En Cuba, el Papa se cuidó de dar notas discordantes

El papa Francisco se marchó el martes de Cuba hacia Estados Unidos, después de pedir a las autoridades más medios para desarrollar

El papa Francisco se marchó el martes de Cuba hacia Estados Unidos, después de pedir a las autoridades más medios para desarrollar su labor religiosa, pero corre el riesgo de decepcionar a aquellos que esperaban su intervención a favor del respeto a los derechos humanos.

De La Habana a Holguín, provincia natal de los hermanos Castro, y en Santiago de Cuba, cuna de la revolución, el pontífice mostró su prudencia y habilidad.

En el Congreso de Estados Unidos, donde debe hablar el jueves, no todos los republicanos estarán de acuerdo con el tono “suave” que el pontífice adoptó en Cuba.

Si bien pidió más recursos y espacio para la Iglesia y fustigó, por ejemplo, el “servicio ideológico” y la vigilancia de otros, Frncisco conversó amigablemente con el presidente Raúl Castro y su hermano Fidel, quien lo recibió el domingo en su hogar en La Habana.

Durante su estadía, no se produjo ningún contacto con los disidentes. Algunos miembros de la oposición dijeron haber recibido llamadas telefónicas de ciertas personas del Vaticano para buscar la posibilidad de un encuentro, o al menos un breve saludo.

El padre Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede, no negó esas llamadas. “Pero nadie en el Vaticano pensó jamás en organizar una reunión del papa con los disidentes”, remarcó.

Al igual que sucedió durante la visita de Benedicto XVI en 2012, cuando un hombre fue arrestado durante la misa en Santiago, varias personas fueron interceptadas antes de la homilía en la Plaza de la Revolución de La Habana, el domingo, cuando intentaron acercarse al papa gritando “LiAdemás, varios disidentes dijeron que no habían podido asistir a la misa de La Habana, sin que la Santa Sede se haya inmutado por esto.

“El arbitraje papal concluye cuando comience a pedir cambios internos en la Isla”, denunció el lunes en un artículo la opositora cubana Yoani Sánchez.

Según Sánchez, si el papa lograra que La Habana ceda en materia de derechos de expresión, políticos y cívicos, “estaría anotándose una mediación histórica: entre el Gobierno cubano y su propio pueblo”.

Evitar la confrontación

El vaticanista estadounidense John Allen consideró que “es obvio que Francisco ha evitado la confrontación directa con los dirigentes de Cuba, expresando su respeto por los Castro”, según escribió en el portal Crux.

Para Andrea Tornielli, del Vatican Insider, “la prudencia se explica sobre todo porque la visita se produjo en un contexto de deshielo (con los Estados Unidos), en el que la Iglesia desempeña un papel protagonista”.

Además, añade Tornielli, la actitud de Francisco y de sus predecesores “corresponde al comportamiento de la Iglesia cubana, que ha acompañado un proceso que aún no ha concluido”, que debe llevar a la transición económica y a la normalización de relaciones con Washington.

El cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, es criticado en los círculos de la oposición por su línea demasiado diplomática con los dirigentes cubanos.

Según Jorge Duany, del Instituido de Investigaciones sobre Cuba de la Universidad de Florida “la retórica de Francisco es similar a la de los otros papas, al no referirse directamente a la situación política”, pero se puede leer muy bien “entre líneas”, a través de sus referencias evangélicas, “lo que quiere para el futuro de Cuba”.

Así como el papa puede mostrarse muy vehemente en la Iglesia, criticando el clero, y también condenar con fuerza la migración, el tráfico y las guerras planetarias; suele ser muy prudente con los gobiernos, para evitar enrarecer aún más las situaciones de crisis.

“La cultura de diálogo”, sin ingenuidad y abierta a las opiniones de los demás, fue uno de los temas recurrentes en los discursos de Francisco en Cuba, y la única vía para él de reconciliar verdaderamente la sociedad cubana y de superar los rencores del pasado.

Ese es también el sentido de su viaje a Estados Unidos.

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