Tres países suramericanos van a las urnas en busca de su destino

A mediados de setiembre, las encuestas le daban a Evo Morales el 54% de votos, con 40 puntos de ventaja sobre el empresario Samuel

A mediados de setiembre, las encuestas le daban a Evo Morales el 54% de votos, con 40 puntos de ventaja sobre el empresario Samuel Doria Medina, de Unidad Nacional. (Foto: //es-es.facebook.com/pages/Evo-Morales)

Brasil, Bolivia y Uruguay –en ese orden– acuden a las urnas este mes, poniendo en juego tres gobiernos representativos del nuevo orden político que hace cerca de tres lustros se implantó en la región.

El primero en acudir a las urnas será Brasil, el próximo 5 de octubre.

Hace tan solo un mes, José Luis Fiori, un destacado analista político brasileño, señalaba a UNIVERSIDAD la importancia de las elecciones en ese país, único de los tres con mayor capacidad de proyección internacional, ya que sus elecciones podrían tener importantes repercusiones en el escenario latinoamericano.

Fiori llamó la atención hacia la repentina “desaparición” de Venezuela de los espacios informativos –por lo general muy conservadores– brasileños. “La estrategia ahora es derribar a Dilma. Si cae Dilma, cae el resto”, afirmó.

La semana pasada, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT) −que aspira a un segundo mandato−, inauguró, como es tradicional, el período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Ahí reiteró la demanda brasileña de reforma al Consejo de Seguridad de dicho organismo, al cual −como herencia de la Guerra Fría− se le otorgó poder de veto a las cinco potencias atómicas de entonces: Estados Unidos, Rusia, China, Inglaterra y Francia. Un Consejo más representativo y más legítimo será también más eficiente, afirmó la mandataria brasileña.

El otro tema de relevancia internacional sobre el que reflexionó en su discurso en Naciones Unidas fue el uso de la fuerza. “El uso de la fuerza no puede eliminar las causas profundas de los conflictos. Eso es evidente en la persistencia de la cuestión de Palestina, en la masacre sistemática del pueblo sirio, en la trágica reestructuración de Iraq, la grave inseguridad en Libia, los conflictos en el Sahel y los enfrentamientos en Ucrania”, señaló.

Solo pocos días después del inicio del bombardeo norteamericano de objetivos en Siria e Irak para combatir el Estado islámico, la Presidenta brasileña recordó que “con cada intervención militar no caminamos hacia la paz, sino hacia el deterioro de esos conflictos”.

Cabe mencionar que una elección que parecía ofrecer pocas sorpresas se vio trastornada por la muerte del candidato del Partido Socialista Brasileño (PSB), Eduardo Campos, en un accidente aéreo en agosto pasado, en plena campaña.

La disputa, que parecía concentrarse en la candidata del PT y el candidato del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), Aécio Neves, de la derecha liberal que encabeza el expresidente Fernando Henrique Cardoso, dio un vuelco.

El escenario cambió radicalmente, cuando la candidata a la vicepresidencia del PSB, la exministra del ambiente, Marina Silva, asumió la candidatura de su partido en lugar de Campos y rápidamente desplazó a Neves para pegarse a Rousseff en las expectativas de votos.

Desde entonces parece seguro un segundo turno −el 26 de octubre− entre Rousseff y Silva, con encuestas que apuntan a un virtual empate, pero con una tendencia a crecer de la actual presidenta y un estancamiento −e inclusive una tendencia a la reducción− del apoyo a Silva.

Los analistas más conservadores no ocultan su esperanza de cambios en Brasil, como el expresado por el periodista del Miami Herald y de CNN, Andrés Oppenheimer, para quien “ambos candidatos de oposición cambiarían la política exterior de Brasil, que actualmente se centra en potenciar el bloque suramericano Mercosur, y buscarían concretar acuerdos de libre comercio con Europa, Estados Unidos y Asia. ¿Cambia Brasil, cambia Latinoamérica?”, se preguntó esperanzando el periodista.

BOLIVIA

A las elecciones en Brasil siguen las de Bolivia, donde la única duda es si el presidente Evo Morales, que aspira a un nuevo mandato, alcanzará el 75% de votos que le permite mantener la mayoría de dos tercios en el congreso.

