“En Cuba estamos poniendo fin a una política que hace mucho superó su fecha de vencimiento”, dijo el presidente Barack Obama en su discurso sobre el Estado de la Unión, el pasado miércoles 21 de enero.
A poco más de dos meses de la derrota electoral del 4 de noviembre, que entregó a la oposición republicana el control de las dos cámaras del Congreso, el discurso de Obama hizo pocas concesiones a la nueva mayoría.“Nuestro cambio en la política hacia Cuba tiene el potencial de terminar con una herencia de desconfianzas en nuestro hemisferio, remover una falsa excusa para las restricciones en Cuba, promover los valores democráticos, extender la mano amistosa hacia el pueblo de Cuba”. Barack Obama
“Este discurso sobre el Estado de la Unión fue hecho ante el congreso más hostil de su período, con los republicanos, por primera vez, en control de las dos cámaras”, destacó un comentarista.
Al día siguiente, había una cierta coincidencia en la prensa norteamericana de que el presidente se había mostrado “desafiante” ante la oposición. Mientras, los medios más conservadores afirmaron que “apenas ocultó su desprecio por la oposición”.
NUEVA PUERTA
Si en noviembre la política norteamericana sufrió un vuelco que, no por esperado, dejó de representar un remezón de grandes consecuencias para el final del gobierno Obama, los anuncios del 17 de diciembre sobre las relaciones con Cuba fueron también más allá de las expectativas.
Obama anunció el restablecimiento de relaciones diplomáticas con el gobierno cubano, así como diversas medidas para aliviar el bloqueo al que la tienen sometida desde hace más de 50 años. No le dedicó al tema un gran espacio en su intervención, pero partió reconociendo el fracaso de esa política, cuyo objetivo ha sido siempre promover un cambio de régimen en Cuba.
“Cuando lo que usted está haciendo durante cincuenta años no funciona, es tiempo de intentar algo nuevo”, dijo Obama en su discurso.
“Nuestro cambio en la política hacia Cuba tiene el potencial de terminar con una herencia de desconfianzas en nuestro hemisferio, remover una falsa excusa para las restricciones en Cuba, promover los valores democráticos, extender la mano amistosa hacia el pueblo de Cuba”, estimó. Además, pidió al congreso comenzar este año “el trabajo para poner fin al embargo”.
La respuesta republicana no pareció dejar muchas esperanzas de apoyo a ese cambio. Si la responsabilidad de pronunciar el tradicional discurso de la oposición en inglés recayó esta vez en la senadora por Iowa Joni Ernst, fue el congresista Carlos Curbelo, hijo de refugiados políticos cubanos, el que respondió a las palabras de Obama en español.
“Nos inquietan las inmerecidas concesiones de la administración del presidente para los regímenes de Irán y Cuba. Ambos países son regidos por crueles dictaduras que por décadas han intentado perjudicar a nuestro país y a nuestros aliados”, afirmó Curbelo.
Entre otros, 78 políticos, exaltos funcionarios de Gobiernos demócratas y algunos republicanos, empresarios cubano-americanos y expertos en relaciones bilaterales, publicaron una “carta abierta” expresando su apoyo a la nueva política de Obama hacia Cuba y felicitándolo por su “audacia”.
“Podemos estar en desacuerdo sobre una serie de cuestiones –dice el documento– pero hemos encontrado un terreno común por una simple razón: que nuestro enfoque de cincuenta y cuatro años diseñado para promover los derechos humanos y la democracia en Cuba ha fracasado”.
Agregaban, finalmente, que la diversidad de firmas que calzan el documento es “ejemplo del amplio apoyo que estos cambios tienen en todo el espectro político”.
Las firmas están encabezadas por el general retirado del ejército de los Estados Unidos, John Adams, exrepresentante en la OTAN y exjefe adjunto del staff de Inteligencia del ejército. Firman también empresarios cubano-americanos, como Alfonso Fanjul o Carlos Saldrigas, así como académicos de ambas nacionalidades.
REACCIÓN
La reacción, en todo caso, se ha expresado en el congreso, pero también entre los grupos más recalcitrantes de los exiliados cubanos.
