Para el analista político Luis Guillermo Solís la guerra en Irak cuestiona al derecho internacional y a las organizaciones multilaterales, con lo cual deja al planeta a merced de la ley de la selva.
Lo más grave de la guerra en Irak es el impacto negativo en el derecho internacional, las Naciones Unidas y el papel de las organizaciones multilaterales en la resolución de conflictos, aseveró Luis Guillermo Solís, analista político y actual Secretario General del Partido Liberación Nacional (PLN).
«Una de las principales víctimas de este conflicto es la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y, especialmente, su Consejo de Seguridad. Además, debilita el papel de las alianzas regionales como la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN), la cual quedó resquebrajada luego de la decisión unilateral de Washington y Londres de emprender una invasión contra el régimen de Saddam Husein».
El debate sobre la reconstrucción de Irak evidencia esta coyuntura negativa para los organismos internacionales. Inclusive en el seno de la coalición anglo estadounidense que conduce la operación bélica, hay divergencias sobre el papel que debería jugar la ONU en los procesos de estabilización de la posguerra.
Para Inglaterra, las gestiones para normalizar la región y para devolver el control del país a los iraquíes, debería correr a cargo de Naciones Unidas. Por su parte, los halcones de la Casa Blanca insisten en que debe ser Estados Unidos el que asuma el control total de ese país y organice las tareas de reconstrucción, una vez acabe el conflicto.Según Solís, este descrédito del rol de Naciones Unidas, generaría consecuencias peligrosas a mediano plazo.
«Ya se han visto las reacciones negativas de algunos países como Corea del Norte, que ahora sienten que pueden hacer lo que se les antoje, a pesar del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas».
Vale la pena recordar que el régimen estalinista de Kim Jong Il, anunció que ante el fracaso para evitar una intervención contra Irak, el órgano más importante de la ONU había perdido toda legitimidad, por lo cual no aceptaría una condena por la reanudación de su programa nuclear y tomaría como una declaración de guerra la imposición de cualquier sanción.
Pyongyang insistió en que la única vía para disuadir a Estados Unidos de atacar a una nación, es la posesión de bombas atómicas y por ello continuará con sus investigaciones en ese campo.
La alternativa, de acuerdo la agencia de noticias oficial del régimen, sería que Washington acepte firmar un pacto de no agresión que asegure la supervivencia de los norcoreanos.
A pesar de estas circunstancias, Solís consideró que no es cierto que el Consejo de Seguridad haya perdido toda su autoridad, debido a que ésta se basa en tratados y cuotas de responsabilidad de los Estados miembros; no obstante, admitió que se cuestiona su capacidad futura para asumir posiciones firmes frente a ciertos temas regionales, tales como la situación de China con Taiwán, Pakistán con la India, o Rusia con Chechenia.
«Se puede perder la coordinación del trabajo conjunto y, particularmente, la potestad multilateral de administrar la fuerza de forma legal en los casos en los que se amerite».
OSCURAS PERSPECTIVAS
El analista subrayó que la actual invasión posiblemente generará un conflicto muy serio entre occidente y el mundo islámico.
Con ello se aumentan las tensiones en el escenario subregional, ya que el caso de Irak no puede verse de forma aislada a la situación en los territorios ocupados por Israel en Palestina o al conflicto entre Turquía y los separatistas kurdos basados en el sur de esa nación y en el norte iraquí.
«Además, todo esto se relaciona con un mar de intereses económicos, como el petróleo y el gas natural, que predomina sobre los temas geopolíticos».
Con respecto al papel de los medios de comunicación en las tres semanas de enfrentamiento, Solís calificó de vergonzoso el hecho de ver a las cadenas de televisión estadounidenses, haciéndole prácticamente «barra» al gobierno de George W, Bush, y a los canales en lengua árabe, sirviendo de emisarios de la
contrapropaganda proveniente del régimen de Saddam Husein.
«Los medios de comunicación están tan metidos en la guerra, como los propios actores militares».
Las esperanzas de que el conflicto en Irak, acelere de algún modo, el proceso de paz en el Medio Oriente, son, para el politólogo, muy escasas.
A pesar de que Estados Unidos siempre ha tenido un papel central en el conflicto palestino israelí, su desempeño en contra del régimen iraquí le hace perder su autoridad como interlocutor con credibilidad frente al mundo árabe.
De acuerdo con el especialista, el mapa de influencia geopolítica de Washington en el Medio Oriente podría variar en los próximos años, debido a que los grupos más radicales, ligados al islamismo fundamentalista y al terrorismo, son los que tomaron la iniciativa en las protestas en contra de la guerra.
En las calles de los países aliados de Washington en el mundo árabe, se están cultivando las crisis que van a explotar en los próximos años.
Muchos de estos regímenes cercanos a Estados Unidos, destacó Solís, son dictaduras oprobiosas como la de Saddam Husein. Esto hace que el argumento esgrimido por británicos y norteamericanos, de que luchan por «liberar» a los iraquíes del totalitarismo y por la democracia, sea absolutamente falaz.
Arabia Saudita, Egipto o Pakistán, país musulmán que abiertamente reconoce poseer armas nucleares, son, en mayor o menor grado, tiranías cuya única diferencia con otros países de la zona, como Irán, Libia, Sudán o Siria, es que mantienen una relación de conveniencia con la Casa Blanca.
El auge de organizaciones fundamentalistas islámicas como Al Qaeda, la Yihad o Hezbolah, y de otros movimientos que pretenden la unificación árabe, dejan abierta la posibilidad de que una nueva guerra fría se forje, esta vez entre occidente y el mundo musulmán.
Los réditos de una victoria en Irak, podrían ser efímeros para la administración estadounidense, que, en el futuro, tendría que hacer frente a amenazas tan veladas y peligrosas que podrían convertir a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en un fatídico preludio del caos que puede venir.
Asimismo, el especialista en política internacional calificó como «deplorable» e «inaceptable» la posición del gobierno de Costa Rica en relación con el conflicto en el Golfo Pérsico.
«El ejecutivo de Abel Pacheco ha asumido unas posiciones entreguistas y complacientes que ponen en peligro el histórico talante de Costa Rica como país defensor de la paz y del derecho internacional. La actitud de la administración es vergonzosa y, desde todo punto de vista, repudiable».