WikiLeaks desnuda el brutal escenario del mundo real

Según el vocero del Pentágono, Geoff Morrell, “el Secretario de Defensa simplemente no cree que esta situación pueda impactar demasiado contra la fuerza de

Sin salir aun de su asombro, el mundo político norteamericano mira las revelaciones de los miles de cables de su servicio diplomático con una mezcla de incredulidad, odio y escepticismo.

Según el vocero del Pentágono, Geoff Morrell, “el Secretario de Defensa simplemente no cree que esta situación pueda impactar demasiado contra la fuerza de Estados Unidos o contra su prestigio”. 

Y agrega, en una entrevista al programa de noticias del canal conservador Fox: “El mundo no se relaciona con nosotros porque les gustamos o porque nos tienen confianza. Pactan con nosotros porque no les queda más remedio.  Somos el último, el único, poder indispensable que queda”.

MILES DE CABLES

La nueva publicación de WikiLeaks consiste en 251.287 cables enviados por misiones diplomáticas de Estados Unidos en todo el mundo al Departamento de Estado, en su mayor parte en los últimos dos años. Los más antiguos datan, sin embargo, de 1966.
Los documentos revelan “las contradicciones entre la imagen pública de los Estados Unidos y qué se dice realmente tras puertas cerradas – y muestra que si los ciudadanos en una democracia quieren que su gobierno refleje sus deseos, entonces deberían tener la oportunidad de pedir que se les muestre qué pasa en realidad detrás del escenario”, afirmó el director de WikiLeaks, Julian Assange.
Después de haber publicado miles de documentos sobre las guerras de Irak y Afganistán, cuyas repercusiones quedaron relativamente neutralizadas, WikiLeaks decidió ahora divulgar de manera gradual el cuarto de millón de cables, que irán siendo publicados los próximos meses por algunos de los principales medios de comunicación del mundo.
“Mientras los documentos muestran atroz cinismo diplomático y abuso, el hecho de que dichos materiales fueron filtrados muestra que hay buenas y valientes personas trabajando dentro del gobierno, que creen en la transparencia y en una política exterior más ética”, dijo Assange, quien pidió la renuncia de la Secretaria de Estado, Hilary Clinton, si se comprueba el espionaje ordenado contra diplomáticos y altos funcionarios de Naciones Unidas, en violación del acuerdo de sede que estableció las normas para el funcionamiento de la organización en Estados Unidos.
¿Debe o no debe seguir la divulgación de esos documentos? En los comentarios sobre el tema aparecidos en el periódico español El Mundo se puede leer (se mantiene la ortografía del original): “me parece fenomenal que se sepan cosas que la gente no sabe y esconden estos mandamás del mundo a la gente que solo se preocupan por su bienestar social y económico y al mundo que esta fuera de ellos que los den; ya está bien de esconder cosas y de vivir manipulados por cuatro ocho o lo que sean y manejen el mundo y a la gente como quieran sin pudor, ya vale todo en estas fechas”.
En todo caso, por ahora sigue en el misterio como se filtraron estos miles de cables y cómo llegaron a manos de Assange y su organización.
La divulgación de esos documentos, acaparada en los derechos de libertad de expresión, han desatado una ola de furor, que van desde el cerco al sitio Web de Assange, hasta expresiones de quienes exigen su asesinato.

MATAR A ASSANGE

Otros, como Thomas Eugene Flanagan, un cientista político conservador que trabaja en la Universidad de Calgary, en Canadá, y asesoró al ahora primer ministro de Canadá, Stephen Harper, en sus campañas electorales, pidió asesinar al fundador de WikiLeaks, Julian Assange.
En una entrevista al canal de televisión CBC, Flanagan dijo que “Assange debería ser asesinado, para reiterar luego que «No me sentiría disgustado si Assange desapareciera».
Después de su salida de tono, en los datos sobre Flanagan en Internet se puede leer que volvió a dar clases tras las elecciones del 2006 y “ya no participa en los asuntos del Partido Conservador”.
Además, tuvo que agregar una declaración, donde afirma que “nunca tuvo la intención de proponer seriamente el asesinato del señor Assangue. Pero sí pienso que lo que él está haciendo es malintencionado y dañino para la diplomacia, pone en peligro la vida de la gente y eso debe parar”.
La dirigente conservadora y excandidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos, Sarah Palin, pidió perseguir a Assange como se persigue a los miembros de la organización terrorista Al Qaeda, mientras el presentador de la cadena Fox, Bill O’Reilly, pedía la ejecución de los miembros de WikiLeaks.

