Tribulaciones del euro provocan caos en las bolsas mundiales

Deprimidos, un día; eufóricos, otros, los inversionistas en las bolsas reflejan el caos especulativo que se ha adueñado de los mercados, capaces de hundirlos

Los compromisos asumidos con el FMI se orientan a entregar el mercado griego al capital internacional.

Deprimidos, un día; eufóricos, otros, los inversionistas en las bolsas reflejan el caos especulativo que se ha adueñado de los mercados, capaces de hundirlos y hacerlos reflotar en menos de una semana, alcanzando límites históricos en esas fluctuaciones.

Las ataques contra la deuda griega, que amenazaban con arrastrar el euro en su caída, hundieron las bolsas en la primera semana de mayo. En Wall Street, el Dow Jones perdió casi mil puntos el jueves, 6 de mayo, su máximo histórico, y arrastró consigo a las principales bolsas del mundo.

“Pánico” fue la palabra utilizada por los medios para calificar la situación, que llevó a una frenética consulta entre los líderes europeos, con la participación del presidente norteamericano, Barack Obama, quien insistía con la canciller alemana, Angela Merkel, en la necesidad de aprobar un plan de rescate para Grecia y medidas adicionales para fortalecer el euro.
El fin de semana siguiente se reunieron en Bruselas los ministros de finanzas de los 27 países integrantes de la Unión Europea, incluyendo a los que no pertenecen a la zona euro, como Inglaterra y Suecia, para negociaciones “frenéticas”.
La principal preocupación era evitar que las bolsas siguieran desplomándose, al abrir el lunes. El objetivo era enviar a los operadores en los mercados una señal clara de hasta dónde los gobiernos europeos estaban dispuestos a enfrentarlos en su terreno: el de los negocios.
Con la crisis en pleno desarrollo, la primera respuesta a las medidas de emergencia adoptadas fue “eufórica”.
La prensa española registraba con agrado la mayor subida en un solo día, en los 18 años de historia de su bolsa, de 14,4%.
Lo mismo ocurría en las demás plazas europeas, todas contagiadas por esta euforia. Los informes indicaban que, “a las 13h30 del lunes, Londres subía un 5,30%, Fráncfort ganaba un 4,88%, París avanzaba un 8,8%, mientras Milán lo hacía un 9,86%. Junto con Madrid, las bolsas de Atenas, Lisboa y París se dejaron la semana pasada más del 10%.
¡Las acciones de los bancos BBVA y Santander llegaron a ganar más de 22% durante la jornada! Wall Street remontaba también, en una jornada de fantasía. ¡Increíble!
«La eurozona ha recuperado la confianza de los inversores tras el acuerdo sobre el fondo de emergencia», afirmaba el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.

MILAGRO

¿Qué permitió que se operara el milagro?

En la noche del domingo, horas antes de que abrieran las bolsas asiáticas, los ministros de Finanzas europeos anunciaron, en Bruselas, la creación un “mecanismo de estabilización europeo” con dos componentes y un total de 750 mil millones de euros, casi un millón de millones de dólares. 
Se trata de la creación de una sociedad especial que podrá pedir prestado hasta 440 mil millones de euros (unos $580 mil millones) en los mercados, con garantía estatal proporcional a la participación de cada miembro de la Unión en el capital del Banco Central Europeo (BCE).
A esto se suman otros 60 mil millones de euros (casi $80 mil millones) que la Comisión Europea podrá prestar, de sus propios recursos, a los países de la zona euro en dificultades.
A estos 500 mil millones de euros se suma un aporte suplementario del Fondo Monetario Internacional (FMI) por otros $250 mil millones mediante sus líneas de créditos habituales.
El BCE, por su parte, anunció intervenciones en el mercado, público y privado, de la zona euro, sin precisar la naturaleza de esas intervenciones, orientadas a controlar la especulación.
Para tenerse una idea de la magnitud de la operación en marcha, se puede decir que esa suma representa –con las cifras actualizadas–70% de lo invertido durante los cuatro años del Plan Marshall que Estados Unidos puso en marcha para la recuperación de Europa después de la II Guerra Mundial, entre 1948 y 1952.

