El entrenador Rónald González posaba para los lentes de los medios junto a los deportistas, quienes mostraban llenos de felicidad la computadora portátil que les acababan de obsequiar los personeros de Industrias Infinito, la empresa impulsora del Proyecto Crucitas.
Los jóvenes menores de 20 años estaban sumamente contentos, no todos los días alguien les da un regalo de ese tipo. Una computadora que simboliza el convenio entre la compañía y La Federación Costarricense de Fútbol, además de algunos milloncitos para las arcas de la FEDEFUT y el orgullo de su presidente, Eduardo Li, quien se notaba mucho más apaciguado que en la conferencia de prensa en la que anunciaba que la final entre Liberia Mía y Heredia sí se realizaría.
Si la Selección Nacional es el equipo de todos, ¿será que ese convenio refleja esa unión que se comprueba entre los y las costarricenses cuando la Tricolor derrota a sus rivales? Si se trata de reflejar esa identidad, las autoridades deberían pensar un poco más y percatarse de que el proyecto en Crucitas no significa más que la destrucción de uno de nuestros recursos más valiosos, la naturaleza.
Si en los últimos encuentros nos desgalillamos por el golazo de Álvaro Saborío o la anotación del gane de Celso Borges; si muchos enalteceremos el posible pase a Sudáfrica; también es nuestra obligación repudiar este acuerdo entre las dos entidades, que no parece más que un intento de Industrias Infinito por ganarse la aprobación de la gente, al unirse a la cúpula del deporte rey.
Gracias a esta alianza, habrá más recursos. A cambio, 732 bosques nativos se verán afectados y 260 desaparecerán. A cambio, se producen 9 toneladas de desechos venenosos por cada onza de oro (según el pronunciamiento de APREPLOFAS). A cambio, se contaminan las aguas superficiales y subterráneas por descarga de sustancias tóxicas (de acuerdo con ProGAI/UCR).
La FEDEFUT asegura que la alianza se lleva a cabo “para el mejoramiento económico en ambas partes” Pero el balompié es el deporte que cuenta con más recursos, cuando otras disciplinas obtienen con esfuerzos inimaginables el dinero para participar en torneos internacionales, o de plano no pueden competir. Entonces, ¿valen los millones que le dará Infinito al fútbol?
Los equipos patrios tienen tiempo de sobra para darnos bastantes alegrías.
Las computadoras son un bien material que bien se lo habría podido facilitar otro patrocinador o ser costeado por la Federación. Pero lo que se perderá por la minería a cielo abierto, nunca se podrán reponer, y no quedará más remedio que conformarse con los recuerdos, como la alegría efímera de recibir una computadora de un desconocido que llegó a hacer una curiosa alianza.