Juan Ramón Durán: “El golpe tiene que ver con las contradicciones en el seno del partido Liberal”

¿Quién es Micheletti, qué representa dentro del partido liberal? – Micheletti comenzó su carrera política cuando, de 1958 a 1963 fue miembro de la

Los intereses detrás del golpe contra el Presidente de Honduras, Manuel Zelaya, el papel de cada uno de los actores y el nuevo escenario internacional, son algunos de los aspectos que el periodista hondureño Juan Ramón Durán analiza para “UNIVERSIDAD” y que contribuyen a entender el proceso político en ese país.

Durán habla de los “poderes fácticos” detrás del golpe y de las medidas impulsadas por el presidente Manuel Zelaya que influyeron en la decisión de los golpistas.
Reconoce también la polarización prevaleciente y la dificultad para encontrar una solución al conflicto en ese país.
Este semanario lo entrevistó por teléfono, desde San José, la semana pasada.

¿Quién es Micheletti, qué representa dentro del partido liberal?

– Micheletti comenzó su carrera política cuando, de 1958 a 1963 fue miembro de la Guardia de Honor Presidencial, que velaba por la seguridad del entonces presidente liberal Ramón Villeda Morales, quien fue depuesto, precisamente por un cruento golpe de estado encabezado por el entonces jefe de las Fuerzas Armadas, coronel Oswaldo López Arellano.
Al salir el ejército, Micheletti impulsó la empresa de transportes Tupsa y comenzó exitosamente su labor empresarial y empezó a incursionar, en 1965, en el partido Liberal. Es diputado por el norteño departamento de Yoro desde 1982, cuando el país retornó a la institucionalidad civil y los militares retornaron a sus cuarteles.
Durante estos 27 años en el Congreso Nacional, Micheletti ocupó diferentes cargos, desde secretario, luego vicepresidente y finalmente presidente (2006-2009).
Aunque la Constitución se lo prohibía (el presidente del Congreso Nacional no puede ser precandidato presidencial en las elecciones internas o primarias de los partidos), Micheletti presentó un recurso de amparo ante la Corte Suprema de Justicia para acceder a la precandidatura por el gobernante partido Liberal.  Al final fue derrotado ampliamente por Elvin Santos, quien tampoco podía ser precandidato, ya que era vicepresidente de Honduras (aunque renunció al cargo).

Desde la perspectiva de cada cuál, ¿cuál es el origen del golpe? El tema «Venezuela» ha ido copando los argumentos de los que están a favor, empujados por los vientos de CNN, Wall Street Journal, etc. Otros prefieren enfatizar el tema de los salarios mínimos a los que la empresa privada se opone, etc. ¿Cuál es tu criterio?

– El origen del golpe tiene que ver con las profundas contradicciones en el seno del partido Liberal y al fracasar las negociaciones para repartirse los cargos en el futuro gobierno, luego de las elecciones del 29 de noviembre de este año.
Hay una intensa lucha por el control del gobernante partido entre los grupos que dirigen el candidato presidencial liberal Elvin Santos y Roberto Micheletti, y el grupo del ahora expresidente Manuel Zelaya.
Según Zelaya, Micheletti está bajo la influencia del expresidente Carlos Flores (1996-2000), actual propietario del diario La Tribuna. El expresidente Zelaya señala como el «poder fáctico», dentro del partido Liberal, a Carlos Flores. Varios de sus ministros declararon, en días pasados, que el expresidente Flores es «el gerente de los grupos de poder económico, político y mediático».
Zelaya desafió abiertamente lo que el llama «los grupos fácticos» o «grupos del poder político y económico». Tras asumir el gobierno, en enero de 2004, Zelaya comenzó a desafiar a las transnacionales petroleras (Esso, Shell y Texaco) al divulgar la fórmula para calcular el precio de los combustibles y reducir sus ganancias.
Luego desafió a las compañías mineras y a los propietarios de los medios de comunicación: Rafael Ferrari, propietario del mayor consorcio de radio y televisión; Carlos Flores, dueño de La Tribuna; y a Jorge Canahuati, propietario de los diario La Prensa y El Heraldo, indicando que ignoraban y tergiversaban las acciones de su gobierno.
En enero de este año, Zelaya aumentó el salario mínimo de los trabajadores de $184 a $289, junto con otras medidas de carácter social. También formalizó su ingreso al ALBA e incrementó sus relaciones con Cuba; con Hugo Chávez, de Venezuela; Daniel Ortega, de Nicaragua y Rafael Correa, de Ecuador. Al mismo tiempo propuso una consulta popular para colocar una cuarta urna en las próximas elecciones generales de noviembre de este año.
La primera urna es para elegir presidente, la segunda para los diputados y la tercera para alcaldes. La cuarta urna sería la vía para reformar la Constitución en una serie de artículos llamados «pétreos», o sea, irreformables.
En círculos políticos se maneja la tesis de que Michelleti logró que el Poder Judicial y el Tribunal Supremo Electoral, con el apoyo del Ministerio Público y la Procuraduría General de la República, declararan ilegal la consulta popular y ordenaron al presidente Zelaya suspender esta iniciativa programada para el pasado 28 de junio. Zelaya dijo que la consulta era legal, ya que se fundamentaba en la Ley de Participación Ciudadana, e incluso el 26 de junio llegó, al frente de más de un millar de seguidores, a las instalaciones de la Fuerza Aérea Hondureña a retirar las urnas y las papeletas para la consulta de opinión en un acto audaz, donde demostró que era el comandante general de las Fuerzas Armadas.
Ante la imposibilidad de frenar el proyecto de Zelaya, Micheletti –como presidente del Congreso Nacional– dio luz verde para que la Corte Suprema de Justicia ordenara a las Fuerzas Armadas la captura y expulsión del país de Zelaya.
En la madrugada del 28 de junio, unos 200 soldados llegaron a la casa de Zelaya y luego de desarmar a unos diez efectivos de la Guardia de Honor Presidencial, lo condujeron a la base aérea de Tegucigalpa, lo introdujeron en un avión y lo dejaron en el aeropuerto de San José, Costa Rica.
Ese mismo día, conforme a la Constitución, en ausencia del presidente y del vicepresidente de la República, el Congreso Nacional nombró a Micheletti como presidente de Honduras.
Inmediatamente se ordenó un toque de queda de nueve de la noche a las seis de la mañana y se disolvió una serie de manifestaciones antigubernamentales y se promovió masivas manifestaciones a favor del recién instalado gobierno.
Un factor que inclinó la balanza en contra de Zelaya fueron sus medidas de carácter social o «populistas» y su vinculación con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien prometió enviar aviones de combate a Zelaya y derrocar al gobierno de Micheletti.
Este hecho generó un gran temor entre la población, generalmente de tendencia conservadora y religiosa, ante una posible intervención del presidente Chávez en los asuntos internos de Honduras.
Otro factor que se volvió desfavorable a Zelaya fue la difusión de la versión que él planeaba, tras la consulta del domingo 28 de junio, anunciar la disolución del Congreso Nacional y la Corte Suprema de Justicia ante la masiva afluencia del «sí» a los cambios de la Constitución para instalar una Asamblea Nacional Constituyente, integrada por representantes de las centrales obreras, campesinas y organismos privados de derechos humanos.  

