Los gazatíes buscan refugio en las escuelas de la ONU abarrotadas

Médicos palestinos del hospital Khan Yunis miran los cadáveres de víctimas asesinadas en la madrugada del 29 de julio en bombardeos israelíes. (Foto: AFP)Jabaliya,

Médicos palestinos del hospital Khan Yunis miran los cadáveres de víctimas asesinadas en la madrugada del 29 de julio en bombardeos israelíes. (Foto: AFP)

Jabaliya, Gaza- Nada más recibir la advertencia del ejército israelí, decenas de familias se sumaron en pánico a la masa de palestinos que han encontrado refugio en una escuela de la ONU en Jabaliya, en el norte de la Franja de Gaza.

«El ejército nos dijo: hay que abandonar el sector ahora. Quienes no lo hagan ponen su vida en peligro», relata Ghasan Ahed, quien huyó la noche del 28 de julio de su vivienda de Beit Lahiya, una ciudad regularmente bombardeada al norte de la de Gaza, no lejos de la frontera con Israel.

El ejército llamó por teléfono y mandó mensajes a los móviles de los habitantes de Beit Lahiya, a los de Beit Hanun, ciudad cercana, y a los de Zeitun, un barrio del sur de la Ciudad de Gaza, antes de someter el sector a bombardeos masivos.

«Los mensajes nos decían que nos fuéramos a la Ciudad de Gaza. Pero no es tan fácil. No tenemos familiares allí, no tenemos adonde ir», comenta un policía de 46 años, padre de seis niños.

Casi 180.000 habitantes del territorio palestino sometido a un bloqueo israelí desde 2006 han huido de sus casas y viven ahora en la precariedad en 83 escuelas gestionadas por la Agencia Nacional para la Ayuda a los Refugiados palestinos (UNRWA).

Contra la pared del recinto se amontonan la basura. Unas mujeres intentan como pueden limpiar las salas de clase donde se apilan los colchones sucios.

La falta de espacio obliga a otras familias a instalarse en los pasillos o en los patios donde el calor es sofocante. Allí, unas mujeres intentan proteger a sus niños del sol bajo una tiendas de campaña improvisadas con mantas. Un hombre duerme en un cartón a ras del suelo.

PENURIA DE AGUA Y DE VÍVERES

«Es como si todo Beit Lahiya estuviera aquí. No hay más salas libres. La gente tiene que instalarse en los patios», dice Samer Kilani, habitante de Beit Hanun.

«No está limpio, no es sano», lamenta Ghassan Ahed. «Los niños enferman por falta de agua potable suficiente. Como no hay suficiente agua, la mayoría de la gente no se ha lavado en días».

«Queremos comer, pero no hay nada fresco», dice Muna Abu Amcha. Hace dos semanas que 20 familiares suyos están en la escuela, tras huir de Beit Hanun.

Los combates sin interrupción hacen «especialmente difícil» la distribución de víveres, explica Chris Gunnes, portavoz del UNRWA.

Los niños se sobresaltan cuando se oyen unas explosiones a proximidad, que recuerdan que las escuelas de la ONU no están a salvo.

Varias han sido alcanzadas por los combates. El 24 de julio, un obús israelí cayó en el patio de una de ellas en Beit Hanun y una quincena de palestinos murieron. El ejército israelí afirmó sin embargo que no fue su obús el que los mató.

Israel responsabiliza a Hamas de las muertes de la población civil. Acusa al movimiento islamista de utilizar a los civiles como «escudos humanos» al esconder sus armas y sus centro operativos en las iglesias, mezquitas o escuelas.

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