Rodríguez Zapatero: En España había ganas de cambio

José Luis Rodríguez Zapatero, nuevo jefe del Gobierno españolEn España muchas cosas van a cambiar, dijo JosÉ Luis Rodríguez Zapatero, líder socialista y próximo

José Luis Rodríguez Zapatero, nuevo jefe del Gobierno español

En España muchas cosas van a cambiar, dijo JosÉ Luis Rodríguez Zapatero, líder socialista y próximo presidente del gobierno español, después de su inesperado triunfo en las elecciones del pasado 14 de marzo.

La victoria de Rodríguez Zapatero pone fin a ocho años de gobierno conservador del Partido Popular y abre nuevas expectativas en el escenario político internacional.

No se sabrá nunca cuánta razón tenía, pero el futuro jefe del gobierno español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, prefirió atribuir su triunfo a los deseos de cambio que después de ocho años de gobierno conservador, prevalecían en el electorado.

De ese modo, matizó las consideraciones de quienes preferían atribuir su triunfo, en las elecciones del pasado 14 de marzo, a los errores del gobierno en el manejo de la información sobre los atentados de tres días antes.

Todo indicaba que el triunfo sería del candidato del Partido Popular, el de José María Aznar, que no se imaginaba entregar el poder a sus adversarios. Días antes, había hecho un balance de sus ocho años de gobierno ante el parlamento, asegurando que entregaba un país mejor del que había recibido en 1996.

La ciudadanía finalmente dijo que no. Los resultados electorales no dejaron de sorprender. Los socialistas, que hace cuatro años se vieron sumidos en una crisis profunda, dieron vuelta a los resultados. Pasaron del 34% obtenido hace cuatro años a 43% en estas elecciones; sus 125 diputados son ahora 164, 12 menos que la mayoría absoluta. El Partido Popular (PP) bajó de 183 a 148 diputados. Catalanes y vascos, una Izquierda Unida muy disminuida y algunos partidos menores completan el escenario.

DEMOCRACIA

Aznar no es la representación de la democracia española, sino la venganza del franquismo contra la democracia; es la representación de los mismos intereses conservadores de entonces, que hoy gobiernan bajo otras formas, afirmaban los comentaristas de la oposición sobre el dirigente conservador.

Algo parecían intuir los miles de jóvenes que, repuestos del choque provocado por el atentado, se fueron a la calle Génova de Madrid a exigir respuestas ante la sede del Partido Popular y la dimisión de Aznar.

«Aznar, por tu culpa pagamos todos», decía un cartel. «Vuestra es la guerra, nuestros son los muertos», decía otro.

No es un problema solo de votos. Al final, Hitler ganó en elecciones limpias y fue a la guerra con enorme apoyo popular. Hay que parar esa tendencia de gobernar para 20% de la humanidad. Entre otras cosas, porque el otro 80% se va a enojar. Hay que gobernar con sensatez.

La rigurosa gestión de Aznar, coronada por éxitos económicos, y su tenacidad e intransigencia frente al terrorismo vasco, le permitieron asentar su autoridad en el gobierno y en su partido. Después de una reelección en marzo de 2000, con mayoría absoluta en el Congreso, Aznar volvió a orientar su partido hacia la derecha y añadió un giro atlántico notorio con un apoyo incondicional a la estrategia bélica de la administración estadounidense en la crisis iraquí.

Después, han querido convencer al pueblo -una vez más- de que solo hay un camino para luchar contra el terrorismo. Una especie de paranoia se adueñó de la política mundial. Ninguna declaración, ningún acuerdo internacional, puede evitar una referencia a la «lucha contra el terrorismo». Ante esa convocatoria, se supone que no queda más que cerrar filas tras los más duros, los que aseguran que no van a parar hasta acabar con los terroristas. Más aviones, más inteligencia, más esfuerzos militares.

Pero, cada vez más parece que se va abriendo paso la idea de que, para acabar con el terrorismo, hay que aislar a los terroristas y a los que han hecho de la «lucha contra el terrorismo» la razón de su política. Al final, algún día conoceremos los hilos que los unen.

CRÍTICAS

El cambio político en España puede tener efectos aun más profundos que los del atentado del 11 de marzo.

El triunfo de Zapatero obligará a una revisión de la estrategia de la coalición en Irak. Uno de los aliados más cercanos de Washington pasa a segundo plano en el escenario internacional y no le queda a la Casa Blanca más que el apoyo de un Tony Blair demasiado debilitado para sostener la estrategia de lucha antiterrorista.

«La ocupación de Irak es un fiasco», dijo Rodríguez Zapatero horas después del triunfo. Hay más muertos ahora que durante toda la guerra, recordó. Agregó que todas las decisiones sobre Irak que adoptó el gobierno de Aznar «fueron unilaterales, de espaldas a la ciudadanía, cuya opinión no se respetó. Esto no puede ser», afirmó.

Los sectores conservadores de la Casa Blanca han acusado el golpe que les significó el cambio de posición del gobierno en Madrid.

Uno de los «halcones» del gobierno de Bush, el secretario de Defensa adjunto, Paul Wolfowitz, salió al cruce del comentario de Rodríguez Zapatero. La guerra «no ha sido un desastre para 25 millones de iraquíes», señaló, después de declararse «desconcertado» por la posición del español.

Wolfowitz recalcó que la retirada de los 1.300 soldados españoles «será un terrible mensaje enviado a los terroristas y les hará pensar que matando a civiles inocentes, especialmente en la víspera de elecciones democráticas, podrán forzarnos a hacer las valijas».

La declaración de Wolfowitz no fue la única. El teórico neoconservador Robert Kagan dijo que «si otras opiniones públicas estiman que los españoles tienen razón y concluyen que la vía más segura en los asuntos del mundo es disociarse de los Estados Unidos, entonces la sociedad trasatlántica estará condenada».

Para tratar de evitar la retirada española de Irak, Estados Unidos estudia impulsar un nuevo texto legal en las Naciones Unidas. Según Wolfowitz, «una retirada enviaría un mensaje terrible a los terroristas».

Estados Unidos estima que la resolución 1511 del Consejo de Seguridad ofrece suficiente base legal para la presencia militar en Irak, pero al impulsar una nueva resolución pretende dar más seguridad jurídica a los países que dudan de la validez de la situación actual.

El ministro británico de Defensa, Geoffrey Hoon, se declaró favorable a una nueva resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Irak que pueda convencer a Rodríguez Zapatero de mantener las tropas en el país. «Lo que he entendido de su posición es que retirará las tropas si no hay nueva resolución de la ONU antes del 30 de junio», declaró Hoon, mientras se espera que países como Polonia, Italia, Dinamarca, Noruega y Japón mantengan sus tropas en Irak.

Europa

En cambio, en Europa la reacción ha sido distinta. El presidente francés, Jacques Chirac, y el canciller alemán, Gerhard Schroeder, a los que el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, llamó un día, despectivamente, representantes de «la vieja Europa», por no apoyar la guerra de Irak, pidieron ayer un frente unido internacional para combatir el terrorismo, los conflictos y la miseria que los alimentan.

«Frente al terrorismo debemos oponer la fuerza y la determinación. Pero también debemos afirmar en el mundo los valores del respeto, la justicia y la solidaridad», dijo Chirac, junto al canciller alemán en París, después de una reunión en la que ambos se pronunciaron en favor de reforzar el plan europeo contra el terrorismo.

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