Neoliberalismo o democracia, gritan en Uruguay

Tabaré Vázquez llevará de manera personal la conducción de las gestiones por esclarecer el destino de los desaparecidos durante la dictadura (1973-1985). Un modelo

Tabaré Vázquez llevará de manera personal la conducción de las gestiones por esclarecer el destino de los desaparecidos durante la dictadura (1973-1985).

Un modelo se muere después de devastar a América Latina. Hijo de las dictaduras militares de décadas pasadas, que hicieron el trabajo sucio antes de que fuera posible instalarlo en la región, parece evidente que el modelo «neoliberal» de economía está llegando a su fin. «Aires nuevos» recorren la región, como lo dijo el presidente argentino, Néstor Kirchner, la semana pasada, al participar en los actos de juramentación del nuevo mandatario uruguayo, Tabaré Vázquez.

«Este gobierno será un gobierno de cambio, de cambio necesario, porque aquí hubo un proyecto que se derrumbó sobre los más débiles», afirmó Tabaré Vázquez, en vísperas de asumir el poder.

Ya las celebraciones se habían adueñado de las calles de Montevideo, en espera de que ese médico, oncólogo, de 65 años, líder del Frente Amplio (FA), asumiera el poder en Uruguay.

Uno a uno, los gobiernos de corte neoliberal en América del Sur van siendo sustituidos por una propuesta nueva y variada, cuyos contornos no están del todo definidos, pero que, en esencia, se dispone a recuperar el papel de la política, del estado, y hace hincapié en la necesidad de poner fin a una política que durante un cuarto de siglo agudizó los desequilibrios sociales y profundizó las tensiones en América Latina.

Faltaba Uruguay en esa lista, pero el triunfo de Tabaré Vázquez, en octubre pasado, vino a confirmar que crece en la región la sensación de que ya no es posible seguir con lo que veníamos.

«Será un gobierno de cambios sobre la base de la utopía», dijo Vázquez, al reiterar la promesa de una renovación «responsable y progresiva» en Uruguay.

En un discurso de fuerte contenido social, Vázquez fijó la lucha contra la pobreza como la prioridad de su gestión de cinco años. La herramienta principal para lograr avances en la materia es su Plan de Emergencia Social, que puso en marcha poco después de asumir la presidencia. «Hay gente que ha perdido demasiado», señaló, al explicar las prioridades de su gobierno.

 

 

Su colega del otro lado del río de La Plata, Néstor Kirchner, dijo, poco después, que era «tiempo de generar conceptos y visiones alternativas a los supuestos modelos dominantes del mundo». Kirchner propuso volver a respirar un aire que el pragmatismo imperante en la década de los 90, cuando, en sus palabras, «murieron las ideas», añadió.

Ahí estaban también Luis Ignacio «Lula» da Silva y Hugo Chávez, los presidentes de Brasil y Venezuela, que, pese a los diferentes estilos y las realidades nacionales tan variadas, han venido consolidando un esfuerzo de reflexión, acompañado por medidas prácticas para avanzar en el proceso de integración y cooperación entre los países latinoamericanos. En ese proceso, probablemente la incorporación de un nuevo socio no solo suma, sino que multiplique la capacidad del grupo de avanzar en la renovación responsable y progresista que propuso Vázquez.

Fue en ese contexto que surgió la propuesta de «neoliberalismo o democracia» que resume bien el desafío de la hora, según el director del diario uruguayo «La República».

DURA HERENCIA

El ahora expresidente Jorge Battle afirmó que entregaba a su sucesor «un país en pleno goce de las libertades» y «con un crecimiento económico sólido y firme».

Es apenas una manera de decir. La crisis del 2002, arrastrada por la de Argentina, no ha sido superada. Desde 2000, la economía uruguaya encogió un 54%. El nivel medio de los salarios tuvo en la gestión de Batlle la menor recuperación de los últimos cuatro gobiernos. La población por debajo de la línea de pobreza pasó del 16,0% en 1998 a casi 31% en 2003. El desempleo, del 12,1%, es el más alto al final de un gobierno, desde el colapso de la dictadura, en 1985. La deuda externa pasó de $8 mil millones, en 1990 a más de $13 mil millones.

