Cumbre desnuda la dramática soledad del presidente Obama

En encuentro entre el mandatario de Cuba, Raúl Castro, y de Estados Unidos, Barack Obama, concentró la atención en la Cumbre de las Américas,

En encuentro entre el mandatario de Cuba, Raúl Castro, y de Estados Unidos, Barack Obama, concentró la atención en la Cumbre de las Américas, aunque en esta sétima edición –al igual que en la anterior en Cartagena− no salió ninguna declaración conjunta  (Foto: AFP).

Como voladero de luces, como artilugio de magos, la imagen del apretón de manos de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro encandiló a la audiencia, repetido miles de veces por las pantallas de televisión, mientras el truco se desarrollaba bajo la manga.

Es evidente que algo histórico ocurría. Las palabras emocionadas del presidente cubano en la sesión plenaria de la VII Cumbre de las Américas, que se celebró en Panamá el pasado fin de semana, lo dejaron en evidencia.

Pero el truco había ocurrido antes, durante los más de 50 años de resistencia que evidenciaron el fracaso de una política, hasta que Obama decidió cambiarla, cuando anunció, el 17 de diciembre pasado, el restablecimiento de relaciones con Cuba.

Pero lo cierto es que, sin la presencia de Cuba, no se habría celebrado la cumbre de Panamá, la séptima de una serie que inauguró en Miami −en 1994− el presidente Bill Clinton. Su paso discreto por Panamá, prácticamente inadvertido, parece fiel reflejo del destino de su iniciativa.

El otro aspecto que la imagen televisiva del apretón de manos podría ocultar es el cambio político ocurrido desde entonces en América Latina y el Caribe. En otras palabras, la soledad de Obama. De ese “hombre honesto”, como dijo Castro, a quien le recordó en su discurso de Panamá que, en 1963, asesinaron a John Kennedy en el preciso momento en que daba pasos para discutir sus diferencias con la naciente revolución cubana.

CASTRO Y LA HISTORIA

El bloqueo, la agresión, no empezó con Kennedy, en 1962. Empezó en diciembre de 1959, unos 11 meses después del triunfo de la revolución, dijo Castro.

El líder cubano le recordó a Obama las dictaduras impuestas a América Latina por Estados Unidos y sus aliados, habló de Salvador Allende; citó un memorando de un funcionario norteamericano sugiriendo provocar hambre y desesperación en Cuba, para acabar con la revolución.

(Veo mis apuntes de ese día, las notas tomadas durante los discursos. Los periodistas no teníamos acceso a la sala de la sesión, la veíamos en las pantallas de televisión. Apunté: – Es un momento solemne…  Parece que llora… se emociona…)

Castro hablaba de historia, de la que Obama había dicho, momentos antes, que prefería olvidar, pasar la página, mirar al futuro, “actuar de maneras frescas”. No lo dejaron. No era posible.

Cuba está aquí porque luchó por más de 60 años y fue dirigida por líderes que no traicionaron su lucha, dijo la presidenta argentina, Cristina Fernández. Le reiteró a Obama la importancia de la historia. Obama ya no estaba en la sala.

Antes, había hablado el ecuatoriano Rafael Correa, presidente pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), cargo que asumió en la reunión de enero pasado, celebrada en San José. Reiteró ideas propuestas aquí.

Recordó que solo siete países han suscrito todos los instrumentos interamericanos de derechos humanos (entre ellos Ecuador y Costa Rica). Estados Unidos no ha firmado ninguno. Sin embargo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tiene su sede en Washington. La Organización de Estados Americanos (OEA) “ha sido capturada por intereses de América del Norte”. Su sesgo la vuelve insuficiente y poco creíble para los nuevos tiempos, dice Correa.  Recuerda el apoyo de Estados Unidos a Inglaterra en la guerra de Las Malvinas, la exclusión de Cuba, el boqueo contra la isla, todo en violación de lo establecido en los documentos que le dan vida a la OEA.

CELAC Y OEA

La propuesta de Correa es que la Celac se transforme en una organización de países latinoamericanos y caribeños, dejando atrás su actual formato de “Comunidad”, y que, en cambio, la OEA se transforme en un foro donde América Latina y el Caribe discutan sus intereses y sus problemas con América del Norte.

