y hacen los progresismos, si bien hay matices en sus estrategias, todas ellas buscan el crecimiento económico a partir de la exportación de recursos naturales y la atracción de inversiones, apoyan la ampliación del consumo popular y aplican algunas medidas compensatorias con los sectores más pobres”, afirma Gudynas.

La crisis de ese modelo, evidente en Venezuela y Brasil, es lo que, en su opinión, plantea la duda de si el modelo está en crisis o se está agotando.

El brasileño Emir Sader aborda el tema desde un ángulo distinto. “Frente a las dificultades de los gobiernos posneoliberales en varios países, algunos, con cara de arrepentimiento y voz grave, lamentan lo que sería el final del ciclo de los gobiernos progresistas en América Latina, sumándose una vez más a las voces de la derecha”, afirmó en artículo publicado en setiembre, en el que se pregunta: ¿el final de un ciclo?

La alusión a Gudynas es directa. Sader critica a quienes negaban la existencia de ese ciclo posneoliberal, y agrega: “Cuando las trasformaciones operadas por esos gobiernos en sus países han disminuido sustancialmente la desigualdad, la miseria, la exclusión social, aún en el marco del aumento de esos fenómenos en escala mundial; cuando los procesos de integración regional han debilitado la capacidad de influencia de Estados Unidos en la región y han proyectado espacios propios de acción; cuando los Estados de esos países han recuperado capacidad de acción económica, política y social, aquellas voces han tenido que callarse para ahora volver con la idea de que esos gobiernos se habrían agotado”.

¿Qué significaría el agotamiento del ciclo posneoliberal? En el horizonte, la única perspectiva es la restauración conservadora, enfatiza Sader, una conclusión que Gudynas ciertamente rechaza.

Elección en Argentina

Las elecciones argentinas del pasado domingo no podían escapar de este trasfondo, de un debate sobre el modelo de desarrollo al que aspira América Latina ni de la difícil coyuntura que representa el ya largo proceso de lento crecimiento de la economía internacional.

En entrevista publicada el 18 de octubre en la versión digital de La Capital, el integrante del grupo “Economistas de Izquierda”, Claudio Katz, señaló que esta década de políticas posneoliberales no fue ganada ni perdida, sino repetida. Una década “en la que se profundizaron los desequilibrios estructurales del capitalismo dependiente argentino”.

Katz estimó que el gobierno desaprovechó un contexto favorable por los precios de los commodities y los procesos en Venezuela y Bolivia, “para avanzar en un proyecto de integración latinoamericana en serio”.

Aseguró que los tres principales candidatos presidenciales –el oficialista Daniel Scioli, Mauricio Macri, gobernador de la ciudad de Buenos Aires y representante de la derecha neoliberal, y el candidato del Frente Renovador, Sergio Massa– tienen “una estrategia económica muy semejante”, basada en “ajuste, devaluaciones, tarifazos” y “el reendeudamiento en gran escala”.

“Mauricio Macri, el candidato por la coalición Cambiemos es, sin duda, la persona más adecuada para personar este renacer neoliberal en Argentina. Hijo de Franco Macri, uno de los mayores empresarios del país que supo aprovechar con creces la dictadura militar para edificar su fortuna personal, es hoy día una de las personas más ricas de Argentina”, expuso el comentarista Tarik Bouafia.

Conviene observar –agregó– que Macri cambió el tono de sus discursos en estos últimos meses de campaña, sobre todo de sus propuestas económicas. “Hace no más un año, este no vacilaba en proclamar sus convicciones ultraliberales y prometía, en caso de victoria, volver a privatizar las grandes empresas nacionalizadas por los gobiernos de la pareja Kirchner, tales como la compañía aérea nacional (Aerolíneas Argentinas), la empresa petrolera nacional (YPF) o también las pensiones de jubilación. Pero con el tiempo se ha percatado de que para ganar las elecciones no le valía semejante discurso tan impopular”, recordó Bouafia.

Macri ha mostrado mucha mayor disposición de negociar con los fondos buitres, que se negaron a aceptar la negociación de los bonos de la deuda del gobierno de Néstor Kirchner y reclaman a Argentina $1.330 millones. A fines del año pasado, durante una gira por Europa, Macri se reunió con la canciller alemana, Angela Merkel, para tratar de acercar posiciones sobre este tema, aunque los principales demandantes son norteamericanos.

Su triunfo animará a muchos más, incluyendo a quienes ya aceptaron el canje propuesto por el gobierno, a demandar el pago total de los bonos. En realidad, el juez de Nueva York que lleva el caso de los fondos buitres, Thomas Griesa, aceptó la semana pasada incorporar a la demanda original a otro grupo, llamado Me too –Yo también–, haciendo que los reclamos iniciales de poco más de $1,3 mil millones alcancen ahora $10.000 millones.

PÉSIMO, PÉSIMO

¿Cómo está la Argentina?

−Pésimo, pésimo, como nunca. Por lo menos desde la democracia en adelante. Estamos en la peor de las épocas.

Esa fue la respuesta del sociólogo e historiador Juan José Sebrell, muy crítico del peronismo, partidario de la coalición Cambiemos.

