En medio de las protestas de aquellos que se oponen a una globalización sin rostro humano, la cumbre de la Unión Europea celebrada en Barcelona marca el punto de salida para una nueva Europa.
Las demandas por una Europa más social y en pro de una globalización que no cause marginación en el mundo, fueron el marco de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) celebrada recientemente en Barcelona, España.
La manifestación antiglobalización más numerosa celebrada hasta la fecha, recorrió las calles de la capital catalana en la noche del 16 de marzo en medio de un ambiente festivo que contrasta con los hechos de violencia registrados en otras citas similares.
La voz de las 300 mil personas que protestaron por el modelo económico actual, causó variaciones en la agenda de una reunión que, en el marco de la presidencia española de la UE, se había trazado como objetivos fundamentales los de liberalizar el mercado financiero y el sector energético.
Al margen de aislados actos vandálicos, muy marginales si se les compara con los desórdenes provocados en reuniones anteriores, las protestas fueron un hito para las organizaciones ambientalistas, sindicales y civiles que las organizaron.
La voz de los manifestantes penetró, no obstante las reforzadas medidas de seguridad puestas en marcha debido a los actos terroristas del 11 de septiembre, los muros de los recintos en donde los Quince discutían sobre el futuro de Europa.
Las conclusiones de la cita de Barcelona, que hacen énfasis en aspectos como la estabilidad del empleo y la prioridad del análisis de los servicios públicos por sobre la liberalización del mercado, son evidencia de que las cúpulas empiezan a atender poco a poco los reclamos surgidos en la calle.
27 ESTADOS: UNIÓN O CONFEDERACIÓN
Por primera vez en la foto de familia de los quince países de la Unión Europea aparecieron los jefes de Estado y de Gobierno de aquellas naciones que son candidatas a la adhesión a este organismo supra nacional en los próximos años.
La ampliación hacia el este es algo inevitable; la duda es cuándo estarán listos los países del antiguo bloque socialista para integrarse al mercado común más importante del planeta.
La expectativa es que en un plazo de diez años al menos trece países se incorporen como miembros de pleno derecho en la UE. Además de los países ex comunistas también esperan incorporarse la esfera de Bruselas naciones como Turquía, Chipre y Malta.
Para poder acceder a la Unión, los requisitos que deben cumplir estos candidatos son innumerables. La consolidación de una economía de mercado y una política monetaria acorde con la nueva divisa europea, el euro, parecen ser los requerimientos más importantes.
La idea es que en 2003 o 2004 se adhieran por lo menos los cuatro estados cuya economía se encuentra en un estadio de desarrollo más evolucionado: Polonia, Estonia, Eslovenia y Hungría. Posteriormente, en plazos aún no fijados, se irían incorporando el resto de naciones candidatas.
Otro de los problemas que plantea la ampliación es el de gobernabilidad y éste fue precisamente uno de los temas más relevantes tratados en la cumbre de Barcelona.
Existe un sistema de presidencia semestral rotativo que coloca a la cabeza de la Unión a dos países cada año. En estos momentos, España ocupa dicha presidencia.
El mencionado sistema sería de poca utilidad si la UE pasa de 15 a 27 ó más miembros en los próximos años. Ante esta realidad, el encargado de política exterior de los Quince, el español Javier Solana, planteó la creación de una nueva estructura, en la cual grupos de cinco o seis países ocuparían la presidencia de la UE de forma conjunta por dos años.
Cada grupo estaría equilibrado con países grandes y pequeños, del norte y del sur y del este y del oeste.
La reforma en el sistema de gestión de la UE reabrió la polémica sobre cuál debe ser el futuro institucional de la organización. Hay algunos que plantean la necesidad de crear un ente federativo con una Constitución común, el cual ocuparía en gran medida el espacio que hoy poseen los estados nacionales; por otro lado, hay quienes creen que la Unión debe seguir como hasta ahora, es decir que sólo debe ser un ente supra nacional constituido por Estados soberanos e independientes.
Algo en lo que parecen estar de acuerdo todos los miembros de la UE, con la excepción de Gran Bretaña en algunos temas puntuales, es en la necesidad de tener una voz propia, diferente a la de los Estados Unidos.
La política exterior de la administración Bush ha causado recelos entre sus socios europeos. La negativa del presidente estadounidense a firmar el protocolo de Kioto contra el calentamiento global, su insistencia en cubrir a Estados Unidos con escudo anti misiles y su decisión de llevar a cabo una guerra contra el terrorismo de manera unilateral, son algunas de las razones que llevaron a Europa a tener un discurso diferenciado del de la Casa Blanca en muchos temas de geopolítica.
El clamor expresado en las calles contra el rostro inhumano de la globalización, parece haber permeado a los líderes europeos, quienes, a diferencia de Estados Unidos, no se contentan con destruir a los terroristas; sino que se manifiestan a favor de atacar las causas que provocan el terrorismo, como la pobreza, el hambre, la discriminación y la miseria.
BARCELONA EUROPEA
Hasta hace algunos años, existía la idea de que Europa acababa en los Pirineos; no obstante, el papel de España dentro de la Unión Europea se acrecentó desde que se incorporó a la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) en 1987.
La capital catalana, Barcelona, ha sido el escenario escogido por el presidente del Gobierno español, José María Aznar, para celebrar la primera cumbre de la presidencia española de la Unión.
De esta primera cita, que será seguida de otra en el mes de julio en Sevilla, se extraen una serie de logros que contribuyen a consolidar una Europa unida y sin barreras.
Dentro de los objetivos fijados por la presidencia española y que fueron alcanzados durante esta reunión, se puede mencionar el proyecto Galileo, el cual pretende ser la competencia europea al Global Positioning System (GPS) norteamericano.
Esta iniciativa supone la puesta en órbita de 30 satélites que servirán para la localización global en diferentes ámbitos.
Otro logro de Barcelona fue el avance en la discusión de un cielo único para Europa. La idea es crear un sistema centralizado de control aéreo para todo el continente.
En el campo laboral, el éxito más resonante de la cita de Barcelona es el que se refiere a la creación de estímulo para el empleo. La libre circulación de mano de obra, una de las efemérides de la construcción europea, se hará una realidad con los acuerdos alcanzados en Barcelona sobre reconocimiento de títulos académicos y otros incentivos que permitirán alcanzar el objetivo del pleno empleo en el continente para el año 2010.