Laborismo inglés: Algo está cambiando en la política europea

Jeremy Corbyn logró atraer de vuelta al partido a miles de simpatizantes que se habían desencantado con el giro a la derecha de Tony Blair.

Algo está cambiando en la política europea, afirman los analistas después de la, hasta hace poco inimaginable, elección del nuevo líder del laborismo inglés, Jeremy Corbin, el pasado 12 de setiembre.

“Uno de los más asombrosos procesos electorales que ha visto Reino Unido en su historia reciente”, calificó el corresponsal del diario español El País en Londres, Pablo Guimón.

“En cien días, el veterano diputado de 66 años ha pasado de ser un candidato arrojado al cuadrilátero, con la única expectativa de enriquecer el debate ideológico, a proclamarse ganador indiscutible en la primera vuelta. En junio las casas de apuestas pagaban su victoria 200 a 1. Hoy es el vencedor con 251.417 votos, un contundente 59,5% de las papeletas emitidas”, agregó Guimón.

Es el laborismo postneoliberal, afirmó el politólogo y analista internacional argentino Juan Manuel Karg. Es también el fin del giro a la derecha inaugurado por Tony Blair en 1997, que duró una década en el poder.

Esta historia –dice Anthony Lane, en The NewYorker– comenzó el pasado 8 de mayo, cuando el laborismo sufrió una derrota inesperada por lo aplastante del triunfo conservador en las elecciones generales, que le dieron un nuevo mandato al líder de los Tories, David Cameron.

La derrota obligó a la renuncia de Ed Miliband, hasta entonces líder laborista, y abrió las puertas para la nueva elección, que acaba de terminar con el triunfo de Corbyn, con casi 60% de los votos. El resto se lo repartieron otros tres candidatos, de los cuales la más cercana de Blair (Liz Kendall) quedó última, con cerca de 4,5%.

Nueva política

Miembro del parlamento desde 1983, Corbyn votó más de 500 veces contra la línea de su partido, a favor del desarme nuclear y contra la invasión de Irak. Dijo que Blair debería ser juzgado en una corte internacional por su responsabilidad en esa agresión. Los conservadores temen su posición de desconfianza hacia la coalición militar occidental del Atlántico Norte (OTAN) y contra la renovación de la flota de cuatro submarinos balísticos Trident, base del sistema nuclear británico. Se trata de un proyecto que puede costar más de $100.000 millones de libras esterlinas durante sus 30 años de vida útil.

En su opinión, el déficit fiscal debe ser enjugado no con medidas de austeridad, sino con mayores impuestos para los más ricos. Hay quienes estiman que Corbyn es el Bernie Sanders (precandidato demócrata que denuncia la creciente desigualdad y el poder de los bancos en Estados Unidos) inglés.

Corbyn tiene también una posición de apoyo a los palestinos en el conflicto con Israel, donde su elección ha sido recibida con desencanto por los medios.

Para el popular Yisrael Hayom, un diario del “rey de los casinos”, Sheldon Adelson −partidario del conservador primer ministro Benjamin Netanyahu−, el nuevo líder laborista es “un antisionista”. Criterio similar tiene el sitio de noticias más visitado de Israel, Ynet, para quien Corbyn es un “feroz opositor de Israel”.

Dichas posiciones, para los analistas, hacen la alegría de los Tories, pues estiman que un laborismo radicalizado no tiene opción alguna de conquistar el voto de un electorado que consideran mayoritariamente “moderado”.

Esto es algo que comparte, también en El País, John Carlin, para quien Corbyn se puso la soga al cuello en un acto de celebración de los 75 años de la “Batalla de Inglaterra”, la semana pasada en la catedral de St. Paul, en Londres.

“Cuando sonó el himno nacional, God save the Queen (Dios salve a la reina), todos a su alrededor cantaron. Corbyn ni abrió la boca. También se vio en la foto, portada en varios diarios nacionales, que Corbyn tenía el botón de arriba de su camisa desabrochado y la corbata suelta”, destacó Carlin.