El 12 de octubre, además de presidente y vicepresidente de la República, en Bolivia se elegirán 36 senadores y 130 diputados.

A mediados de setiembre, las encuestas daban a Morales el 54% de votos, con 40 puntos de ventaja sobre el empresario Samuel Doria Medina, de Unidad Nacional, y 47 sobre el tercero, el expresidente conservador Jorge Quiroga, candidato de la Democracia Cristiana, que gobernó el país durante un año, entre 2001 y 2002.

Morales no solo consolidó su ventaja en la región andina, incluyendo La Paz, donde ha sido tradicionalmente fuerte, sino que avanzó también en las tierras bajas amazónicas y en las subandinas, como Tarrija, Santa Cruz, Beni y Pando, en las que la oposición logró hace algunos años levantar fuertes movimientos de protesta.

Ante esta realidad, al contrario de sus tácticas en Brasil −de tratar de levantar una candidatura opositora−, en Bolivia Andrés Oppenheimer trata de deslegitimar el proceso electoral, al que califica de “fraudulento”, citando el candidato opositor, el empresario Doria Medina.

Lo cierto es que las elecciones cuentan con amplia participación política y observación internacional, habiéndose establecido inclusive una segunda vuelta electoral, por celebrarse el 7 de diciembre de ser necesaria. En el pasado, era el Congreso −en medio de componendas y negociaciones− el que designaba al presidente entre los más votados, si ninguno lograba mayoría absoluta.

Morales y su vicepresidente, Álvaro García Linera, se han transformado en dos de los líderes más importantes de los cambios políticos en América Latina, evidente, en el caso de Bolivia, en la Constitución del 2009, la cual reconoció al país como un Estado plurinacional y reivindicó la propiedad estatal de la riqueza natural del país.

URUGUAY

Finalmente, Uruguay acudirá a las urnas el 26 de octubre para renovar el Poder Ejecutivo y elegir 99 diputados y 30 senadores. En caso de que ninguna fórmula presidencial logre la mayoría absoluta de votos, una segunda ronda se realizará el 30 de noviembre entre los dos más votados.

Como en Brasil, las elecciones uruguayas no están definidas. El favoritismo del Frente Amplio −que ha gobernando ya dos períodos consecutivos− se diluyó en las últimas semanas, pese al gran prestigio del presidente José Mujica.

El candidato del opositor Partido Nacional, o blanco, Luis Lacalle −hijo de un expresidente de la República−, vio crecer su opción electoral, a pesar de que en la última semana ganó nuevo ritmo la campaña del expresidente Tabaré Vázquez, que aspira a volver al poder como candidato del gobernante Frente Amplio (FA).

“Desde hace muchos años, gran parte de la ciudadanía mantiene una decisión firme de voto frenteamplista; otra porción de tamaño similar persiste −con similar firmeza− en la decisión de votar contra el frenteamplismo”, dice un analista uruguayo que destaca también el hecho de que “una minoría decisiva sigue en disputa”.

La empresa Interconsult dio a conocer, el 23 de setiembre pasado, el resultado de una encuesta que señala “tal como lo previéramos dos meses atrás, el FA había llegado a su piso del 39% y era de esperar que volviera a crecer”.

“Efectivamente –agregó– esto es lo que ocurrió, pero a un ritmo lento”. En comparación con el estado actual de las elecciones del 2009, la empresa destacó que entonces, por estas fechas, las intenciones de voto en el FA eran de 46% y ahora es de solo un 41%.

Sobre el Partido Nacional, externó que “luego del importante crecimiento registrado a partir del 1 de junio, en esta medición se mantuvo en el 30%”.

El otro gran partido opositor, los colorados, que llevan como candidato a Pedro Bordaberry −hijo del exdictador Juan María Bordaberry−, creció un punto en la intención de voto. Como resultado, afirma la empresa, “la suma de blancos y colorados llega al 44%, tres puntos porcentuales más que el FA”, lo que podría dejar abierto el resultado de un eventual segundo turno.

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