Javier Contreras es psiquiatra, investigador del Centro de Investigación en Biología Celular y Molecular de la Universidad de Costa Rica, y estuvo en Grecia del 11 al 24 de junio para participar en el Congreso de la Federación Mundial de Psiquiatría Biológica, al que asistieron unas dos mil personas en el Centro de Convenciones de Atenas. UNIVERSIDAD conversó con él sobre su experiencia en la capital griega, en medio de las tensas negociaciones sobre la reestructuración de la deuda de ese país. Este es un resumen de su relato.
Desde que llegué, el clima era de una gran apertura, de una sociedad muy receptiva a los extranjeros. Todos hablan usualmente inglés y un poco francés. Del aeropuerto a la casa de un amigo tardé unos 30 minutos en metro. Un metro nuevo que empezó a funcionar en el 2006, para las Olimpiadas.
Al mencionar que soy de Costa Rica manejan alguna información, la relacionan con el café, con el hecho de tener una democracia muy sólida y conocida, y le dan un gran valor.
El dueño del apartamento es un educador de primaria que está sacando una maestría en Filología, con una tesis sobre los efectos de la globalización en las culturas autóctonas de los diferentes países.
Vive solo, no tiene hijos. El apartamento es de un dormitorio, modesto, en una zona céntrica. Me relató que en los últimos 40 años los gobiernos griegos de derecha han hecho algo irresponsable: atraer gente de la zona periférica del país a la capital, Atenas; eso ha creado áreas con una gran concentración de población.
Para su tesis tratará el consumo de café, algo que no era tradicional entre los griegos, sino una costumbre traída por la globalización, ya que ellos tradicionalmente bebían vino. El segundo tema es el efecto del programa Eurovisión, sobre la tradición o cultura griegas. Ese programa pretende que los países participen en inglés y con música pop, no música tradicional.
En el principal campus universitario de la ciudad, donde estudia, los edificios tienen cierto grado de abandono, pero el comedor es gratuito para todos los estudiantes y se ofrece comida casera: arroz, pescado, pollo, frutas. No hay zonas verdes.
En la escuela pública donde da clases, en Atenas centro, me presenta a todos los profesores. Es un edificio de unos cinco pisos, de un solo block, sin jardines. La edificación luce en condiciones regulares, con pintura deteriorada, los baños también, con pizarras de tiza.
Los niños juegan con juguetes hechos por ellos mismos. El premio para el ganador es una camiseta de la escuela. No vi nada de equipo de computación. La biblioteca era una sola aula, con libros básicos.
Me contó la situación tan difícil que fue para él después de estudiar francés en Bruselas y participar en un proyecto de voluntariado dando clase de griego a jóvenes inmigrantes en la capital belga, regresar a Atenas en 2009.
El “plan de rescate” de Grecia inició el año siguiente. Le ofrecieron un salario de 800 euros por mes. Ese salario luego bajó más de lo que dicen en la prensa internacional. Tuvo que conseguir trabajo adicional en centros turísticos, le llaman “black money” porque evaden impuestos y no hay garantías sociales. Eso le significaba como 100 euros más por quincena.
En la prensa se dice que del 2009 al 2011 los salarios bajaron 10%, pero ellos aseguran que fue más de 20%, además de una reducción del 45% del salario a final de año, como aguinaldo.
Él, un educador de 41 años, otro colega de 35 años que estudia filología y un muchacho de 21 años, estudiante de francés, tienen en común que pueden trabajar dando clases privadas.
Los tres son muy críticos de la situación actual y concuerdan en que aunque la prensa internacional dice que los presidentes ocultaban la información sobre el déficit, ese déficit no es el que dicen, sino que lo utilizan como presión para que Grecia adopte una posición más privatizadora.
Además, recortaron como 15 mil puestos públicos, lo que creó un amplio descontento entre la población. El problema no es reciente, es complejo por la corrupción y la evasión de impuestos.
Ellos votaron por Syriza, pero se sienten defraudados, porque no se está logrando ninguna solución. Cuando ahora entran los de izquierda, crean expectativas irreales, pues no pueden solucionarlo todo; sin embargo, están consciente de que es una corriente de la que no pueden escapar. No hay ambiente de inseguridad en la ciudad ni en los servicios públicos. Tampoco vi corrida contra los bancos o gente retirando dinero en esos días.
En el tiempo que estuve, vi cinco manifestaciones contra la Unión Europea en la plaza Syntagma, la principal de Atenas, para presionar al gobierno para que no cediera. Ningún tipo de violencia, ni cabezas rapadas.
Mucha gente con carteles contra las nuevas reglas de la UE, relacionadas con la presión para pagar la deuda que tiene Grecia. Asiste, sobretodo, gente relativamente joven, pero piensan que el gobierno va a tener que ceder y va a haber que buscar una forma para no afectar a los más desprotegidos.
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