Lo que, para Carlin, terminó de hundir cualquier posibilidad futura de Corbyn “fue su decisión, discutida amargamente incluso por varios de sus simpatizantes más fieles, de dar el puesto de número dos en su equipo a John McDonnell, su íntimo amigo y el personaje más radical en las filas parlamentarias del laborismo y cuya misión es –según reconoce− ‘derrocar el capitalismo”.

Lo cierto es que Corbyn logró atraer de vuelta al partido a miles de simpatizantes que se habían desencantado con el giro a la derecha de Blair, y nada asegura que esas predicciones se vayan a confirmar en unas próximas elecciones generales.

Desafío en sus filas

Corbyn enfrenta también desafíos dentro de sus propias filas. Desde luego, no cuenta con el apoyo de la mayoría de los parlamentarios del partido.

“Las distintas sensibilidades que aún existen en el propio Partido Laborista también afloraron el día después de la elección del nuevo líder. Desde las páginas del Sunday Times, el impulsor del Nuevo Laborismo −Peter Mandelson− animó a los blairistas a ‘luchar para recuperar’ un partido que se enfrenta a la disyuntiva ‘existencial’ de ‘continuar persiguiendo su histórico papel en el gobierno o contentarse con operar en los márgenes de la política”, dijo Guimón.

Por su parte, el segundo hombre en el partido, Tom Watson −electo en elección separada de la de Corbyn−, tendrá un papel que algunos estiman decisivo para apaciguar eventuales luchas internas en la bancada laborista en el Parlamento.

Watson aseguró a la BBC que no hay ninguna posibilidad de que Corbyn sea depuesto por una rebelión interna. Pero admitió que tratará de oponerse a la intención de su jefe de no apoyar la renovación de la flota de submarinos Trident, sobre la que el Parlamento debe decidir el año que viene.

El nuevo líder apuesta a la juventud y a sus propuestas: “El partido ha cambiado mucho estos tres meses”, afirmó Corbyn. “Ha crecido enormemente con gente que reclama un Reino Unido más justo. Doy a los nuevos miembros la bienvenida a nuestro partido, a nuestro movimiento. Y a los que regresan al partido, les doy la bienvenida de vuelta a casa. No supimos comprender las visiones de mucha gente joven a la que tachamos de generación apolítica. No lo era, era un generación muy política pero defraudada por cómo se viene haciendo la política”, agregó.

Desafíos desde el gobierno

Si enfrenta desafíos desde sus propias filas, no menor es la dureza con que lo trata el gobierno.

Los tories no dejaron pasar ni 24 horas para mostrar los dientes ante el naciente liderazgo de Corbyn, señaló el politólogo argentino Karg. “En busca de generar confusión en la opinión pública, el propio primer ministro británico David Cameron catalogó al nuevo laborismo como una ‘amenaza a la seguridad’, similar estrategia utilizada por sus aliados en Grecia y España, contra Syriza y Podemos”.

“Algunas de esas ideas que tanto asustan a Cameron y al establishment laborista, como la tributación progresiva, la lucha contra la brecha fiscal o la expansión cuantitativa (quantitative easing) para el pueblo, fueron puestas en el programa por Richard Murphy, profesor de economía política internacional en la City University de Londres, quien dio cuerpo teórico a lo que se ha dado en llamar Corbynomics”, destacó El Confidencial, en España.

“Hasta ahora –añadió–, los políticos antiausteridad provenían de partidos nuevos o de un ámbito exterior a las formaciones mayoritarias. Tsipras o Iglesias, desde la izquierda, o Marine Le Pen desde la derecha exigen sistemas económicos que estén orientados de otra manera, pero lo han hecho desde fuera de las formaciones tradicionalmente vencedoras. Corbyn, como Bernie Sanders en EE. UU., quiere dar ese giro desde adentro, por lo que no resulta extraño que numerosos portavoces ‘sistémicos’ alerten del enorme riesgo que supondría la llegada al poder de esta nueva clase de políticos”.

Corbyn asume su liderazgo en una Europa en plena ebullición, como lo evidenció la crisis griega y la llegada masiva de refugiados desde África y del Medio Oriente.

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