Bajo el título “La fuga de Kropotkin”, en el ya mencionado libro que, por cierto, acaba de ser publicado hace apenas dos meses en Santiago de Chile por la Editorial anarquista Eleuterio, Rodrigo Quesada emprende una reflexión sobre los desafíos teóricos y los que son propios de la militancia revolucionaria, así como aquellos otros del orden de lo existencial, dentro de lo que viene a ser leit motiv propio de esta obra más analítica que biográfica. Si bien el autor realiza una paráfrasis acerca de una obra de Alberto Cavallari (“La fuga de Tolstoi”), la intencionalidad suya es la destacar que a diferencia de lo que ocurre con el autor de La Guerra y la paz en su momento final −hacia octubre de 1910−, la fuga de Kropotkin de la fortaleza de Pedro y Pablo ocurrida en 1876, es más bien el salto hacia adelante y el inicio de una larga trayectoria de acción y reflexión libertarias, dentro de un exilio de 40 años, durante los que vivirá en otras naciones europeas, cuando esa área continental se vio convulsionada en el campo de las luchas sociales y por la creciente organización de la clase obrera, a pesar de la derrota y aplastamiento de la Comuna de París en 1871 y de los enfrentamientos entre Bakunin y Marx, en el seno de la Primera Internacional.
Pedro Kropotkin, nacido en el seno de una familia de la aristocracia rusa, propietaria de siervos y próxima al Zar Nicolás I, el feroz represor de los primeros intentos revolucionarios de cambiar la naturaleza despótica de aquel régimen, al igual que su hermano Alexander –nos dice Quesada−, se torna un niño sensible hacia los sufrimientos de aquellos que eran oprimidos por su familia, sobre todo bajo la influencia de su madre, a la que pierde a temprana edad y de la de algunos de sus preceptores que le fueron abriendo el camino para el cultivo del trabajo científico, durante los años en que entró a la carrera militar como paje del zar, pero sobre todo durante las expediciones a Siberia y por los territorios colindantes con China y Mongolia, donde llevó a cabo una monumental obra en el campo de la geografía, que rompió con una serie de mitos e imprecisiones acerca esos territorios.
El Kropotkin científico vino a ser el precursor del Kropotkin anarquista y revolucionario, que rompe con el régimen zarista que lo encierra en la Fortaleza de Pedro y Pablo en 1874, de donde se fuga espectacularmente dos años después. Sus sentidas y siempre actuales reflexiones sobre el tema de las prisiones, verdaderas máquinas para demoler al ser humano, ocultando el ilegítimo accionar de las cúpulas del poder −destaca Quesada−, son de una asombrosa actualidad en este cambio de siglo, con el espionaje obsesivo del Big Brother estadounidense, constituyen una parte esencial de sus aportes libertarios. La huelga general, la acción directa, el sindicalismo, el comunismo libertario y la organización política de la clase obrera en la obra de Kropotkin, son temas destacados en la reflexión y el análisis que Rodrigo Quesada nos invita a compartir, desde los contenidos de esta obra que invitamos a leer, de manera atenta y crítica.