210 días después del terremoto

En segundos, la naturaleza hizo que sus pobladores tuvieran que cambiar sus pensamientos hacia la sobrevivencia de sus familiares, porque la vivienda, la producción

El ocho de enero de 2009, cuando los trabajadores de Vara Blanca, Fraijanes, Poás y lugares aledaños se disponían a continuar la faena del día y los vaqueros a preparar su hato para sacar el fruto de su sustento, un terremoto interrumpió sus vidas.

En segundos, la naturaleza hizo que sus pobladores tuvieran que cambiar sus pensamientos hacia la sobrevivencia de sus familiares, porque la vivienda, la producción y el trabajo habían colapsado.

El pueblo de Costa Rica y la colaboración internacionales alistaron artículos para llevarlos a la CNE y a la Cruz Roja, esperando, que fueran repartidos a las familias de las trece comunidades más afectadas.

En las montañas, entre el miedo, destrucción y falta de los servicios públicos se esperaron esos artículos, pero a la población que no estaba en los albergues, esa ayuda no llegó.

Gracias a los costarricenses y distintos grupos organizados -que no querían dar los artículos a los entes citados- decidieron subir con camiones prestados o alquilados para llevar alimentos, agua y abrigo a esas familias. Luego de ocho meses del evento, las comunidades afectadas se organizan para tratar de solucionar el problema de vivienda, producción y laboral, que a la fecha está muy similar al 8 de enero.
A estos problemas se suman el de las quebradas que pasan por las comunidades, que quedaron llenas de escombros y ramas. La situación del agua potable que sus captaciones están “guindando” y con el invierno u otro sismo fuerte, se puede destruir. El problema de los productores agrícolas, para que sus cosechas no se les pierdan; el problema en la producción fresera que no tienen mercados para colocar su producto; la situación de las personas que sus terrenos y casas colapsaron y que fueron declaradas inhabitables, y que a hoy siguen corriendo las cargas municipales, sin que exista voluntad política para su solución.
El problema de la compra de terreno y construcción de escuela para Fraijanes, que provoca que aún los educandos continúen arrimados en terrenos de la Iglesia Católica. El problema laboral existente; el problema de los bonos de la vivienda para las personas mayores solas y familias jóvenes, quienes llegan a las instituciones en busca de este beneficio y se les dice que no califican, convirtiéndose en “fantasmas”, personas invisibles.
El problema del turismo que bajó más del 50%, porque el único paradero turístico que existe es el Volcán Poás y entonces a Vara Blanca y comunidades aledañas nadie llega a degustar las comidas de sus negocios ni a comprar los productos que se venden en la carretera.
 Con bombos y platillos, en un contenedor se “abrió” una ventanilla única, que jamás trabajó como tal, porque las instituciones ahí representadas actuaron como islas dentro de una descoordinación total.
El problema de puentes en la carretera principal que de acuerdo con conocedores en la materia, necesitan repararse pues otro sismo o la misma agua de las lluvias, pueden
colapsarlos, dando como resultado el aislamiento.  El problema del camino que se abre en la zona del epicentro, y en el cual se han gastado millones y que dicho por los entendidos, se convertirá en otro Zurquí.
En el último mes, se han intensificado las reuniones con jerarcas y mandos medios, escuchándolos decir sobre los planes que se tienen para reactivar la zona, pero los de la montaña, no conocemos ni un solo papel en donde están esbozados esos planes y menos que estén por escrito. Y es aquí, querido pueblo de Costa Rica, a doscientos ochenta días del terremoto,  que nosotros desearíamos conocer:
¿Por qué se habla del  terremoto de Cinchona, como si sólo en esa comunidad en que residían 68 familias, fue el sismo, desconociendo que éste afectó a 72 comunidades y que de ellas, trece fueron muy afectadas.  ¿Qué destino tomó el dinero que generosamente donaron los costarricenses para los afectados del terremoto y no solo para un pueblo únicamente?
¿Por qué no se reparten los materiales de construcción que están guardados en las bodegas de la CNE en lugar de que las personas vivan en casas que sus paredes se mueven como gelatina? ¿Por qué si se creó en la zona una Cooperativa, no se impulsan proyectos productivos en forma conjunta Gobierno – Cooperativa? ¿Por qué se le ha dado tantas largas al alberque de Poasito, teniendo a familias metidas en cajas de 18 m.2 sin los servicios básicos en ellas? entre otras preguntas.
Nuestra problemática es real, somos costarricenses que estamos enfrentando a ochos meses del terremoto una gran crisis, que para muchos ya no somos noticia, pero por desgracia, no somos jugadores de fútbol ni estamos en el mundillo de la farándula y que pacíficamente estamos soportando, pero como todo en la vida, tiene un fin.  Una emergencia se atiende con urgencia, no con paciencia.

 

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