Elecciones en Brasil, ¿como en Costa Rica?

Dilma Rousseff y Marina Silva, aspirantes a la presidencia de Brasil. (Fotos: tomadas de www2.planalto.gov.br y marinasilva.org.br)Es un sábado de mañana fresca y cielo

Dilma Rousseff y Marina Silva, aspirantes a la presidencia de Brasil. (Fotos: tomadas de www2.planalto.gov.br y marinasilva.org.br)

Es un sábado de mañana fresca y cielo gris. En la portada del principal diario de Río de Janeiro, el conservador O Globo, se refleja el nuevo escenario político del país: Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT) y actual presidenta, y Marina Silva, ahora candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB), están empatadas con 34% de las preferencias, mientras que Aécio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), sigue muy atrás, con apenas un 15%.

No es la única mala noticia para Rousseff. Si la primera página abre con el titular “Marina empata con Dilma y gana en segunda vuelta”, el otro título es que “El PIB cae 0,6% en el segundo trimestre y Brasil enfrenta recesión”. En una caricatura, Dilma, “Lula” da Silva y el ministro de Hacienda, Guido Mantega, entran a una cancha vestidos con la camiseta de la selección brasileña. Marina y Aécio miran desde afuera. Pero, en la cancha, un gran hoyo tiene el formato de Brasil, donde Dilma y Lula están a punto de caer, mientras Mantega salta, como celebrando un gol, antes de hundirse en el hoyo.

Hace tan solo dos semanas, el entonces candidato del PSB, Eduardo Campos, registraba un 8% en la misma encuesta que ahora le da 34% a Marina, su candidata a vicepresidente que asumió la candidatura ante la muerte de Campos en un accidente de aviación. Dilma tenía entonces un 36% y Aécio un 20%.

Hoy, ya pocos dudan de que la tendencia sea producto de una emoción pasajera, como se pudo pensar luego de la muerte de Campos. Es fácil encontrar artículos, como el del columnista Ricardo Noblat, que comentan el resultado de la última encuesta, donde asegura que “Marina es favorita en la disputa”.

ASIMETRÍAS

A poco más de un mes de las elecciones –se celebran el próximo 5 de octubre–, UNIVERSIDAD conversó con José Luis Fiori, científico político, profesor de la Universidade Federal do Rio de Janeiro y columnista frecuente de revistas brasileñas, sobre el nuevo escenario político del país y la emergencia de Marina Silva como posible ganadora.

Un eventual gobierno suyo no depende de lo que sea Marina, de su historia ni de sus orígenes pobres, sino de que “no tiene fuerzas para gobernar”. “Me parece que sería presidenta en circunstancias excepcionales, creadas por este inmenso descontento con el sistema político que, por lo demás, no es solo de Brasil, sino que se ve en otros países como Costa Rica, Uruguay o Francia”, afirmó Fiori.

Hace uno o dos meses, señala, se veían en el cuadro político dos cosas: una arritmia entre la violencia de la derecha en las redes sociales y la ausencia de representación política de esa derecha. “Ni Dilma ni Aécio se condicen con esa violencia”, señaló.

Desde las elecciones pasadas, en su opinión, se preparaba el caldo de cultivo para que una derecha “muy pesada” y una extrema izquierda descubrieran algún “santón”, alguien que encarnara esa rabia. “Hace un par de meses venía sintiendo algo raro en el escenario político. Me preocupa una percepción de asimetría entre la voz rabiosa que se expresaba en las redes sociales, o en los estadios de fútbol, de quienes perdieron la compostura, y la moderación de los líderes políticos”, aseguró.

Esa rabia, un llamado a la destrucción, empezó a tener entonces eco en la prensa conservadora. La derecha organizada –y la prensa, que hace el papel orgánico de esa derecha– creó el caldo de cultivo de ese llamado a la destrucción, que no encuentra eco en los candidatos disponibles. Se creó un vacío entre ese clima y la posición de Dilma, Aécio y Eduardo Campos.

El diario O Globo intentó varios escándalos, como el de la Petrobrás, para debilitar el Gobierno, pero eso se agotó. El descontento con Dilma, decían, era mayor que la aprobación, pero no incluía a los que califican su gobierno de “regular” y que, finalmente, podrían votar por ella ante la falta de opciones.

