Escenario económico “apocalíptico” entra a jugar en elecciones en EE.UU.

Como una competencia deportiva, la emoción en torno a las elecciones presidenciales de Estados Unidos se concentra, en estos días, en las previsiones apretadas

Como una competencia deportiva, la emoción en torno a las elecciones presidenciales de Estados Unidos se concentra, en estos días, en las previsiones apretadas de las encuestas; en la situación electoral en una docena de estados, donde se definirá finalmente la elección; en quién ha recaudado más dinero (en una carrera donde los gastos se han transformado en un pozo sin fondo, estimado en unos $2000 millones); y en quién triunfó en el último debate televisivo.

Un debate donde el candidato republicano, Mitt Romney, se dejó decir, para cerrar la discusión y apuntalar sus posibilidades, que cree en Dios, que ha sido pastor y “sabe como ayudar a las personas”.  Pero lo que está en juego, como lo señalan los analistas, va mucho más allá de ofertas para “ayudar a las personas”.

En la reciente reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI), celebrada en Tokio, sus economistas pintaron un “panorama apocalíptico” si Estados Unidos no aprueba un nuevo techo de deuda o si cae en el llamado “precipicio fiscal”, que obligaría a hacer drásticos recortes del gasto y aumentar los impuestos por un monto equivalente al 4 % del Producto Interno Bruto (PIB).

Si  no se logra un acuerdo político para aumentar el techo de la deuda —como estimó el director de Asuntos Fiscales del FMI, Carlo Cotarelli—, Estados Unidos se enfrentaría a “la madre de todos los precipicios fiscales”, que obligaría a un ajuste del 8 % para reducir el déficit a cero de un solo golpe.

En Tokio, el FMI advirtió contra los riesgos “alarmantemente altos” de una recesión mundial, cuyo epicentro, en opinión de su directora gerente Christine Lagarde, es Europa y tiene a Estados Unidos como el segundo escenario de la crisis.

Refiriéndose a las dificultades para retomar el crecimiento de la economía mundial, Lagarde señaló que “quizá el mayor obstáculo será la pesada herencia de deuda pública, con una media del 110 % del PIB en las economías avanzadas, la mayor desde la II Guerra Mundial”.

«Hemos pasado de una deuda nacional de $10 billones de dólares a una de $16 billones. Si el presidente resultara reelegido, alcanzaríamos los $20 billones de deuda. Eso nos conduce por el camino de Grecia», le espetó al presidente Barack Obama el candidato republicano durante el segundo debate, en Nueva York, cuando se refirió al tema.

Las autoridades del FMI estiman que a Estados Unidos (como a Japón) le hacen falta “estrategias creíbles de reducción de la deuda a medio y largo plazo”.

El otro gran desafío es el imparable déficit comercial, estimado en alrededor de los 600 mil millones de dólares para este año.

Gran parte de este déficit es el resultado de la balanza comercial negativa de Estados Unidos con China, que cerró el año pasado en la cifra récord de 295 mil millones de dólares.

POLARIZACIÓN

A los desequilibrios en las cuentas nacionales se suma la creciente polarización de la riqueza, un tema que ha ocupado creciente atención en el debate electoral, en particular por la gran fortuna de Romney y la naturaleza de sus negocios.

Según datos oficiales, la renta media de los hogares norteamericanos se ha reducido en casi $2500 desde que se inició la crisis, en 2008, pasando de $52 546 a $50 054.

La democratización de los estándares de vida en años recientes oculta “la dramática concentración del ingreso en los últimos 30 años”, señaló un estudio de la revista británica The Economist.

Incluyendo las ganancias de capital, “la parte el ingreso nacional que fue a parar al 1 % más rico del país se duplicó desde 1980, pasando del 10 % al 20 %”. Aun más impresionante, dice la revista, es que la parte destinada al 0,01 % más rico —cerca de 16 mil familias con ingresos promedio de $24 millones— se cuadruplicó en ese período.

Una situación provocada por las políticas fiscales aplicadas en el último cuarto de siglo, agravadas por el empobrecimiento de amplios sectores afectados por la crisis. Cerca de 10 millones de empleos se perdieron desde que se inició la recesión, recordó Dean Baker, en The Guardian.