AMÉRICA LATINA

En América Latina, la reacción ha sido la contraria. Algunos de los principales líderes de la región, como el presidente Luis Inácio Lula da silva, de Brasil, calificó de “insignificantes” el contenido de los cables divulgados.
En el caso de Brasil, una parte importante de esos cables se refiere a las actuaciones del ministro de Defensa, Nelson Jobim, y a su papel clave a favor de la firma de un Acuerdo de Cooperación con los Estados Unidos en materia de Defensa.
Según los cables, atribuido al embajador norteamericano en Washington, Clifford Sobel, los esfuerzos de Jobim se enfrentaban a la resistencia del Ministerio de Relaciones Exteriores y del encargado de la Secretaría de Asuntos Estratégicos, el embajador Samuel Pinheiro Guimarães, quien trabajó con Jobim en la elaboración de una nueva estrategia de defensa de Brasil, aprobada por Lula hace dos años.
Seguramente poco interesado en que la divulgación de esos documentos provoquen divisiones en los gobiernos y en los partidos gobernantes, presidentes latinoamericanos han preferido restar importancia a sus contenidos.
El presidente uruguayo José Mujica propuso no dar mucha importancia a lo que difundan sobre su país, mientras su colega argentina, Cristina Fernández, no se refirió a los pedidos de información sobre su salud mental expresadas en los cables. Pero  el excanciller Jorge Taiana las calificó de “chusmerío de baja estofa”.
En Argentina los cables dejaban en una situación particularmente delicada a los exjefes de gabinete del expresidentes Néstor Kirchner, Sergio Massa y Alberto Fernández, quienes se habrían referido a su antiguo jefe en un tono particularmente duro.
Fernández desmintió esas versiones, y agregó una reflexión sobre la fuente de las últimas filtraciones de WikiLeaks, que atribuyó a sectores conservadores de Estados Unidos, interesados en dañar al presidente Barack Obama.  
En cuanto a México, la principal preocupación parece ser la ola incontenible de violencia provocada por el crimen organizado, que hace a Washington dudar de la capacidad del gobierno de restablecer el orden público.
En cuanto a Venezuela, los esfuerzos diplomáticos están orientados a aislar al presidente Hugo Chávez.

QUÉ SIGUE

Según diversos especialistas, las repercusiones de estas filtraciones serán duraderas y profundas. Desde luego, crearán una desconfianza entre los aliados de Estados Unidos, temerosos, a partir de ahora, que sus opiniones, dichas en confianza y con la seguridad de que permanecerían privadas, puedan ser hechas públicas.
Por otro lado, las revelaciones afectarán las relaciones con los aliados, algunos de los cuales, como la canciller alemana Angela Merkel, salen mal parados en las apreciaciones de los diplomáticos norteamericanos.
Las revelaciones dejan también malparados el gobierno y la justicia españolas, presionados por la diplomacia norteamericana para cerrar casos judiciales que involucran tropas y funcionarios norteamericanos, y cerrar los ojos a los vuelos de la CIA sobre su territorio, con prisioneros secuestrados y luego sometidos a torturas en diversos lugares del mundo.
Pero, además, nadie sabe hasta dónde llegarán las revelaciones de Wikileaks, que ya ha anunciado su próximo paso: uno de los principales bancos del mundo.
Todas las especulaciones apuntan hacia el Bank of America y nadie se atreve a especular sobre las consecuencias que esas revelaciones pueden tener.

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