“Un Estado fallido que llega a la culminación con el kirchnerismo”, agregó. Refiriéndose a las asignaciones universales por hijo −uno de los principales programas sociales del gobierno−, estimó que revelan el fracaso del modelo. “En un país próspero no hay asignaciones universales, quiere decir que hay una pobreza enorme, que no pueden mantener a los hijos. Además, no sirve para nada, porque la inflación se lo traga. La inflación sube por un ascensor, es un viejo adagio argentino, y los sueldos suben por la escalera”, opinó Sebrell. “Algunos apoyamos a Cambiemos, el único partido que está a favor de la democracia”, señaló.

Por su parte, Katz, consultado sobre las políticas que habrían llevado a Argentina a vivir una “década repetida” durante el gobierno de los Kirchner, respondió: “Creo que hubo un intento de llevar adelante un modelo neodesarrollista, distinto del modelo económico neoliberal. No fue una política de privatizaciones, apertura comercial y flexibilización laboral, como en los 90; hubo un modelo que intentó una mayor regulación económica desde el Estado y una política de expansión de la demanda y fomento del consumo. El tema es que este intento falló, duró pocos años”.

Sin embargo, el otro, el neoliberal, ya había fracasado hace más de una década. ¿Será posible volver a ese modelo?

 

Haitianos parecen resueltos a lograr estabilidad política

En las elecciones celebradas en Haití, participaron 54 candidatos y los resultados se anunciarán el próxima 3 de noviembre.

Amelie Baron, AFP

M09-Haití 2El entusiasmo reinaba el lunes 26 en las calles de Puerto Príncipe, donde los haitianos se mostraban resueltos a que se respete su voto del domingo y que esta elección represente el fin a una larga crisis política que ha frenado la reconstrucción del país.

“Podemos hacerlo. Sí, nosotros, el pueblo haitiano, puede ser ordenado y votar normalmente, en calma”, dijo exultante Luckner Mérilien, mientras se instalaba, como cada mañana, con sus artesanías frente a uno de los grandes hoteles de la capital.

El fastidioso trabajo de conteo de las papeletas de votación, centralizado en Puerto Príncipe, demorará varios días. El Consejo Electoral Provisorio (CEP) prevé publicar los resultados del escrutinio presidencial el 3 de noviembre. La segunda vuelta está prevista para el 27 de diciembre.

Curiosamente, en las conversaciones no se menciona ninguno de los nombres de los candidatos a la presidencia: la población habla en código. Una frase resuena: “Yo no comí bananas”.

Esta es la forma en la que los opositores al presidente Michel Martelly manifiestan su rechazo a la candidatura de su protegido, Jovenel Moise, especializado en la producción de esta fruta. A la inversa, los defensores del gobierno manifiestan su amor incondicional por la banana.

Pero esta ligereza de tono es solo aparente. Todos los que votaron el domingo −5,8 millones de haitianos estaban convocados− están de acuerdo en un punto: es necesario que los resultados anunciados sean el reflejo fiel de los votos que depositaron en las urnas.

El CEP “no tiene opción: votamos, deben respetarnos”, afirmó Dieujuste Thélusma, que sufragó en la comuna de Pétionville, en la zona alta de Puerto Príncipe.

Compromiso ciudadano

Esta afirmación ciudadana es una novedad en este país caribeño, el más pobre de América, donde las elecciones anteriores se ganaron en las calles y no en las urnas.

“En las elecciones presidenciales de 1990, 2006 y 2010 fueron los manifestantes los que dictaron los resultados”, explicó Laennec Hurbon, sociólogo haitiano y director de investigación en el Centro de Investigación Científica (CNRS) de París.

“En 2010, las autoridades cambiaron los resultados para satisfacer a quienes habían tomado las calles”, agregó.

Hace cinco años, los primeros resultados publicados por el CEP excluyeron a Michel Martelly de la segunda vuelta electoral. Bajo la presión de los manifestantes −el país estuvo paralizado por tres días de revueltas− y también de la comunidad internacional, el cantante pop y novato político pasó al balotaje y fue finalmente elegido presidente en mayo de 2011.

Analizando las elecciones del domingo, Laennec Hurbon se mostró satisfecho de ver que “la población aprendió la importante lección democrática: quiere que su voto cuente de veras”.

La votación no se vio perturbada el domingo por actos de violencia o fraudes masivos, pero todos en Haití saben que la etapa decisiva para la estabilización política del país será el anuncio de los resultados.

“La gran batalla es ahí. Si hay intentos de manipulación del escrutinio entonces sin duda habrá violencia en todo el país», estimó Hurbon.

Tres candidatos parecen despegarse entre los 54 aspirantes: el oficialista Jovenel Moise; Jude Célestin −descartado de la segunda vuelta en 2010, para dejarle lugar al actual presidente−, de la Liga Alternativa por el Progreso y la Emancipación Haitiana (Lapeh); y Moise Jean-Charles, feroz opositor del actual gobierno. Solo dos candidatos podrán pasar a la segunda vuelta.

Aunque los ciudadanos parecen dispuestos a aceptar el resultado del proceso democrático para designar a sus dirigentes, aún falta saber si los distintos partidos y candidatos harán lo mismo para respetar su compromiso con la estabilización política del país. “Veremos si la gente acepta perder”, expresó el sociólogo.

Tras la asunción en el 2011 de Martelly, la profunda crisis entre el gobierno y la oposición impidió la realización de elecciones locales y legislativas. La jornada del domingo permitió votar, además, a diputados, senadores y alcaldes.

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