La derecha paulista (el Estado más rico del país) parecía haber desahuciado a Aécio Neves, quien podía haber sido su candidato natural, pero no tenía a un reemplazante.

“Lo cierto es que la ira de los descontentos fue creciendo. No hay complacencia con el moderado”, asegura Fiori.

VACÍO

“Se creó entonces una cierta forma de vacío, pero como eso no existe en política, algo tenía que pasar. Fue en medio de ese vacío que ocurrió el accidente en el que perdió la vida Eduardo Campos”, agregó.

“La muerte de Campos crea la posibilidad de una salida. La única que podía ocupar el espacio de ese descontento era Marina. El destino creó la posibilidad de acercamiento entre una persona que encarna el purismo fundamentalista del sector evangélico (Marina es evangélica) con la ira de los antidesarrollistas y de la antipolítica. Su crecimiento tiene poco que ver con el accidente que le costó la vida a Campos que, en realidad, era un líder local, no tenía expresión nacional”, sostiene Fiori.

Desde el punto de vista económico, agregó, Marina es lo mismo que Aécio. Por primera vez en la historia, tenemos un programa político hecho por María Alice Setubal, conocida como Neca, la heredera del primer banco de Brasil, el Itaú.

Siempre se ha dicho que los banqueros no pueden hacer política directamente, que necesitan a alguien que los represente. Pero ese ya no es el caso de Brasil, recuerda Fiori.

Neca es la coordinadora del programa de gobierno de Marina, una de sus principales preocupaciones es establecer por ley la independencia del Banco Central, algo a lo que Marina se negaba, pero ya comenzó a aceptar. La candidata, que ha hecho carrera política con el tema ambiental, también se ha aproximado al agronegocio, hasta ahora satanizado.

Enfrentada a las realidades de campaña, esa posición podría estar cambiando. El pasado 28 se reunión en el interior del Estado de São Paulo con productores de alcohol de caña y propuso crear un nuevo marco regulatorio para la producción de azúcar, alcohol y energía, a partir de la caña. El conservador Folha de São Paulo tituló en primera página: “Marina defiende a dueños de ingenios y envía señales al agronegocio”, refiriéndose a esa reunión.

Sobre sus perspectivas electorales, Fiori estimó que Marina podría ganar, pero destacó que cuando comience a hablar va a caer en contradicciones. Ella ha mantenido un tono de ambigüedad en temas económicos, como en el caso de los agronegocios. Pero no es el único.

En el caso de pasar a la segunda vuelta contra Dilma, tendrá una exposición mucho mayor ante la opinión pública, exposición que hoy está, de cierta forma, matizada por las muchas otras elecciones y las diversas alianzas hechas por los partidos en los Estados, a veces de carácter contradictorio. En un ‘tú a tú’ frente a Dilma −emplazada a definir sus puntos de vista−, podría complicarse y reducirse su apoyo.

ESCENARIO INTERNACIONAL

Fiori, analista internacional con una vasta producción sobre el tema, más que comentarista de la política nacional brasileña, destacó el papel que los intereses más conservadores están jugando en estas elecciones en Brasil.

Si bien la política internacional de Rousseff no tuvo la espectacularidad de algunas iniciativas del gobierno de Lula da Silva y su canciller, Celso Amorim, algunas de sus medidas la pusieron en la mira de los sectores más conservadores del escenario internacional, los mismos que tratan de desahuciar a Barack Obama, afirmó.

Brasil entró en la línea de tiro de las potencias anglosajonas, al posicionarse en diversos temas internacionales que contrariaban sus intereses. La lista es ya larga e incluye posiciones brasileñas en casos como el del espía norteamericano Edward Snowden, la posición en la crisis ucraniana, su papel en los BRICS, la retirada del embajador en Israel durante la reciente agresión a Gaza y, sobre todo, la cancelación de la visita de Estado que haría la presidenta Rousseff a Estados Unidos ante la ausencia de disculpas por haber sido espiada por los servicios de inteligencia norteamericanos.

De igual manera, a Fiori le llamó la atención la repentina desaparición del tema “Venezuela” de la cobertura mediática. “La estrategia ahora –pensó– es derribar Dilma. Si cae Dilma, cae el resto”. ¿Será?

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