Hay que andar por las hermosas calles de Montevideo, sombreadas, para ver las familias recorrerlas en carretones, buscando algo que sirva en los tarros de basura.

Este pequeño país, tres veces mayor que Costa Rica en extensión territorial, tiene apenas unos 3,3 millones habitantes. Sus inmensas llanuras son pasto de uno de los hatos ganaderos de mejor calidad en el mundo.

«El primer cambio que habrá que llevar a cabo es darle valor de esencia y no de epidermis a la organización democrática de nuestras vidas, que hoy giran sin sentido rodeadas por un mar de iniquidades que alejan de la felicidad y de una vida digna a por lo menos un tercio de nuestra población», decía un comentario sobre la crisis.

LA SALIDA

La salida de la crisis no será fácil. Pero ese es un tema que esa nueva izquierda ha venido asimilando, sin renunciar a hacer cambios importantes en las políticas económicas y sociales.

En Uruguay, la política económica estará en manos del ministro Danilo Astori, senador y principal dirigente de la segunda fracción electoralmente más importante dentro del Frente Amplio (la primera es la que encabeza el ahora ministro de Ganadería, el también senador José Mujica, líder del movimiento guerrillero Tupamaro en la década de los años 70, que permaneció doce años preso, como rehén de la dictadura militar).

Como senador, Astori adhirió a proyectos de privatización parcial, lo que le generó duras críticas de su propia fuerza política. Astori es un hombre que da confianza a los sectores financieros internacionales. Austeridad fiscal y equilibrio macroecómico, son parte de su agenda, como lo han sido también en la de los gobiernos de Brasil y Argentina.

Como en todos los países de la región, la deuda externa impide a los gobiernos llevar a cabo sus programas económicos y sociales. Hay una creciente preocupación con el tema, que ha llevado a la discusión de nuevas ideas para enfrentarlo. Con compromisos por unos $2.700 millones de dólares este año, el nuevo gobierno uruguayo deberá renegociar con el Fondo Monetario Internacional los próximos desembolsos.

Vázquez, al contrario de sus colegas en los países vecinos, cuenta con una importante mayoría en ambas cámaras del Congreso. En  el Senado, el FA logró tener 17 de los 31 parlamentarios; mientras que, en la Cámara de Diputados, tiene 52 bancas, de 99. El partido Colorado, del expresidente Battle, tuvo su peor resultado histórico y se quedó con apenas 10 bancas.


Cuba y EEUU

El cambio en la política uruguaya se reflejó también en la reanudación de las relaciones diplomáticas con Cuba, solo momentos después de que Vázquez asumiera el poder. Esas relaciones habían sido rotas por Battle, después de duras acusaciones del presidente Fidel Castro, por su decisión de presentar en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en Ginebra, la propuesta impulsada por del gobierno norteamericano contra la isla.

«Mantendremos relaciones con todos los países latinoamericanos porque de todos nos sentimos hermanos por ser latinoamericanos», destacó.

«Nuestra integración al mundo tampoco ignorará nuestra relación con los organismos internacionales», aunque aseguró que dará prioridad a «la relación sur-sur». «El gobierno que hoy asume quiere más y mejor Mercosur», enfatizó.

Mientras se destaca esa voluntad de acercamiento con los países latinoamericanos, la presencia de Estados Unidos en los actos de toma de posesión del nuevo presidente uruguayo fue discreta. Representado por la Secretaria de Trabajo, Elaine Chao, una funcionaria de tercer nivel en la administración, Washington parece no sentirse del todo cómodo con los cambios políticos en la región.

Sin embargo, un portavoz del Departamento de Estado, Adam Ereli, afirmó que tratarían de «trabajar con el presidente Vázquez y su gobierno en cuanto implementen políticas que ciertamente sean del interés del pueblo uruguayo y de cooperación con el hemisferio».

Pero, evitó comentar cómo puede influir en las relaciones hemisféricas un nuevo gobierno de centroizquierda en la región, que se suma a los de Argentina, Brasil, Venezuela y Cuba.

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