A CAMBIO DE ESO…

La reacción de las bolsas podrían indicar que, si bien los problemas no están resueltos, por lo menos se ha encontrado el camino.
Sin embargo, a cambio de los recursos prometidos, los países afectados tendrán que someterse a una disciplina económica cuyos efectos aun están por verse.
El primer país afectado será Grecia, que se enfrenta a la incapacidad de pagar una deuda estimada en unos $400 mil millones.
Después de varias negociaciones y de doblarle la mano a la canciller alemana, la UE acordó, nuevamente con la ayuda del FMI, poner a disposición de Grecia, durante tres años, $140, siempre y cuando el país cumpla una serie de drásticas exigencias.
Esos compromisos están orientados a entregar el mercado griego al capital internacional, abriendo la economía a la competencia interna y externa, y flexibilizar el mercado laboral, la misma exigencia que los conservadores hacen al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, en España, y a la que se ha resistido hasta ahora.
Las demás medidas están orientadas a controlar el gasto y mejorar la administración, entre ellas la de elevar la edad de jubilación y restringir la jubilación anticipada, mejorar la administración presupuestaria, bajar los salarios y las pensiones de los funcionarios públicos, elevar los impuestos, incluido el Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA), las tasas sobre el tabaco, el alcohol y los bienes de lujo, así como los gravámenes aplicados a las personas de altos ingresos, y combatir la evasión de impuestos.
Con esas medidas, el FMI estima que la economía griega tendrá un crecimiento negativo de 4% este año y de otros 2,6% el que viene, para crecer de nuevo en el 2012. El desempleo, cercano al 12%, superará el 14% en el 2011 y se mantendrá en torno a esa cifra hasta el 2014.
Se habla poco de los antecedentes de esta crisis, que se incubó, lo mismo que en España, en más de un lustro de gobiernos conservadores que.  En ese país, la economía creció con base en la especulación inmobiliaria, mientras, en Grecia, un tercio de la economía operaba en “negro” y el gobierno retocaba las cuentas públicas para ocultar el descalabro.
Lo cierto es que el plan de ajuste, tal como ocurrió en los años 80 y 90 en América Latina, ha provocado la reacción  de la población, un conflicto que en Grecia ya dejó un saldo de tres muertos.
La Confederación Europea de Sindicatos emitió un comunicado titulado Un precio injusto e inaceptable para la salvación de Grecia, en el que asegura que el país “entrará en una recesión deflacionista que durará años. Aumentará el paro y la pobreza, que alcanzaba ya al 20 % de la población griega, seguirá aumentando.”

FUTURO INCIERTO

Pese a la euforia de los inversionistas, el lunes pasado, ninguna de las medidas anunciadas garantizan una salida a la crisis.
“La defensa frente a los especuladores financieros por parte de Europa llega tarde y mal e impone una carga inaceptable para los trabajadores y sus familias”, dicen los sindicatos.
“Se supone que el paquete de ayuda del FMI y de la UE es para reducir el déficit presupuestario de Grecia, de su actual 13,6% en relación con su PIB, a un 8,1% en 2011. ¿Cómo lo conseguirán? Buscar una reducción del déficit a través de programas de austeridad (congelaciones o cómo quiera llamárseles) en un momento en que el gasto privado es ya insuficiente para mantener un crecimiento adecuado del PIB, es la receta más segura para el desastre. Lo que provocará es un incremento del déficit”, aseguró Marshall Auerback, uno de los analistas económicos más respetados de los Estados Unidos, miembro consejero del Instituto Franklin y Eleanor Roosevelt.
Se han invertido “miles de millones en salvar a los grandes bancos, pero evidentemente salvar a un país de once millones de personas era un tabú”, dijo el Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía.
Para los países más pequeños de la UE, agregó, “la lección es clara: si no reducen sus déficits presupuestarios, existe un riesgo elevado de un ataque especulativo, con pocas esperanzas de una ayuda adecuada por parte de sus vecinos… A medida que los países europeos adopten estas medidas, sus economías probablemente se debiliten –con consecuencias desdichadas para la recuperación global–.
“No debería obligarse a los países cuyos déficits han aumentado como resultado de la recesión global a caer en una espiral mortal –como sucedió con Argentina hace una década”, concluyó.

 

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