Así como Obama invitó a Gross en el congreso, los republicanos se hicieron acompañar de diversos representantes de ese exilio.
El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, invitó al opositor Jorge Luis García Pérez (conocido como “Antúnez”) y a su esposa, Yris Tamara Pérez Aguilera.
Entre los congresistas de origen cubano más beligerantes, la republicana por Florida, Ileana Ros-Lehtinen, invitó a la hija de uno de los pilotos de “Hermanos al Rescate” que falleció al ser derribada su avioneta en 1996, cuando volaban sobre aguas cubanas; el senador Marco Rubio, “uno de los políticos estadounidenses que más fuertemente ha denunciado el cambio de política de Obama y posible candidato presidencial para 2016”, invitó a Rosa María Payá, hija del disidente Oswaldo Payá, muerto en un accidente de carro hace dos años.
En Miami, Radio Martí, emisora creada por el Gobierno norteamericano como instrumento de su propaganda hacia Cuba, informó de una manifestación de “un centenar de cubanos” el pasado jueves 22, frente al monumento del Memorial Cubano de Miami.
“Hemos venido a expresar, delante del monumento, a nuestros caídos que vamos a seguir el camino que nos mostraron y que estamos rechazando el pacto entre Obama y Castro», dijo Sylvia Iriondo, presidenta de Madres y Mujeres Antirrepresión (M.A.R.) por Cuba, citada por la emisora.
Ileana Arango Puig, vicepresidenta de M.A.R. por Cuba, estimó que un pacto con Raúl Castro muestra la “falta de liderazgo moral y político” de Barack Obama y supone una “traición a los valores y derechos por los que miles de ciudadanos han dado sus vidas”.
NEGOCIACIONES
Como consecuencia de las decisiones anunciadas por Obama, se realizó la semana pasada la primera ronda de negociaciones entre una delegación del Departamento de Estado, encabezada por Roberta Jacobson, secretaria de Estado adjunta para el Hemisferio Occidental, y su similar cubana, encabezada por Josefina Vidal, directora general para Estados Unidos en la cancillería de su país.
Durante dos días, ambas delegaciones discutieron los detalles de la reapertura de embajadas. Una nueva reunión está prevista para realizarse en Washington, dentro de dos semanas. Jacobson expresó su deseo de avanzar rápidamente.
Pero, además de los detalles prácticos, se plantearon problemas políticos, como la inclusión de Cuba en una lista de estados “terroristas”, elaborada por Washington, o la política de “pies secos-pies mojados”, que promueve la inmigración ilegal de cubanos hacia Estados Unidos.
Naturalmente, no se pretende exigir la suspensión del embargo, que debe ser resuelto por el congreso, aunque Cuba ha reiterado que ese sigue siendo el principal escollo para la normalización de las relaciones.
Según medios norteamericanos, Jacobson expresó el interés de su país por “seguir buscando derechos y libertades para el pueblo de Cuba”. “Queremos empoderar al pueblo cubano”, habría afirmado, según la Voz de América. Ambas expresiones de la misma política de promover cambios en la isla.
Para eso se reunió con representantes de la oposición en Cuba el viernes pasado, al concluir la ronda de conversaciones. Entre los invitados estaban la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, José Daniel Ferrer, dirigente de un grupo opositor del oriente de la isla, y Elizardo Sánchez, líder de la Comisión Cubana de Derechos Humanos.
Berta Soler no asistió: “No participé. Mi decisión se debe a que no hubo balance en los participantes en cuanto a diversidad de opiniones sobre la nueva política estadounidense hacia Cuba”, la cual Soler rechaza.
En un comunicado emitido por la delegación norteamericana se señala que “como elemento central de nuestra política, presionamos al gobierno cubano para que mejore las condiciones de los derechos humanos, incluida la libertad de expresión y de reunión”.
La jefa de la delegación cubana contestó que “la palabra presión no se usó en el encuentro (…) Cuba ha demostrado a lo largo de su historia que nunca ha respondido ni responderá a presiones de ninguna parte”, aseguró.