Pidió la creación de un nuevo sistema interamericano de derechos humanos y volvió sobre uno de los temas claves del debate: la libertad de prensa. Cuando las élites denuncian la falta de libertad de prensa es porque están tocando sus negocios privados, con fines de lucro. La buena prensa es vital para la democracia, pero una mala prensa es mortal para una democracia. Y la prensa latinoamericana es mala, muy mala, aseguró.

Obama, que habló después, lo interpeló. Como representante del país que controla, de manera abrumadora y de tendencia cada vez más monopólica, la prensa mundial, dijo preferir un sistema donde no es una persona la que define lo que es buena prensa o mala.

“La Guerra Fría terminó hace tiempo y no estoy interesado en pelear guerras que empezaron antes de que yo naciera”, agregó.

Eso no era tan cierto, como veremos. La filtración de la grabación de una argentina que trabajaba para organizar la participación de representantes alineados con los intereses norteamericanos en el Foro de la Juventud, reveló la estrategia de Washington en la cumbre.

“Estoy viendo con el donante si nos dan dinero extra del Departamento de Estado, porque ellos quieren armar algo grande y que la participación o no de Cuba sea el tema de la cumbre de las Américas. Ellos quieren que se hablen de los temas, de desarrollo y democracia…, se oye decir a Micaela Hierro en la grabación (la grabación completa puede ser oída en http://www.4shared.com/mp3/8Kwb2-LBba/Micaela_Hierro_EEUU_y_la_provo.html).

LA “DISIDENCIA”

Estados Unidos prefería evitar que la presencia de Cuba concentrara la atención de los medios. No resultó posible. Pero tampoco fue esa la prioridad del gobierno de Estados Unidos, que concentró gran parte de sus esfuerzos en neutralizar la presencia cubana en los foros, principalmente el de la sociedad civil y el de la juventud.

Las declaraciones ya citadas de la argentina Micaela Hierro lo dejan en evidencia. La delegación cubana también publicó una denuncia detalladas de cómo operan y financian a los “disidentes” (ver recuadro).

Se puede leer en el diario español La Vanguardia, de Barcelona, un largo análisis, publicado el 12 de abril, sobre el papel de Estados Unidos en apoyo a la disidencia cubana.

Para eso, el diario hace un símil con una supuesta intervención china en apoyo de un supuesto grupo norteamericano partidario del orden social chino, al cual apoya con recursos de todo tipo. El articulista se pregunta: ¿Qué haría Estados Unidos en ese caso? “¿Recluiría a este grupo en la base naval de Guantánamo, sin derecho a juicio o protección legal? ¿Lo consideraría un movimiento pacífico, por el hecho de no incitar a una rebelión armada? ¿Quizás se limitaría a presentarle cargos por colaborar con una potencia extranjera, exponiéndolo solo a varias cadenas perpetuas? ¿O sería posible que lo identificara como oposición legítima, dedicada a ejercer sus derechos civiles, a disentir del orden establecido, a cultivar el librepensamiento y a comportarse como buenos ciudadanos?”.

El problema no son ellos, dice el artículo −titulado “La disidencia cubana, en fuera de juego”−, “sino la política norteamericana que los auspicia, enunciada aún hoy como traer la democracia y los derechos humanos a Cuba”, y dirigida no a objetivos puntuales, a “los Castros” o la “exportación de la revolución, sino a transformar el orden social, económico y político del país a su imagen y semejanza” (“promote our values”, dijo Obama”, el 17 de diciembre recién pasado).

DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS

Si el tema de Cuba dominó la cumbre, la orden ejecutiva declarando a Venezuela como una amenaza extraordinaria para Estados Unidos fue tratada en todos los tonos, desde la ironía hasta la incredulidad.

Aquí también, como en el caso de las relaciones con Cuba, Estados Unidos tuvo que retroceder y reconocer que no era así. Sin embargo, la orden sigue vigente, lo mismo que las sanciones, aprobadas de forma unilateral contra siete altos funcionarios del gobierno de Venezuela, a quienes Washington considera responsables de violaciones a los derechos humanos.

Sobre el tema habló también el presidente de Bolivia, Evo Morales, en el Foro de los Pueblos, que se celebró paralelo a la cumbre.

