Adiós al gorilato

Vemos con dolor resurgir de los escombros una de las épocas más perversas de la historia reciente, la Guerra Fría, con todas sus características:

Los insólitos acontecimientos de Honduras nos han invitado a meditar y a concretar nuestros pensamientos, pues la reacción universal al respecto ha sido unánime, al condenar enérgicamente y sin lugar a dudas a los golpistas y, consecuentemente, al ejército del hermano país centroamericano.

Vemos con dolor resurgir de los escombros una de las épocas más perversas de la historia reciente, la Guerra Fría, con todas sus características: la hipocresía, la demencia y la saña con que se llevaron a cabo.

Con un doble discurso, infortunadamente publicitado por los grandes medios de comunicación masiva, tratan de justificar lo injustificable, alargan con frases alambicadas y pegajosas “argumentos” insostenibles, ya que lo que habla son los hechos y los hechos son tan claros y contundentes que, con solo exponerlos, dejan en un tartamudeo patético a los mejores manipuladores de las noticias mundiales.

“Facta non verba”: Hechos no palabras, decían los antiguos latinos y en el presente caso se aplica con toda claridad.
La soberbia que tanto condena la Biblia, tomó posesión de una casta de gamonales y decidieron que eran dueños de vidas y haciendas.

Me imagino al mandamás dándole la orden a un ejército feroz pero arrebañado:
”Sáquenmelo de su casa, me lo montan en un avión y me lo mandan para Costa Rica”.

Una vez perpetrado el abuso tratan de disminuir el asunto tapando el gravísimo error con un leve y pudoroso velo de “cumplimiento de la justicia”.

Error de errores, el mundo entero se les vino encima. Justicia de todos los países del planeta cansados de llevar palos, dolor e injusticias y, unánimemente, condenan enérgicamente y sin lugar a dudas, semejante atrocidad.

Bien castigada queda la miopía de los soberbios que perdieron de vista que la historia camina para adelante y que, si momentáneamente echa para atrás, es para coger impulso.

Queremos decirle adiós para siempre a la historia de la injusticia y del horror y sobre todo, y muy especialmente, a los gorilas de antaño que vimos ¡con horror! que en Honduras solo estaban enjaulados.

Queremos decirles adiós a los manipuladores y culpables de tan anacrónicos hechos y sobre todo a los perpetradores de todos estos acontecimientos. Queremos, definitivamente y de una vez por todas, decirle adiós para siempre al gorilato.

 

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