PROPUESTAS

Ante esta realidad, el informe del economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, estimó “alarmantemente altos” los riesgos de una grave desaceleración mundial. No debe extrañar, por lo tanto, que las políticas económicas que adopte (o deje de adoptar) el Gobierno estadounidense sean consideradas cruciales para enfrentar la crisis.

Mientras Romney recordaba a los telespectadores del segundo debate que Obama no había podido cumplir sus promesas de reducir el déficit fiscal a la mitad, el presidente respondía que su rival, lo único que pretende, es «continuar con las reducciones de impuestos de la era Bush para los estadounidenses más ricos, lo que representa $8000 mil millones”. Además, propone recortar los impuestos de la clase media. Pero –dice Obama– quiere hacerlo sin que afecte el déficit fiscal. Cuando se le pregunta cómo logrará eso “no puede responder», afirmó.

En el primer debate, los principales argumentos de Romney tuvieron que ver con el paro y los impuestos. “Yo sé lo que se necesita para hacer funcionar esta economía”, declaró en el segundo. “Sé lo que se necesita para crear buenos empleos nuevamente”.

Pero cuando Romney ofreció un plan de cinco puntos para enfrentar la crisis, Obama le contestó que su programa solo tenía un punto: asegurar los intereses de los más ricos, a costa de los demás.

Romney adoptó también una posición agresiva contra China, a la que acusó de manipular el valor de su moneda, negándose a revaluarla para obtener ventajas en el comercio internacional. «China ha manipulado su moneda año tras año, y el presidente ha tenido la oportunidad de denunciarlo, pero se ha negado. En el primer día (de asumir el cargo), denunciaré a China», afirmó.

La respuesta no se hizo esperar: «Gobernador —le dijo Obama—, usted será la última persona en ponerse firme con China. […] Tengan en cuenta que el gobernador Romney ha invertido en empresas que fueron pioneras en trasladarse a China y actualmente invierte en firmas que fabrican equipos de vigilancia para que China espíe a sus propios ciudadanos».

La prensa recordó el caso de Cheryl Randecker, un trabajador norteamericano de Freeport, Illinois, de 52 años, quien recorrió 760 kilómetros para protestar en un mitin de Romney. “Romney dice que acabará con la destrucción de puestos de trabajo, pero la empresa que él fundó sigue exportando puestos de trabajo a China”, afirmó. “Le ha sacado bastante provecho al negocio de enviar empleos a China”.

EL DEBATE

En ese escenario, los debates presidenciales sirven más para tratar de llegar al corazón de los electores que para buscar soluciones a la crisis, mientras las miradas se vuelven hacia las encuestas, tratando de descubrir el camino más directo para alcanzar su objetivo. El debilitar la imagen del adversario es, con frecuencia, más importante que el debate sobre sus políticas.

El objetivo primordial de Obama en el segundo debate debe ser demoler la imagen de “moderado” que Romney trató de proyectar en el primer debate, recomendaban los especialistas.

“Al aspirante republicano lo precede una reputación de político veleta y ha cambiado de opinión según su conveniencia. Obama debería recordárselo a los indecisos y presentar a su rival como un político poco de fiar”, agregaban.

Como espectáculo televisivo que es —70 millones de personas siguieron el anterior debate—, este evento se ensaya meticulosamente con el propósito de lograr el impacto emocional”, comentó Antonio Caño, corresponsal del diario español El País en Washington.

Lo cierto es que a solo tres semanas de las elecciones del próximo 6 de noviembre, las previsiones son de una votación estrecha. Caño recordó que “Obama consigue un respaldo a su gestión (50 %) y un número de personas que creen que el país está en la dirección correcta (42 %) similares a las cifras que tenía George W. Bush al ganar la reelección”. Pero, agregó, “Romney ha aumentado sensiblemente el grado de entusiasmo con su candidatura (59 %), que actualmente está 30 puntos por encima del de John McCain en 2008”.

Obama logró relanzar su carrera por la reelección luego del buen desempeño en el segundo debate. Probablemente el tercero y último, sobre política exterior, no tenga la misma repercusión, aunque no se puede descartar que, dada la compleja situación internacional, provoque alguna sorpresa.

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