Cuando decidimos pasar de lucha sindical a lucha electoral –dijo el presidente boliviano–, en lo político decidimos refundar Bolivia; en lo económico, recuperar recursos naturales; y, en lo social, redistribuir la riqueza en Bolivia. Ese es el modelo económico en Bolivia, aseguró.

Luego agregó: “Esa etapa ha sido la más costosa, la derecha, el embajador de Estados Unidos, conspirando para que no se consolide nuestro proceso. Transnacionales petroleras financiando a nuestros opositores”.

Es esa actitud de considerarse con el derecho a intervenir permanentemente, con el pretexto que sea (el del anticomunismo o el de los derechos humanos), lo que crea la irritación revelada en la cumbre.

La frase dirigida por Obama a Correa en el debate sobre medios de comunicación: “Yo no tengo confianza en un sistema en que una persona defina lo que es buena prensa y mala prensa” −dicha precisamente por quien define personalmente lo que es buena o mala política en todo el mundo, que sanciona y hace la guerra con base en esa decisión−, pierde todo sentido.

Es eso lo que ha llevado al aislamiento de Obama, que no es el aislamiento de un hombre, sino de una política.

Ese aislamiento se reflejó también en la imposibilidad de lograr una declaración conjunta, tal como ocurrió en la cumbre anterior, de Cartagena. El tema de la cumbre era “Prosperidad con equidad: el desafío de cooperación en las Américas” y, según el presidente panameño, Juan Carlos Varela, no hubo acuerdo en los párrafos relativos a gobernabilidad democrática y medioambiente. No entró en detalles sobre las discrepancias.


Cuba denuncia fondos de EE. UU. para opositores

La delegación cubana publicó durante la Cumbre de las Américas en Panamá, una denuncia detallada de cómo operan y financian a los “disidentes”. En un comunicado expusieron estos detalles, que se resumen a continuación.

Manuel Cuesta Morúa, Laritza Diversent y Juan Antonio Madrazo Luna, junto a grupos opositores de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Argentina, fueron convocados a un encuentro  con el Subsecretario de Estado Adjunto para la Democracia, los Derechos Humanos y el Trabajo, Michael Kosack, y el embajador de Estados Unidos en Panamá, Jonathan Farrar, con el objetivo de transmitirles indicaciones y coordinar acciones sobre cómo debían actuar frente a la legítima representación de la sociedad civil cubana en el evento.
Se les instruyó que públicamente debían respaldar los cambios hacia Cuba, que ha comenzado a implementar la administración de Barack Obama.

De igual manera, se les indicó que no debían respaldar los planteamientos de la extrema derecha de Miami, contraria a la presencia de Cuba en la cumbre y al proceso de restablecimiento de relaciones entre los dos países.

Farrar les ordenó que debían intervenir en el encuentro para reforzar la idea de un supuesto consenso entre las llamadas organizaciones disidentes cubanas, e insistió en que  debían evitar confrontaciones y lograr una amplia visibilidad mediática, que les permitiera legitimarse como “oposición creíble”.
Farrar y Kosack les advirtieron que de su comportamiento durante la Cumbre dependería que fueran reconocidos como representantes de una futura sociedad civil, en una “era post Castro”.

Lamentaron que por indiscreción de una joven argentina, participante en el Foro de la Juventud, hubiese trascendido a la prensa el financiamiento que el Departamento de Estado ha destinado a la preparación de la delegación anticubana a la Cumbre.

No obstante, les prometieron que el presidente Barack Obama sostendría un intercambio con algunos de ellos, al final de su visita a Panamá. Los “elegidos” serían aquellos que cumplieran cabalmente las indicaciones y pudieran causar buena impresión al mandatario estadounidense.
También les explicaron que el mercenario José Daniel Ferrer había recibido instrucciones para realizar provocaciones en Cuba y, a partir de las respuestas de las autoridades, alimentar la campaña de descrédito contra nuestro país.
Tanto Farrar como Kosack fueron  jefes de la Sección de Intereses de EE.UU. en La Habana y conocen la calaña de estos individuos. El propio Farrar es autor de varios cables revelados por Wikileaks, en los cuales se demuestra la valoración negativa que tienen de estos mercenarios sus propios amos.


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