Adiós a la distancia

Reviso aquella primera nota de 1975, con amenazas de demandas penales incluidas contra el director de entonces, Mario Zeledón, y el bisoño redactor, por

Reviso aquella primera nota de 1975, con amenazas de demandas penales incluidas contra el director de entonces, Mario Zeledón, y el bisoño redactor, por denunciar raros manejos en un centro regional de la Universidad de Costa Rica, y llego hoy a la conclusión  de que interpretar  «los tiempos» actuales es reiterar principios de civilizaciones pasadas y que llevan al sueño inembargable de que mañana todo será mejor.  Como decía el poeta: «se marchará la angustia por la puerta del fondo».

Hoy «emprendo la retirada». Es un adiós sin rencores, con el corazón henchido de satisfacción por  el deber cumplido, la frente en alto, la cerviz erguida y la mano de amigo extendida para quien quiera estrecharla.

Veintiocho años vividos en UNIVERSIDAD experimentando a Martí. Y  una profesión enseñada en la entonces escuela de la comunicación colectiva por humanistas como el alemán – brasileño Hugo Asmann, el guatemalteco Felix Loarca, el hondureño Alán Fajardo, el filósofo salvadoreño Juan Mario Castellanos, la pedagoga Marielos Giralt, la filóloga María Ester Cartín, los abogados Joaquín Vargas Gené, Alberto Cañas, el  crítico de arte chileno Renato Cajas…. ¡Gracias maestros!

Periodismo:  Nos enseñaron la clara diferencia entre géneros: el Periodismo era profesión alegre, creación rebelde, » utopía», citando a Galeano. Me marcho descubriendo  una  Costa Rica psiquiátricamente muy sana. Tan sana que en la pasada  invasión a Iraq los niños costarricenses eran distintos a los  iraquíes. Estos podían morir junto a sus padres por  «bombas inteligentes», aunque no he visto bombas más tontas que éstas. Lo importante es que estuvimos en la «guerra» contra Sadam.

 

En Iraq los invasores no encontraron armas biológicas, pero vi por CNN a siete mujeres junto a sus hijos pequeños ametralladas por  soldados «liberadores».  No vaya a pensarse que esto es violación a los Derechos Humanos, según nuestro Presidente don Abel Pacheco. Me marcho cuando la Cuba socialista  sigue estorbando a quienes quieren un mundo uniforme y cosechando victorias.

En este contexto dejo el periodismo  nacional, consciente de que aquel de los viejos  maestros hacía una diferencia crucial entre política tradicional y periodistas: el político piensa en las próximas elecciones, el Jefe de Estado en las generaciones venideras, y el periodista, como el filósofo, crea pensamiento para lo indefinido y para todos.

Medio o fin:  Quienes arriesgaron la vida siempre  en  búsqueda de la verdad y la información independiente, como fin, fueron golpeados en Iraq, en el Golfo Pérsico, en Panamá, etc.. Desde esas invasiones, los periodistas del orbe fueron convertidos, paulatinamente, en cajas de resonancias de quienes definen paradigmas.

El  Pentágono dice ahora a la CNN, al New York Times o el Washington Post, entre otros, como informar, porque el decir es que,  la «guerra» y no ellos, asesina la verdad. Y estos medios, unos más que otros, siguen llamándose «periodismo libre e independiente».

Prefiero, por eso, marcharme con el sabor de aquel periodismo nacional, agitador de mentes y conciencias de Joaquín  García Monge, Tomás Soley, José Arcadio Montero, Vicente Sáenz o Carmen Lyra. Hay muchos más. Tal vez cuando comprendamos la necesidad de la revolución moral en el país tendrán sus huesos  justicia y memoria histórica de quienes seguimos sus pasos.

«Salus populi suprema lex est»: A los amigos del Colegio de Periodistas, y a los de los Abogados, que me reciben, así como a Claudio Monge, Gerardo Contreras, Luis Guillermo Herrera, Adonay Arrieta, Ramón Madrigal, Héctor Monestel, Leonardo Mata, Carlos Fuentes, Alfonso Estevanovich, José Miguel Esquivel, Walter Coto, Albino Vargas, Mainor Solís, Rodrigo Carazo, Carlos Morales, Rogelio Flores, José María Zonta, Miguel Cortés, Trino Barrantes, Odilón Méndez, Olga Marta Mena, a todos: ¡Adiós!. Vivos como ese primer principio del Derecho romano: «la salvación del pueblo es ley suprema» .

Justo reconocer además la deferencia con que me honraron, sin excepción, mis compañeros de UNIVERSIDAD. En especial  Ana Incer, jefa de redacción,  Eduardo Ramírez,  Antonio Mora y José Eduardo Mora, los siempre  humildes «Poncho» Cervantes y Asdrúbal Jiménez, Sandra Chavarría, Gaetano Pandolfo, sobriedad a prueba, Tanito,  Lida Mora,  Cecilia Vega, Fabiola Pomareda, Juan José Artavia, Darive, Allen, Sandra, Rocío Ortiz, Yunilda y Federico.  ¡ Hasta la victoria siempre! Y a los que ya se fueron: Rodrigo Facio, Carlos Monge Alfaro, Clorito Picado, Abelardo Bonilla, Víctor Manuel Arroyo, Isaac Felipe Azofeifa, Hugo Díaz, Alberto Brenes Córdoba, Teo, Alfonso Trejos Willis,.. Cambio de barricada. Déjenme llevarme antes prendida en el alma mi Universidad rebosante de alegría, sin miedos, desafiante ante el mañana. Ustedes, próceres, han sobrevivido a la venganza de los vivos: la muerte.

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