Finalmente, ¿qué posibles soluciones tiene el conflicto?

– La ONU, OEA, el ALBA, la UE y otras instancias, en una primera reacción, demandaron el retorno y la restitución en la presidencia de Honduras de Zelaya en un plazo de 72 horas.
Sin embargo, las concurridas manifestaciones a favor del nuevo gobierno y la demostraciones menos numerosas de los seguidores del exmandatario, generaron una pausa de reflexión y análisis de parte de la comunidad internacional.
El Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, llegó el viernes 3 de julio a Tegucigalpa, al frente de una misión para dialogar con funcionarios de la Corte Suprema de Justicia, Ministerio Público y otras instancias y tratar de determinar in situ la legalidad o ilegalidad de la separación de Zelaya y viabilizar su retorno al país y su restitución en la presidencia. Después se acordó la mediación del presidente Oscar Arias, cuya primera reunión se celebró la semana pasada, sin acuerdos.
Dados los vacíos en la Constitución y otras leyes de Honduras, Zelaya alega que todo lo actuado fue ilegal y Micheletti dice que todo fue legal y legítimo. Existe una polarización extrema y difícil de aproximar.
Un primer escenario y el más probable indica que hay un total rechazo hacia Zelaya y al retornar al país sería capturado para responder a 18 acusaciones de corrupción en el manejo de fondos públicos, abuso de autoridad y complicidad con el narcotráfico. En este escenario, el nuevo gobierno tiene el apoyo de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, cuatro de los cinco partidos políticos y una serie de manifestaciones de organismos de sociedad civil en todo el país. 
Un segundo escenario es que se admitiría un retorno de Zelaya sumamente condicionado. Un tercer escenario que las organizaciones de maestros de escuelas primarias y colegios de secundaria del sistema educativo público, sindicatos, organizaciones campesinas y grupos de artistas e intelectuales continúen sus manifestaciones y paros laborales para forzar al gobierno a permitir el retorno de Zelaya al país y a la Presidencia de Honduras y el castigo a «los usurpadores del poder», lo que es muy difícil. 
Con la suspensión del toque de queda comienza cierta normalidad. Algunos colegios de primarias están llamando a retornar a las clases. Las universidades están reanudando también sus actividades. Pero los profesores de educación media, dirigidos por Eulogio Chávez, iniciaron una serie de tomas de puntos estratégicas de Tegucigalpa.
Lo cierto es que el movimiento de protesta se ha debilitado mucho.

¿Cómo se enmarca este conflicto en el escenario regional e internacional?

– Lamentablemente, un país pobre y atrasado como Honduras se vuelve a utilizar como laboratorio de confrontaciones ideológicas internacionales.
Durante la «Guerra Fría», Estados Unidos convirtió a Honduras como su violento portaviones en Centroamérica, contra los sandinistas de Nicaragua y los Farabundo Martí en El Salvador.
Ahora el panorama, un poco distinto. Refleja una creciente influencia de Cuba y Venezuela en la región y un gobierno de Estados Unidos que carece, todavía, de una política clara hacia Latinoamérica, pero que no quiere volver a los esquemas violentos de los republicanos del pasado.
El gobierno nombró a Carlos López Contreras nuevo canciller, en lugar de Enrique Ortez Colindres, al que trasladaron a Gobernación.
Una delegación de Honduras viajó a Washington, habló con senadores y congresistas y eso va cambiando la posición de Washington. Me parece que los norteamericanos van a reconocer a Micheletti.

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