E. Said: No habrá paz con ocupación

Mientras el conflicto de Oriente Medio parece entrar en un callejón sin salida, con la ocupación israelí de ciudades palestinas, la voz

Mientras el conflicto de Oriente Medio parece entrar en un callejón sin salida, con la ocupación israelí de ciudades palestinas, la voz de un intelectual y dirigente palestino, Edward W. Said, advierte que solo habrá paz cuando termine esa ocupación.

 

El líder de la Autoridad Palestina, Yaser Arafat, afirmó esta semana estar listo para morir como mártir en la ocupada ciudad de Ramalah, donde tiene sus oficinas, mientras las tropas israelíes la bombardeaban por tercer día consecutivo.

La escalada militar en Oriente Medio ha creado una situación virtualmente sin salida y ha hecho pedazos todos los intentos de pacificación y los acuerdos logrados con anterioridad por palestinos e israelitas.

La escalada coincide con el nuevo clima político generado en el mundo a partir de los atentados del 11 de septiembre en Washington y Nueva York y las represalias adoptadas por la Casa Blanca en el marco de lo que llamó la «guerra contra el terrorismo».

La extensión del concepto ha terminado por encuadrar en una lógica distinta: diversos conflictos armados en el mundo, entre ellos el palestino. Pero también el de las FARC, Colombia, o el de diversas grupos en países asiáticos, como India y Pakistán, incluidos varios en naciones que integraron, en el pasado, la Unión Soviética.

 

En el caso del Medio Oriente, que alimenta a los grupos radicales de los cuales salieron los autores de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, la situación se agravó desde que el líder de la derecha judía, Ariel Sharon, ganó las elecciones y el clima político mundial se enrareció, a partir de la «guerra contra el terrorismo» convocada por Washington.

«Los tanques no harán nada, seguiremos defendiendo nuestra tierra», dijo Arafat, desde la sitiada Ramalah. Mientras tanto, los tanques tomaban el control total de la ciudad palestina de Tulkarem, en Cisjordania, un hecho sin precedentes desde 1994. Para un portavoz del ejército israelita, la ocupación se justifica porque fue de esa ciudad de donde partió el autor del atentado en Hadera, el fin de semana pasado, cuando murieron seis personas.

OCUPACIÓN

En medio de esa escalada aparentemente sin salida, la voz de un intelectual y dirigente palestino, Edward W. Said, plantea la necesidad de una solución distinta para la crisis.

«La paz sólo podrá venir una vez concluida la ocupación», aseguró Said, quien ofrece regularmente sus puntos de vista en artículos reproducidos por diversos diarios de la región, entre ellos el mexicano «La Jornada».

El eje de su argumentación es la necesidad de poner fin a la ocupación israelí de los territorios palestinos, lo que lo lleva a criticar también severamente la posición de Arafat.

«Quince meses después de haber empezado, la Intifada palestina tiene pocos  logros políticos, salvo la sorprendente fortaleza de un pueblo que, pese a  estar militarmente ocupado, mal conducido, desarmado y despojado, aún desafía los estragos despiadados de la máquina guerrera israelí», dijo.

Said se lamenta de que ni el gobierno estadounidense, ni los medios de comunicación en ese país se hagan eco de las consecuencias de 35 años de ocupación militar israelí, «la más prolongada en la historia moderna», mientras machacan todos los días sobre «el terror y la violencia» palestina. «El resultado es que después del 11 de septiembre los funcionarios estadounidenses acusan a la autoridad cercana a Yaser Arafat de dar refugio e incluso patrocinar al terrorismo, lo que en términos fríos refuerza las ridículas afirmaciones de que Israel es la víctima y los palestinos los agresores en una guerra que el ejército israelí ha emprendido indiscriminadamente y sin reparos contra la población civil, la propiedad y las instituciones durante cuatro décadas».

El autor nos recuerda que los palestinos están encerrados en 220 guetos. Los campos de cultivos son arrasados, las escuelas, universidades e instituciones civiles han sido desarticuladas, los dirigentes siguen siendo asesinados, el desempleo y la pobreza afectan  a la mitad de la población.

En ese contexto -acusa Said- los islamistas palestinos le hacen el juego a Israel, «gracias a las rachas ocasionales de crueles y bárbaros bombazos suicidas».

De acuerdo con Said, «Arafat y sus oponentes islamistas (que injustamente se refieren a sí mismos como ‘la resistencia’) se llevan entre 40 y 45 % del apoyo popular. Esto significa que la mayoría silenciosa no favorece el régimen ilegal de corrupción y represión de la Autoridad Nacional Palestina (ni su equivocada confianza en los acuerdos de Oslo), pero tampoco está en favor de la violencia de Hamas».

ALTERNATIVA

Como alternativa política, surge lo que Said califica como «una nueva corriente secular nacionalista» que, a mediados de diciembre pasado, lanzó una declaración llamando «a la unidad y a la resistencia palestina, y a la terminación incondicional de la ocupación militar israelí».

«La paz sólo podrá venir una vez concluida la ocupación», enfatiza. «Las secciones más fuertes de la declaración se enfocan en la necesidad de mejorar la situación interna en Palestina, sobre todo fortalecer la democracia; ‘rectificar’ el proceso de toma de decisiones (hoy totalmente en manos de Arafat y su gente); afirmar la necesidad de restaurar la soberanía de la ley y de un sistema judicial independiente; evitar el mal uso de los fondos públicos; consolidar las funciones de las instituciones públicas para que todos los ciudadanos puedan tener confianza en quienes  resulten designados en los cargos. La demanda final y más decisiva es el llamado a nuevas elecciones parlamentarias».

Entre los líderes de este grupo está el doctor Mostafa Barghouti, quien lanzó un movimiento de solidaridad internacional que cuenta con 550 observadores europeos, «muchos de ellos miembros del Parlamento Europeo».

«Un primer resultado de estas acciones fue que el 3 de enero, después de ofrecer una conferencia de prensa con 20 europeos en Jerusalén oriental, Barghouti fue arrestado, detenido e interrogado dos veces por los israelíes; le rompieron la rodilla con la culata de los fusiles y lo hirieron en la cabeza, con el pretexto de que perturbaba la paz y de que había ingresado ilegalmente a Jerusalén (pese a haber nacido ahí y tener permiso médico para entrar)».

Por supuesto, dice Said, «nada de esto lo ha refrenado, ni a él ni a sus seguidores, que habrán de continuar esta lucha no violenta que, pienso, puede controlar la ya muy militarizada Intifada y centrarla en terminar con la ocupación y los asentamientos, además de encauzar a los palestinos hacia la paz y el estado de derecho».

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